Mis términos

1846 Words
Actualidad Elías Elías había estado en Nueva York 24 horas en las que había estudiado todo sobre Nala, era arquitecta, había conseguido un puesto restaurando edificios importantes. Vivía en un loft, enorme, con sus dos hijos, Said y Ellis. La mujer estaba sentada leyendo cuando sus hijos se tiraron encima de ella. —Mamá, ya pasó una hora. —¿Y cómo sabes tú? —Lo sé porque mi hermano y yo sabemos cosas —Ella mira a sus hijos. —Mami, ¿a qué nos mandas al kínder?—pregunta su otro hijo y Nala ríe antes de comérselo a besos. —Ya es hora. —insisten Le da un beso a Said, otro a Ellis y les manda a traer su bolsa, la mujer les siguen al exterior y van cantando juntos en árabe hacia el parque, los dos están tan emocionados como cada tarde. Los hermanos inician una carrera hasta el semáforo y su madre se apresura para alcanzarles, toman las manos y se ríen porque han hecho correr a su madre. La mujer les toma de la mano y les advierte que hay peligros en la calle en su idioma natal. Un hombre pasa pro su lado y les da una mala mirada, antes de recordarle que si no es en inglés no debería hablar, sus hijos le informan que son neoyorkinos y no pierden la oportunidad de decir todas las mañas palabras que se les ocurren y las que no. Nala les cubre, la boca se inclina para quedar al nivel de sus hijos y les advierte: —Santa Claus está escuchando. ¿Quieren que lo llame? Los hermanos comparten una mirada. Santa Claus es la persona más divertida del mundo, sobre todo porque Santa Claus era el tío Isam, que además de ser rey y ser la persona más consentidora del mundo. —Santa Claus no está escuchando ni loco porque todos los días le pido a él y a Dios que me mande a mi papá y no me hace caso —informa Said. Nala baja la mirada y les acariciará el abdomen, le besa la mejilla. —Un día de estos, mamá, va a presentarte a papá, lo prometo. —Mamá, siempre dices lo mismo. —¿Qué no puede arreglarse con un helado? —pregunta la joven y sus hijos le abrazan antes de apurarle por llegar al parque. Siempre que sus hijos mencionaban a Elías se sentía demasiado culpable, horrorizada, dolida porque él siempre hablaba de ser el mejor papá del universo, quería amar a sus hijos y mimarles de una forma u otra le había negado la oportunidad. La joven se sienta en un banquillo y ve a sus hijos correr como locos. Sonríe porque no sabe cómo manejaría la energía de Said sin la de Ellis. Cuando se enteró de que estaba embarazada de gemelos quería morirse, la mujer pensó en las mil maneras en las cuales podía accidentarse, morir y evitarse el sufrimiento de ser madre soltera. Elías estaba triunfando en el arte, haciendo sé un nombre y no tenía tiempo para ella, estaba pro todo Europa promocionando su arte, y en más de una foto la había visto junto a mujeres. Ella le preguntó si estaba lista para mudarse juntos y él terminó la relación, o encontró el momento y las palabras para informarle que estaba embarazada. —Nalany—dice Elías y ella le mira asustada. —¿Cuál es Said y cuál es Elías? —El que intenta estrangular a su hermano es Ellis y Said es el que le muerde. —Ella abraza su bolsa y mira el parque con la intensión de tomar a sus hijos y ponerse a correr. Elías toma asiento a su lado. Y le toma de la muñeca, mira el anillo y la mira a los ojos, llenos de temor y tristeza, ya no tienen aquel brillo especial. —¿Hace cuánto lo sabes? —Hace unas horas, pero no sabía si matarte o a mi tío. Los niños se acercan corriendo hacia su madre, al ser solo ellos tres, se cuidan el uno al otro, pero con su madre son excepcionalmente protectores y amorosos. —¿Mamá te están molestando? —pregunta Said quien es más rápido con las palabras que su hermano, El otro cierra su niño y lo presiona con su otra mano. Nala les mira y a Elías, quien se presenta como un amigo de su mamá, extiende su mano hacia los niños y ellos educadamente saludan, Nala les acaricia el pelo y dice: —¿Recuerdas cómo tú estabas preguntando por tu papá? Santa Claus y Dios te lo concedieron—Los niños pasan su mirada por Elías. —¿Eres nuestro papá? —Sí—responde y se pone de cuclillas. —¿Sabes jugar Karate? —pregunta Said. —Sé jugar muchas cosas. —responde y ella sonríe. —Tengo una pregunta, si mamá nos da una bola extra de helado cuantas más nos puedes dar tú. —Yo puedo añadir dos más. Ellis sonríe hacia su madre y Said da un salto, luego golpea el hombro de su padre y Elías intenta no reírse, son idénticos a él, pero tiene la sonrisa dulce de su madre, para sorpresa de ambos. —Tu papá vive en un hotel, y va a llevarles ahí después de darles tanto azúcar para que destruyan todo. —A nosotros nos encanta destruir cosas. —su padre ríe y los dos saltan. —¿Quieres destruir cosas? —¿Cómo qué? —Todo lo que encuentres en el suelo. Elías se encuentra corriendo, jugando con palos, con piedras que Nala veta de inmediato y dando saltos, como si fuese poco ha ido a los columpios y les ha empujado tan alto como su madre les ha permitido, los tres está agotado, pero ninguno dice nada. —¿Quieren algo? —Mamá trae muchas cosas en ese bolso—informa Ellis y su padre ríe. Nala carga con jugos, pan, galleta, confites, vendajes porque dos niños es el doble de probabilidad de accidentes. Les da su jugo a cada uno y su emparedado, Elías le mira a los ojos y le toma de la mano, le besa los nudillos y la mira con los ojos entrecerrados, ella sabe de inmediato que va a molestarla y pregunta: —¿Tienes un jugo para mí? —Ella le da un jugo y abre una botella de agua para ella. —¿Quieres algo de comer? —No, gracias. Ya la cena está lista en casa. —¿Elías puede venir? Los tres ven a Nala y ella acepta. —¿Mami, podemos ir en taxi de regreso? Me duelen los pies. —Yo quiero correr más. —¿Te parece si te cargo? —pregunta Elías y el niño asiente—¿Y aceptas una carrera Said? Los niños le ven sorprendidos, puede adoran hacer locuras, es entonces cuando Said le pregunta a su padre su Ellis puede ir en sus hombros para hacer a la carrera más complicada. Nala no dice nada, los ve posicionarse y le hacen una seña para ser si no va participas, de la mitad del parque al primer árbol que ubican cerca de las aceras, Ellis hace el conteo y Said sale volando, Nala que leva años aprendiendo sobre maternidad corre con sus fuerzas, sin embargo, se le olvida. —No puedes dormirte—le advierte su madre. —Él siempre se duerme. Elías les compra a ambos un helado y les invita a irse a casa conversando sobre lo que ven en el camino y dando pistas los unos a los otros, para que no se duerman, el que encuentre más elige el postre después de la cena. Nala es sorprendente con sus hijos, antes de que digan algo ella parece saberlo y él sabe que separarles neo es una opción. El pequeño en sus brazos, Said le observa con tanta atención que le da miedo, pero el helado de limón es un distractor fenomenal. Le encanta oírles hablar español inglés porque lo hacen con un acento tan pesado árabe que quiere reírse. Nala había ido de las defensoras del español en el palacio si la reina puede aprender por nosotros, nosotros debemos aprender por ella, Fátima y Nala había apoyado a su familia toda la vida, él le había prometido a su madre amarla y la había convertido en una cansada, pero excelente madre. Ella le invita a su apartamento y encuentra el lugar precioso, limpio, con una ambiente espectacular. —¿Qué hay de cenar mamá? —Garbanzos y el que se queje verá cómo comemos toda la semana garbanzos. —¿A quién no le gustan los garbanzos? —pregunta Elías, muy horrorizado. —A nosotros y ella lo sabe —se queja Ellis. —Se han portado bien, así que llenaré la tina, los dejaré jugar treinta minutos, cenamos juntos y a dormir que mañana mamá tiene que trabajar ¿Entendido? —¿Puedo ayudar en algo? —¿Puedes calentar la comida? —pregunta Nala. Elías asiente y los niños corren al baño y se quitan la ropa. Si madre les deja con la espuma y la temperatura de agua correcta, se trae el monitor a la cocina y se encuentra a Elías probando la comida, ella eleva una ceja y él se ríe. —Te estás comiendo toda la carne. —Era un pedacito, pequeño —Ella asiente y él sonríe. —Nala, no quiero quitártelos, no quiero pelear. —¿Entonces, qué quieres? —Tenemos dos hijos, precioso, y ningún hombre les amará como yo, su padre—Ella lo sabía, había intentado tener citas y había fracasado porque nadie entendía que sus niños era primero, me gustan mucho los niños… los suyos no terminaban por gustarles. —Voy a ser rey, competiré contra mi hermano y para ello debe estar casado y tener hijos. Los dos nacimos para tener un matrimonio arreglado, y quien sabe… en unos años podremos perdonarnos, podremos confiar de nuevo y hasta darles un hermanito. —Elías, tú puedes decidir no ser rey. —Elige, los niños o la corona. —Nala, me negaste a mis hijos, no estás en condiciones de negociar, hace cinco años te hubiese dicho que sí… —Ni diez ni cinco. Siempre has ido por un papel que no te corresponde. —Tú solo tienes una opción —¿Mamá, por qué él te está gritando? —No le estoy gritando, hablé fuerte porque mamá se ve preciosa en naranja e insiste en ir toda de n***o para la boda. —¿Cuál boda? —preguntan los niños. —La nuestra. ¡¡Hola, chicas!! Me cuentan cómo les está yendo con la historia, ¿muy complicada, les gusta, entienden que van con realidades paralelas? Porque tengo ganas de reiniciarla y dividirla en dos novelas distintas; “el príncipe y la mesera”, “el príncipe y la mucama”. Me cuentan qué tal y ahí veremos felices fiestas.
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