El amor

1397 Words
Farah fue la primera en despertar, Lorenzo estaba abrazado a ella como un pretzel, tenía sus manos sobre sus pechos, una de sus piernas encima de las suyas y su barbilla apoyada contra su cabeza. Ella se quedó en silencio contemplando el amanecer que la ciudad les estaba dibujando. Después de una hora intentando encontrar la forma de salir de los brazos de Lorenzo sin despertarle, se dio por vencida y simplemente se movió. Él abrió los ojos disgustados y se apoyó en su codo para ver cuál era el plan de Farah. —¿Tienes que ir al baño? —Buen día, Lorenzo. ¿Despertando y ya peleando? —No, solo… ¿a dónde vas? —Me urge... orinar, si no te importa, luego voy a meditar en la terraza. —¿Meditar u orar? —Un poco de ambas. —Me invitas. —Lorenzo, puedes seguir durmiendo, no me molesta. —No quiero dormir sin ti y vas a meditar, puedo meditar. —Odias estar en silencio. —Tal vez puedas enseñarme. —¿Podemos… probar? —responde no muy convencida. —Voy por unas cosas, no empieces sin mí. Mientras ella prefería iniciar su día temprano, pero de una manera lenta, Lorenzo parecía tener toda la energía del mundo. Le vio ponerse sus pantalones y la camisa que traía de manera apresurada, el joven le dio un beso en los labios y le recordó que le “urgía orinar” hace tan solo tres minutos. Ella se quedó sentada sobre la cama y mientras él iba por las cosas. Farah, fue al baño, hizo sus necesidades, decidió tomar una ducha de tres minutos para lavar bien sus partes íntimas, su rostro y estar un poco fresca. Cuando estaba por envolverse, Lorenzo asomó la cabeza en el baño y le observó extrañado. —¿Te acabas de medio bañar? —Sí… rápido. Luego ya me pienso meter en la tina con rosas, agua caliente y tú. —Me encanta el plan. —Okay —responde ella. Los dos se quedaron mirando y ella decidió salir de la cabina de baño para secarse y vestirse porque Lorenzo no tenía cara de querer moverse. —Bueno, quieres que traiga algo. —Esta es mi rutina de la mañana, en ella hay mucha paz, porque no sabemos qué deparará el día. —Lorenzo asiente. —¿Quieres hacerte skincare? —pregunta Farah y su novio asiente. —Traje mis propios productos porque no sé si quieres que me vaya. —No quiero que te vayas. —Bien, porque me traje las tres maletas—Los dos sonríen y ella toma su ropa interior, se la coloca y después su atuendo de meditación. Lorenzo decide aprovechar para darse un baño rápido como el de Farah, usa de su gel de baño con olor a naranja y sonríe mientras lo esparce por su piel, la joven inicia con su rutina de piel en el rostro y escucha a los de servicio al cuarto dejarle todo lo necesario para su té. Adora las mañanas, así temprano, con el clima fresco y natural, no el artificial que tiene Lorenzo con el aire acondicionado. La joven gira su mirada hacia él, quien sonríe. La mirada iluminada, los dientes blancos, su dulzura simplemente le contagian y ella sonríe igual. —¿Qué te estás pasando? —Retinol. —Yo tengo uno muy bueno, con ácido hialurónico. —Lorenzo, puedes reconocer que te inyectaste el ácido hialurónico. —Bueno, sí, pero, no donde crees. —¿Te lo pusiste en el pene? —Lorenzo ríe. —No, mi pene y yo felices, ¿Tú? —Complacida. Tenía una expectativa un poco más… ¿Impresionante? —Gracias siempre por insultar mi virilidad. —Déjame terminar. Tú estuviste bien y tu pene parece tener un buen tamaño, pero, lo que me gusta más es su grosor. No si vas súper hondo, sino… —Farah —le interrumpe. — El skincare o el porno que me estoy montando en mi cabeza. —Eso es cosa tuya porque te estoy incluyendo en mi rutina y el sexo no es parte de ella. —El sexo matutino es buenísimo. Entonces… rutina. —Vale, solo quería decir, que el sexo en el porno es mucho más complicado y brusco. —continúa Farah mientras se aplica un espray con olor a rosas. — Contigo es perfecto, agradable. —Me alegra —Responde y le besa en el hombro para no arruinar lo que lleva aplicado en la piel, Lorenzo le explica la importancia del rol y de tratarse a uno mismo con amor. Ella sonríe, porque muchas de las cosas que le gustan de Lorenzo, son características que comparte con su madre, la forma en la que son cálidos y amorosos en un lugar en el que les enseñan a ser distantes. Farah había recibido más amor y unión con sus hermanos desde el momento en el que sus padres fallecieron e Isam tomó ese Roll. La joven fue a la habitación y tomó su celular, llamó a su padre. No obtuvo respuesta, en dos ocasiones. —¿No tienes una norma de no celulares? —Peleé con papá, creo que tengo que disculparme. Fui grosera y le amenacé. Sabes cómo me ponga cuando quiero ganar. —Ayer estaba muy molesto. —Hoy es otro día—Dijo la joven antes de volver a intentar. —Farah, que el enojo te haya abandonado no quiere decir que el suyo se haya disipado al mismo momento. —Lorenzo, necesito solo disculparme. —Llama a mi mamá. —No, la he estado evadiendo. —¿Quieres que llame yo? —No, voy a escribirle. ¿Me das diez minutos? —pregunta y él asiente. Lorenzo va al baño a terminar de colocarse sus productos para el rostro, el cuello y las manos porque le disgusta que estén duras debido al uso de implementos deportivos. El joven sale y se encuentra a Farah sentada con el computador mientras busca las palabras adecuadas para dedicarle a su padre. Él le sirve el té y se lo deja al lado, va al balcón para leer en su celular sobre meditaciones de pareja. Fara revisa su correo un par de veces antes de enviarlo: Querido rey y padre Isam, Lamento haberte minimizado, no fui justa ni respetuosa al dirigirme a ti el rey de Reyes, una vez príncipe del desierto, y actual rey de luz, rey del sol, hermano favorito del Rey Amir, Tío y Padre de sus hijos. No tengo palabras que describan lo avergonzada que estoy por mi elección de palabras y tan extenuantes demandas de los últimos días, sobre todo porque sé que tu respuesta negativa siempre viene acompañada del temor a que salga herida o rechazada. Pues mi dolor sí es muy grande porque esta ley del hielo tan estúpida y prolongada nos ha apartado. Te amo con mi vida papá, no quiero que estemos peleados bajo ninguna circunstancia. Mi primera obligación como reina, debió haber sido explicar con honestidad que veo en tus ojos y escucho en a forma en la que arrastras las palabras tu necesidad de descansar, disfrutar de esa vida que has soñado con esa compañera amorosa, inteligente y paciente que la vida te ha entregado. Tienes que desocupar el cargo al que te has obligado a atender de forma maravillosa por lealtad a la familia, los recuerdos de tus padres y los deseos de tu hermano. Es momento de que pienses exclusivamente en ti, en esos dos hijos pequeños que necesitan toda tu sabiduría y amor de papá con el que mis hermanos y yo fuimos bendecidos y sobre todo, disfruta de Eleonor. El amor es el regalo más grande del mundo. ¿Cuánta gente puede decir que lo encontró? ¿A cuántos les han dado una segunda oportunidad con todos los pluses? Papi, perdón por ofenderte. Perdón por herirte. Espero que pronto podamos sentarnos a hablar y encontrar una solución para el reino. Tierra del sol pueden no estar lista para tenerme y aceptarme como su legítima reina, pero yo estoy lista para dar la batalla, para enfrentar la guerra que mi feminidad significa, y sobre todo, para sanar con amor e inteligencia a mi pueblo. Con amor, admiración y respeto Tu hija, Farah, la princesa del reino. A mí me encantaron las palabras de Farah. ¿Ustedes?
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