POV Alexander. Esa noche volví al club. El aire olía a sexo y a perfume caro, una mezcla que ya se me había metido en la piel. La música sonaba y las luces rojas dibujaban sombras sobre las paredes. Sabía que ella me esperaba. Isabela Cortés. La primera mujer que me mostró hasta dónde podía llegar si dejaba de resistirme. La que me rompió. Pero esta vez sería distinto. Esta vez los papeles se invertirían. Cuando entré en la habitación, estaba allí, sentada al borde de la cama, con un vestido n***o ajustado que apenas cubría su cuerpo. Cruzó las piernas con elegancia, fingiendo calma. Su mirada me recorrió de arriba abajo, evaluándome, como si buscara al hombre sumiso que ella había tenido entre las manos. —Te ves distinto —dijo, con esa voz que todavía sabía cómo encenderme. —Y tú ig

