Capitulo 2

1815 Words
Connie Estoy de pie frente a mi padre, con los brazos cruzados, esperando una explicación. Solo veo que juega con sus manos, nervioso, pero no dice nada porque guarda silencio sobre algo que parece tan importante. El hombre se vio muy seguro de poder sacarnos de esta casa. ¿Quién es ese hombre? ¿Qué es lo que quiere? —Papá, estoy esperando que me des una explicación. Necesito saber si las amenazas de ese hombre son reales. ¿Te imaginas qué pasaría si nos sacan de esta casa? Quedaríamos completamente en la calle. ¡Habla de una vez por todas! Él agachó la cabeza y suspira. Cuando la levanta, puedo ver sus ojos rojos, casi a punto de llorar. —Lamento decirte que puede hacerlo si no le pagamos el dinero que se le debe, pero creo que ni siquiera con esta casa podríamos pagarle esa enorme cantidad. Yo lo miro con los ojos muy abiertos. ¿De qué cantidad estamos hablando? ¿Qué ni siquiera con esta casa podríamos pagarle? ¿Y de dónde debe tanto dinero que yo no sabía nada? —Pues entonces necesito que me digas quién es ese tipo y dónde está el dinero que supongo te han prestado. ¿Cuándo fue eso? ¿En qué momento que yo no estaba enterada? Él limpia una lágrima que baja por su mejilla y sonríe triste. Estoy segura de que esto tiene que ver con mi madre. —Es una historia complicada, así que ven acá, siéntate a mi lado. Yo hago lo que me pide. Él toma mis manos entre las suyas y me mira a los ojos. —Yo trabajaba en las empresas Falcón. Duré muchos años trabajando ahí. Ahí conocí a tu madre; era la secretaria de presidencia mientras yo era un simple vigilante. Nos enamoramos y nos casamos cuando menos lo esperé, ella estaba embarazada de ti. Fue el día más feliz de mi vida. Pensé que la de ella también, pero tuvo que dejar el trabajo para cuidarte, y yo no ganaba tanto como ella estaba acostumbrada a comprar ropa de marca, perfumes caros, a otra vida completamente diferente de la que yo podía darle. Yo lo miro atenta, pero estoy segura de que si me está platicando esto es porque sí tiene que ver con mi madre. —Pasaron los años. Cuando nació Manuelito, yo fui tan feliz, pero ella no, había cambiado tanto. No era la mujer con la que me había casado. De igual manera, la entendía. Empezó a gastar dinero que no sabía de dónde estaba sacando, hasta que un día tocó a mi puerta el presidente de las empresas Falcón. Tu madre le había firmado un pagaré. Como había sido su secretaria por mucho tiempo, él confió en que ella le pagaría, pero yo no contaba con que era tanto dinero. Como yo seguía trabajando para las empresas, se me descontaba en pequeñas cuotas. Sabía que jamás terminaría de pagarles, solo que el día que tu madre se fue, esas cuotas dejaron de cobrarse sin ninguna explicación. El error más grande fue no preguntar el por qué. Yo lo miro con los ojos entrecerrados, suspiro y hago la pregunta que no estoy segura si quiero saber la respuesta. —Él es el hombre con el que se fue mi madre, ¿cierto? Mi padre sonríe, pero ese silencio hace que compruebe que lo que estoy diciendo es verdad. —El le daba todo lo que yo no podía darle. No quería verla, así que solamente solicitó el divorcio y jamás volví a tener contacto con ella. Obviamente, renuncié a la empresa y me fui a trabajar a otro lugar. Tú sabes lo mucho que me esforzaba, pues te faltaba tan poco para terminar la universidad cuando esta maldita enfermedad... Yo tomo sus manos entre las mías. Me duele todo lo que me dice, pero tampoco lo puedo juzgar por guardar este secreto. Es vergonzoso la forma en que mi madre hizo las cosas. Mi padre es un hombre bueno; obviamente no es rico, y eso era lo que ella más deseaba: tener dinero. —Vale, hasta aquí entiendo todo muy bien. Mi madre es una desgraciada que te dejó por el exjefe que tenía, pero este tipo, ¿quién es? ¿Y por qué viene a reclamar nuestra casa? Él suspira y se pone de pie. Va hacia su recámara, tarda unos minutos. Cuando regresa, me muestra un folder. Yo lo abro y empiezo a leerlo. Mi padre se había comprometido a pagar el dinero que mi madre había pedido, pero yo sigo sin entender si mi madre se fue con el dueño de la empresa, ¿qué tiene que ver mi padre en todo esto? —Padre, explícame porque no te entiendo nada. Si son documentos firmados por ti, supongo que ya no tienen validez. Él se vuelve a sentar a mi lado y suspira cansado. —Desgraciadamente sí lo tiene. El hombre que viste afuera es Nicolo Falcón, hijo del presidente de las empresas Falcón. Su padre ha muerto. Tu madre le quiere quitar toda la herencia que, obviamente, le corresponde: una parte por ser su esposa, pero la otra parte le corresponde a los hijos. Al parecer, tienen una guerra. El hombre encontró los documentos que yo le había firmado y ahora viene a que yo salde esa cuenta. El problema es que ya no solamente es el dinero que le prestaron a tu madre, sino que tiene intereses. Yo lo miro con los ojos muy abiertos. Creo que él se quiere vengar de nosotros porque mi madre estuvo con su padre, pero y nosotros, ¿qué maldita culpa tenemos de que mi madre sea una zorra? Pero necesito saber de qué cantidad estamos hablando. —¿Cuánto es? Él niega y sonríe triste. —Ay, hija, esa cantidad nosotros nunca la podremos ver. Es una cantidad impresionante. Creo que lo mejor es... Ni siquiera lo dejo terminar de hablar. Presiono sus manos, que aún están entre las mías. —Padre, ¿cuánto es? Entiende que no existe la posibilidad de que nosotros nos marchemos de aquí. ¿Adónde iríamos? No tenemos a nadie más. Él suspira derrotado y asiente. —Tampoco hay la posibilidad de poder pagarle, hija, pero está bien. Estamos hablando de 2 millones de dólares. Esa es la cantidad. Les juro que cuando dijo eso, dejé de respirar. 2 millones de dólares. ¿De dónde diablos yo sacaría una cantidad tan estúpida como esa? Yo me pongo de pie sin decir nada y voy hacia mi recámara. Cuando cierro la puerta, me recargo en ella y me dejo caer. Coloco mi cabeza en medio de mis piernas y empiezo a llorar como una niña pequeña. ¿Ahora qué diablos voy a hacer? También tengo que cargar con los pecados de mi madre. Dios, ayúdame, por favor. Después de permanecer ahí, no sé cuánto tiempo, pero mis piernas se han entumecido. Me pongo de pie y, con un poco de dificultad, camino hacia la cama. Me tiro en ella y cierro los ojos. No quiero pensar en nada, no ahora. Ya mañana sabré qué haré. Por la mañana, me levanto muy temprano y me visto para ir a trabajar. Cuando salgo, mi padre apenas está haciendo el desayuno. Supongo que mi hermano sigue dormido. Cuando él me ve, agacha la cabeza. Yo me acerco a él, tomo su rostro entre mis manos y le sonrío. —Deja de preocuparte. Te juro que vamos a salir de esta. Solo cuida a Manuel. Tengo que ir a trabajar. Le beso su frente, me doy la vuelta, pero él me detiene. —¿No piensas desayunar? Yo le sonrío. Amo a mi padre, lo amo demasiado, y sé que todos cometemos errores, pero si él no lo hubiera perdonado todo a mi madre, nada de esto estaría pasando. —Está bien, papá, no tengo hambre. —Pero hija, tienes que alimentarte. Y si te enfermas... —No te preocupes, comeré algo en la cafetería. Solo desayunen tú y Manuel. Llegaré tarde. Él solo asiente y no dice nada más. Yo salgo hacia mi nuevo trabajo. Cuando llego, Penny me recibe con una sonrisa. Me empieza a presentar a los chicos que serán mis compañeros de trabajo. Realmente, todos se han portado muy amables. Me dan las indicaciones de lo que tengo que hacer y todo es muy sencillo, pues prácticamente es lo mismo que hacía antes. Cuando salgo a mi hora de comida, aprovecho para buscar información de la familia Falcón. Cuando se abren las imágenes en internet, el primero que aparece es el hombre que vi ayer, pues se supone que es el nuevo presidente de la empresa. La verdad es que hasta en esta foto el hombre se ve imponente. Escucho que alguien carraspea detrás de mí y, de inmediato, guardo mi celular. Volteo a ver de quién se trata y Penny me sonríe. —No te dejes guiar por las apariencias, es un buen chico. Yo la miro algo confundida y ella entiende, pues se sienta frente a mí y me sonríe. —No me mires así. Los Falcón son una de las familias más ricas de la ciudad y tienen muchos negocios. Yo trabajé para ellos en su casa como cocinera, así que conocí a Nicolo desde muy pequeño. Era un niño muy noble y tierno, pero cuando su madre falleció, sufrió mucho. Yo la miro con los ojos entrecerrados. Eso no le da el derecho de hacer sufrir a más personas solo porque él ha sufrido. —No lo conozco y la verdad es que no me interesa conocerlo. Solo quería saber dónde se encontraban las empresas. Ella me sonríe y asiente, no muy convencida. —¿Planeas dejarme a tan poco tiempo de estar conmigo? Yo le sonrío y niego. Por supuesto que no trabajaría con un tipo tan ruin como lo es Nicolo Falcón. A ese hombre es el último que deseo ver, aunque sí tendré que ir para saber si realmente es capaz de sacarnos de nuestra casa. —Por supuesto que no. Estoy muy agradecida con usted por esta oportunidad, solo que mis padres también trabajaron con ellos y mi padre me contó algunas historias. Tenía la curiosidad de saber quiénes eran, pero solo eso. Ella no dice nada más, pero no borra su sonrisa. Creo que de verdad les tenía mucho aprecio. Yo me pongo de pie y sigo trabajando. La verdad es que el día se había pasado tan rápido. Me sentía agotada, pero tenía una tarea importante. Cuando caminaba hacia las empresas Falcón, mis manos sudaban. No sabía con qué me encontraría. Cuando por fin llegué, vaya sorpresa que me llevé: el edificio era inmenso. Jamás me imaginé la magnitud que las empresas Falcón representaban. Si este hombre se negaba a ayudarnos, estábamos perdidos, completamente perdidos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD