Capitulo 38

1838 Words

Manuel Elizondo Cuando me quedé tomando mi café, había decidido hablar con Mireya para que nos dejara en paz. Siempre fui un hombre que hacía lo que ella quería, pues estaba enamorado como un idiota. Desde el primer momento en que la vi, me convertí en una marioneta en sus manos. Pero pasaron los años y nuestra Connie nació, y ahora ella era la luz de mis ojos. Ya no me importa lo que Mireya hacía, pues tenía a mi hija y eso me llenaba de felicidad. Mi felicidad fue mayor cuando nació Manuelito. A pesar de que los problemas con Mireya ya eran insoportables, yo seguía ahí para que mis hijos tuvieran una madre, pero vaya madre que les tocó; las llenas aman más a sus crías que Mireya a sus hijos. Cuando mi hija me da los papeles donde Manuelito se tiene que ir con Mireya, no lo puedo cree

Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD