POV Alexander
Salí de la casa muy temprano, evitando cruzar la mirada con Belén. No quería enfrentar su silencio ni su reproche disfrazado de normalidad.
La obra me recibió con su rutina de siempre: cemento, polvo, voces roncas de obreros y el sol quemándome la piel. Pero yo ya no caminaba igual. Había algo distinto en mí. Lo notaba en la forma en que los muchachos me miraban, como si intuyeran que cargaba un secreto, una fuerza nueva.
No saben nada. No saben que en las noches me convierto en otro: un hombre con traje, con perfume caro, rodeado de mujeres que me observan como si fuera un manjar prohibido. En ese mundo, soy deseado. Soy admirado. Soy devorado con los ojos.
Y cada vez me resulta más difícil reconciliar esos dos hombres.
En el club, la tensión me envuelve apenas cruzo la
