Connie Desde la lectura del testamento, Nicolo había estado con un carácter de mil demonios. Yo solo me dediqué a buscar a la persona indicada para realizar esa boda, con tan poco tiempo. Había recibido varias llamadas de Edward; no tenía ni idea de cómo había conseguido mi teléfono. Habían pasado apenas dos días desde que habíamos regresado de Nueva York, pero parecían dos semanas enteras. A la oficina le habían apodado "el infierno", pues Nicolò parecía un demonio. Recibí un correo electrónico de la wedding planner, que había conseguido una diseñadora capaz de hacer el vestido en apenas unos días. Cuando terminé de leer el correo, miro a Annie un poco nerviosa. Ella me mira confundida y, antes de que diga algo, yo suspiro. —Necesito a la señorita Camil, pues la diseñadora necesita tom

