Las historia se repite

1583 Words
Elías había encontrado la forma de que Nala estuviese a cargo de atender su cama todas las noches, la joven obediente prepara la cama en las noches, ayuda a Elías a desacomodarla y en la mañana lava las sábanas. En medio de los pasillos, cuando se encuentran, ella hace una pequeña reverencia y Elías le mira complacido. —Nala. —Príncipe. Escuchan los pasos agitados acercarse y los dos dirigen su atención hacia el rey, quien saluda a Nara con una caricia en el pelo. —Nalani, ¿has decidido qué vas a estudiar? —No, mi rey, mi familia me necesita. —Los próximos dos años son muy importantes para el proceso de selección de universidad, tú tienes que preocuparte por ello, la reina y yo nos encargamos de hablar con tu familia de ser necesario. —¿Para qué te necesita tu familia? —El dinero que ganamos aquí, nos ayuda con los gastos de mis dos abuelas y mis primos pequeños. —Sí, pero una carrera es para toda la vida—Le recuerda Elías. —¿Por qué en lugar de molestar a Nala, no vas y te ocupas de molestarte con tu propia educación, en dos meses tienes que decidirte a una sola carrera? —¿Qué tal si quiero las dos? —Elías, haz lo que quieras, pero haz algo. —Isam le despeinó el pelo y continuó caminando. Elías se giró para encarar a Nala, ella elevó un poco la mirada y vio la pose del joven que parecía a punto de explotar. —Nala, eres muy inteligente y vas a estudiar. —Podría ascender a traductora de vistas. —Elías sonrió. —Podrías, pero, sé que te gusta construir cosas y que dibujas bien. —Tú también y te niegas a ser ingeniero porque crees que ciencias políticas y relaciones internacionales es lo tuyo. —Mi hermano y mi mejor miga, discutiendo para variar. —Elías dirige la mirada hacia su hermana pequeña y ve a su tía- —Nala, voy a estar toda la tarde en mi oficina en espera de que llenes toda la documentación para tus estudios, he hablado con tus padres y están muy de acuerdo y felices. —Reina Eleonor… —No me digas nada, que ya abrí un fondo completo para pagar la carrera que elijas y tus gastos, no voy a recibir un no por respuesta. —Muchas gracias. —¿Quieres celebrar? —pregunta Farah y todos sonríen. —No… no he ingresado a ningún lado. —Ahh, pero tienes todo pagado, tal vez, dos años más tarde estarás avanzada en tu carrera, pero, quieras vivir juntas. —No creo poder aceptar. —Eres mi única amiga, conoceremos hombres guapos, nos turnaremos la casa para tener sexo y cambiaremos ropa. Será divertido. Elías se queda junto a su tía mientras Farah se aleja con sus ideas locas. Eleonor invita a su sobrino a tomar el té y él acepta. Es la tradición más inglesa en esa casa y su tía no se corta para celebrarlo. Elías le sigue al vivero que la mujer ha mandado a decorar a su gusto, él se acerca a la planta de vainilla y la observa, la reina le invita a tomar asiento y él obedece. —Elías, ¿cómo has estado? —Tú también. —¿No se me permite? —Claro que no… eres bienvenida a criticar mi vida. —Hijo, no tienes que ser perfecto en todo, tienes que pensar en tu felicidad. —¿Por qué crees que no soy feliz? —¿Lo eres? —Bueno, trabajo constantemente en ello, tengo una mamá, un papá, muchos hermanos que son mi razón de vivir. —Sí, pero qué haces tú por ti. —Me baño todos los días—La mujer se ríe. —Me puedes cumplir a un deseo. —Por mi reina todo. —Ay, Dios, hasta zalamero eres. —Responde. Y los dos sonríen. —El joven se cambia a la silla al lado de su tía y ella le invita a comer mantequilla de almendras con miel de coco, el favorito del joven, él sonríe porque se da cuenta de que está cayendo en un plan de su tía, pero no dice nada. —Esto es para una escuela de arte en Nueva York y esto para una escuela de arquitectura. —Acabo de terminar mi primer año. —Si llenas el de la escuela de arquitectura, es en Columbia, no habrá ningún problema porque ya hice llamadas. Y la escuela de arte es para que puedas seguir divirtiéndote y aprendiendo algo que sea solo para Elías. —¿Cuál es tu deseo exactamente? — Que consideres ampliamente cualquiera de ellos y que elijas al menos uno, si tomas los dos seré la reina más feliz del mundo, si no tomas ninguno voy a apoyarte siempre en lo que elijas. —Gracias. Compartieron unos cuantos chismes reales, que se basaban en informaciones del palacio, quién estaba embarazada y cuál de los peones del lugar sería despedido, Elías se rio con su tía y la escuchó con atención. Alana, la niñera delos príncipes, se acercó con Zair cargado y Farah con Amir, el más pequeño, la más joven parecía que iba a tirar a su hermano. —¿Por qué no me quiere? —Te quiere, solo estás incómoda —le acusa Elías. Nala ingresa al vivero y le pregunta a su amiga si le permite arrullar al bebé. La joven lo, mese en el aire y el bebé comienza a calmarse. —¿Nala, estás lista para ser mamá? —pregunta la otra empleada. —No. —¿Quieres ser mamá? —pregunta la reinan. —Tampoco. —La joven gira al bebé y lo deja en su abrazo para comenzar a sacarle el cólico. —¿Por qué no quieres ser mamá? —Soy hermana mayor de cinco niños, tía de ocho, ya he pasado por muchos bebés. —¿Cuál es el plan? ¿Vas a abortar? —No, pero hay formas de evitar embarazos y hay maridos que no quieren hijos o ya tienen. —Isam no quería hijos nunca, luego los tuvo a ustedes, y después adoptó a Lorenzo, y los dos nos estábamos cuidando porque no queríamos ningún hijo más, y aprecio Zair —Todos rieron. —Y luego pensamos… Zair necesita un hermano para jugar y acompañarse. —¿Y cómo pretendes hacer para que no aparezcan otros niños? —bromea Elías. —¿Ustedes si saben que las parejas pelean? —pregunta la mujer y todos asienten. —Yo he ido anotando puntos de tal forma que a su padre le toque hacerse una cirugía. —Eso es pecado—señala Farah. —Pecado es que yo me engorde y me salgan estrías mientras a él le hacen una diminuta cicatriz.—responde a la pequeña princesa, quien toma una empanada de hojaldre y suspira. Elías estaba acostado en una hamaca cuando su hermano se acercó a él. Maximiliano le observa antes de darle un golpe en el abdomen. Elías se ríe y le hace una seña para que se acueste a su lado. —Hay un rumor. —Aquí siempre hay rumores. —Sí, pero este es sobre una empleada y un príncipe, y yo no soy el príncipe en cuestión. —¿Sabes guardar un secreto de hermanos? —¿Cómo se guardan esos, Elías? —Un secreto de hermanos es exclusivamente entre tú y yo. No le puedes decir a tu mejor amigo Lorenzo. No le puedes decir a la metiche de tu hermana Farah y mucho menos a Kamal, los otros dos no hablan, entonces no me preocupan, pero en un futuro no puedes decírselo. —Okay, puedo guardar tu secreto. —Okay, entonces es cierto. —¿Cuál parte? —La de un príncipe y una de las mucamas. —¿Es solo sexo o la amas? —Al principio, antes de irme era solo sexo para ayudarme a dormir, ahora, es… complicado, es… intenso, hoy conversaciones y me preocupo por ella, por su futuro, por lo que quiere. —¿Entonces, hay amor? —No sé. —Responde Elías. —¿Cómo sé eso? —No tengo idea, nunca he estado enamorado. —¿En serio? —¿De verdad? —Elías, ¿quieres jugar dominó? —pregunta Lorenzo. —Papá, Farah, Max y yo vamos a jugar. —Dame cinco minutos y llegamos. Lorenzo asiente y va de vuelta por el jardín, se encuentra con Farah y juntos van a la mesa en al que les espera sus padres. Maximiano y su hermano se salen de la hamaca con miedo de caerse, pero lo logran evitar y el más pequeño le dice a su hermano: —¿Sabes, que el amor es un regalo de Dios? En todas las escrituras parece premiar a la gente con amor; de su familia, sus hijos, sus padres, cónyuges. Si crees que has encontrado a alguien a quien amar. Demuéstrale que vale la pena disfrutarlo y vivirlo juntos. Si tú no juegas tus fichas, acabarán casándola Elías y a los dos les dolerá inmensamente saber que pudieron haber recibido una bendición y se negaron a ello. Elías estuvo mucho más pensativo durante el juego, logró ganar una vez a Lorenzo, quien por alguna razón es demasiado competitivo y muy astuto ante cualquier jugo y cenó junto a su familia comida preparada por la reina.
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