Todo por el reino

Reflexiona

Elías querría gritarle a la mujer que era una jodida mentirosa, porque sus padres se amaban, sin embargo; recordaba muy poco afecto entre ellos y la única persona que podría confirmar o desmentir era su tío Isam. Elías salió de casa y llamó a su hermano.

—Kam.

—Eli.

—Quiero saber si papá tenía una amante.

—Ay, no… no puedo con esto.

—¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

—No.

—¿Quieres o puedes contármelo?

—Sabes, cómo estás diseñado para ser mi fiel protector y amigo.

—Sí.

—Necesito que seas mi amigo, mi hermano y que no me juzgues. ¿Puedes hacer eso?

—Eres mi hermano, siempre que me necesites por más loco y mierda que seas a veces, siempre, siempre que llames voy a contestar y estar ahí.

—¿Puedes tomar un vuelo?

—Haré una maleta. —responde y llama a su mayordomo para que arregle el viaje. Elías sube a su habitación y toma su maleta, la llena con las primeras cosas que ve en la habitación y sale en busca de su pasaporte.

Choca con Lorenzo y un plato gigante de uvas. Elías toma un puño y muerde un par de uvas.

—Están heladas.

—Las mojé para que comiencen a derretirse—comenta Lorenzo.

—Gracias por ayer, hermanito.

—Con todo gusto. ¿A dónde vas?

—Voy a visitar a mi hermano. Regreso en dos días máximo.

—La cuidaré por ti.

—Gracias

Lorenzo fue a su habitación y se encontró con Farah la cual tenía condimentos para las uvas, la joven se los echó y le dio iniciar a la película, no pudo evitar comentar lo romántico que sería si los rumores fuesen ciertos. La joven pone sus dedos más cerca de los de su hermanastro, comparten una mirada y Farah pasa su mano por el pecho de Lorenzo.

—Farah… nosotros, somos familia, somos… hermanos.

—No quiero que seas mi hermano.

—No puedo ser nada diferente a eso. —responde y toma la mano de la princesa. —Te quiero, muchísimo, pero tienes catorce y según la leí de ese lugar tendrá que casarme contigo o lo que sea. No voy a irrespetarte. No irrespetaré a mi hermana, ni a mi familia, porque es tú y yo tenemos sexo o comenzamos una relación, no solo estará mal para nosotros, sino para nuestra familia. —Réplica y le da un beso en la frente y se pone en pie, sale de la habitación y va a la de Nala, toca la puerta e ingresa.

Su padrastro le observa a lo lejos y niega con la cabeza, porque discutir con Elías es una posibilidad jugosa y muy válida, discutir con su hijastro aumenta la posibilidad de que se aleje por completo y eso despedazaría a su esposa.

Lorenzo ingresa. La habitación de Farah. Y le saluda, toma asiento en la silla junto a la ventana y no dice nada más. Ella ve al hijastro del rey, innegablemente bello, muy inteligente, pero sensible como nadie podría imaginar.

—Quieres conversar.

—No, tú.

—Tampoco.

—Farah le hace un hueco en la gigante cama y Lorenzo se acuesta a su lado, leen en silencio absoluto y se dedican a ellos por varias horas. La puerta de la habitación se abre abruptamente y los dos ven a Max quien se acuesta en medio y les comenta sobre un secreto mágico que leyó en el diario de su abuela.

—¿De dónde sacaste los diarios?

—No voy a decirles—responde Divertido. —Voy por Elías y por Farah.

—Elías no está—responde Lorenzo.

—¿Dónde está? —pregunta su hermano decepcionado, pero no es el único.

—Se ha ido, prometió que volvería.

Farah sintió la decepción recorrer su cuerpo y tenía tantas ganas de llorar. Tomó el brazo de Max y cerró sus ojos para intentar evitar el llanto.

Elías le había abandonado a la primera.

El joven en cuestión, tras seis horas de viaje, había llegado al país del cual su hermano se había enamorado. Le pide a Kaplan su sirviente que le lleve directamente a verle, luego se pensaba alijar en el hotel, pero su hermano parecía necesitarle con urgencia. Cuando llegan al destino, Elías observa desde afuera el hospital. Llama a Kamal quien no responde y tanto él como su sirviente ingresan en busca del hombre. Les indican el piso en el cual está Kamal, solo en espera de alguna información, se sentía triste y no podía evitar sentirse asustado, culpable, triste y destrozado, por él y por Selene. Elías siente gran alivio al verle, tiene los ojos llenos de lágrimas y Elías toma asiento a su lado.

—¿Qué pasó?

—He perdido un hijo.

—¿Qué ha ocurrido?

—No sabemos, estábamos en la cama, ella se estaba echando cremas y conversado sobre el color de la habitación, recuerdas la habitación que mamá pintó para nosotros. Ese color quería. Se lo propuse y ella aceptó con animales del mar y barcos. Entonces, Selene dijo que no, porque el mar no siempre tiene buen augurio.—Kamal llora mientras sigue contando una historia que para su hermano no tiene sentido alguno. — Es aguamarina, es unisex. Ella no tuvo dolor ni se sentía mal. A mitad de la noche comenzó a sangrar, las sábanas, el colchón y le traje al hospital. Ayer nos dieron 24 horas para que se recuperara con medicamentos o tendrían que sacarle… Están en cirugía. —responde y su hermano. Toma de la mano de Kamal.

—¿Cuántos meses tenía?

—Cinco meses, iba a hacer una cena y decirles a todos.

—¿Y te has casado?

—No.

—Kamal… ¿Dónde está tu asesor?

—Lo despedí hace semanas, insultó a Selene.

Elías le pide a su hermana un poco de contexto para entender toda la situación en la que está metido, porque un hijo siempre en una bendición, pero, para un futuro rey, un hijo, antes de una boda, traía siempre problemas. Por eso Kamal se sentía culpable, era como si dios le estuviese recordando que él era un rey mediocre de una tierra pequeña y al no estar casado no era merecedor de ser padre, de conocer a su hijo y hacer inmensamente feliz a su mujer.

—Kamal, es muy doloroso, pero en lugar de enojarte con Dios piensa que su plan es mejor.

—¿De qué me ayuda al quitarme a mis padres o a mi hijo?

—¿Por qué no reflexionas? Dios te dio una segunda familia, tienes tres hermanos más. Te está dando la oportunidad de hacerlas cosas bien, planear una boda, casarte con tu mujer, crear una familia y fortalecer tu reino. Si la amas, Dios te está dando de la oportunidad de ser un hombre honorable.

—Yo sé que sí. —Responde.

—¿Quieres dormir?

—No, yo he perdido de ser padre, ella ha perdido a una persona que ha cuidado dentro de su cuerpo por semanas.