Todo por el reino

No vuelvas

Elías regresó tres días más tarde a su casa, su tía había volado para ser el apoyo que Selene necesitaba y él indiscutiblemente quería ser el apoyo que Farah necesitaba y durante su viaje a Grecia había encontrado algo precioso para asegurarse de que Nala supiera lo importante que era para él. Recibió ayuda del asesor, Kaplan era la persona que más le amaba después de su familia y estaba seguro de que daría la vida por él, le conocía mejor que nadie y le quería más que a nadie.

Prepararon la cueva y Elías se vistió con un traje de celebración. Kaplan fue por la pequeña Nala y la sacó a escondidas de la habitación, le pidió que se cambiara de vestido en la cochera y ella obedeció porque pensó que era un juego de Farah. Fue hasta que llegó a las cuevas que se dio cuenta de que era más que su amiga.

Se trataba de Elías quien estaba de pie. Esperándole con cierta impaciencia, porque sabe que su novia es determinada y si decide decir que no le quiere ver y si prefiere a su familia. Él toma una bocanada de aire y sonríe.

Nala nunca había ido a una cita, sus papás les llevaba a fiestas para buscarle un marido desde que cumplió catorce y ella se había encargado de desanimarles con su mal humor y un toque de torpeza. Se veía guapísimo. La joven bajó del auto con ayuda de Kaplan, quien la entregó al príncipe.

Elías besa los nudillos de los dedos de Nala, ellos se miran a los ojos y la joven, finalmente dice:

—Pensé que me habías abandonado.

—Nunca te abandonaría. El día que quiera terminar contigo seré claro al respecto, pero creo que no es un día cercano o posible.

—Después de lo que mi mamá dijo.

—Tu mamá y mi papá tomaron una decisión fantástica, porque nos permite tomar la correcta hoy a nosotros dos.

—Elías y soy tu empleada, tu papá ha despedido al mío y ahora mi trabajo ayuda a pagar las deudas de mi familia. No puedo hacerles esto.

—¿A mí, puedes hacerme esto? —Nala intentó evadir su mirada, pero Elías no se lo permitió, la tomó de la mano y la invitó a ingresar a la cueva en la cual sus abuelos se casaron, después de una toda noche de sexo o eso supondría el pueblo, así que por qué no casarse.

Elías había decorado el lugar con luces y con ventilación artificial, además había rosas y flores naranjas, como su vestido.

—Quiero que tengamos la mejor primer cita del mundo. Cuando le cuenten nuestra historia a nuestros bisnietos estarán tan obsesionados con ella como nosotros.

Elías y Nala comparten un corto beso antes de tomar asiento, él le cuenta un poco sobre su breve viaje a Grecia sin entrar en los detalles más tristes y ella le escucha. La pareja cena y ella le pone al día con los cambios en su hogar, lo furioso que ha estado su padre y que lo único que ha dejado es un cheque que no durará para toda la vida de sus hermanos.

—Les ayudaremos. Cuando llegué el momento tú y yo nos haremos cargo.

—Es una ilusión pensar que estaremos juntos toda la vida.

—¿Por qué nuestros abuelos sí pueden pensar eso y nosotros no?

—Ellos no podían divorciarse.

—Es lo más horrible que he escuchado. ¿Por qué asumes que habrá un divorciarnos?

—Porque es lo que pasa en nuestra época.

—Te voy a decir mi sueño romántico más loco.

—Bueno.

—Y tú me dirás el tuyo —comentó mientras.

—Sí.

—Yo quiero una casa en California, porque es caliente y bonito, está lleno de arte, de Hollywood, drogas y sexo y la gente es libre. Evidentemente, en las películas y en mi cabeza porque en los suburbios hay vecinos.

—¿No te gustaría una mansión?

—Hay suburbios con mansiones de ricos.

—Cree que son conceptos diferentes, pero creemos que sí.

—Bueno, tendremos tres hijos; Isam, mi hijo mayor y favorito, Kalhil y Micaela.

—No… que feo nombre para tu hija.

—El único negociable es el nombre del medio y vamos a generar un sistema de audio para cantar buenas noches. El sexo todas las noches tampoco es negociable y la comida rica porque son los únicos placeres de la vida que podremos permitirnos.

—¿No serás rico?

—No, seremos pobres porque sería artista.

Nala se ríe y le da un beso en la mejilla, le acaricia la espalda y le promete que la vida siempre encontraría una forma de ser millonario, porque su arte era impresionante. Elías le besa y agradece el voto de fe.

—¿Tú cuál es tu sueño?

—Tendremos tres hijos porque es lo que quieres, yo seré arquitecta y tú pintarás todo el día, a veces desnudo. Me dolerán los pies de estar trabajando y a veces las manos, entonces tú prepararás la cena la mayor parte del tiempo. Tendremos tradiciones. Vamos a divertirnos muchísimo, creo que California no me gusta, pero, hay pueblos pequeños con verdor y animales, me gustaría que nuestros hijos sepan, sembrar y coman del patio.

—Podemos vivir en Mainvillage.

—Quiero ir algún día, Farah siempre habla del lugar.

—Lo tiene todo, es pequeño, pero tiene valles, playas, montañas frías, fauna impresionante y la gente es muy tradicionista y modernista al mismo tiempo y las casas, son impresionantes. Apenas cumplas la mayoría de edad te llevaré y elegiremos una propiedad y una casa y empezaremos a pensar en el futuro.

—Te amo.

—Te amo muchísimo más —le asegura Elías.

El joven saca de su bolsillo un anillo de promesa, tan sencillo como bonito, delgado, de oro. Y diseñado para usar en el dedo índice en lugar del anular, tenía unas hojas pequeñas encima y un diamante en la parte trasera. Elías le explica:

—A veces las cosas serán difíciles. Cuando lo sean, tú siempre podrás mirarlo y recordar que estaré contigo, pase lo que pase.

Elías coloca el anillo sobre su dedo y ella sonríe, el joven se acerca y le da un beso.

Al día siguiente, Elías fue a la casa de Nala y buscó a su madre. Fátima le había cuidado a él y a sus hermanos desde pequeños y le tenía cariño y respeto, impresionantes. El joven mira a la mujer y ella a él.

—Fátima, quiero a Nala, sé que no puedo ofrecerle más de lo que mi padre te dio a ti, por ahora. En cuanto mi hermano sea coronado rey, todo será sobre nosotros e incluso si no fuese así, siempre estaré a su lado, la amo y me gustaría tu bendición.