Connie Si, había llegado el día. La verdad es que mis manos sudan; estoy segura de que en cualquier momento vomitaré, pues mis nervios están a punto de estallar. Me miro al espejo y sonrío al ver el hermoso vestido que estoy portando, aunque, por desgracia, no me caso por amor. Solo ruego a Dios que estos dos años se pasen lo más rápido posible. Escucho que alguien carraspea; yo volteo a verlo y le sonrío. Se ve muy guapo con ese traje. Él se acerca a mí y me abraza. Cuando se aleja, me toma por los brazos, pero jamás borra su sonrisa, y eso me da un poco de tranquilidad. —Sabes que ya deberías estar en el salón, ¿cierto? Ya me encojo de hombros como si no importara; igual tiene que esperar. —El que quiere casarse es él, así que no importa. —Hija, si no lo quieres hacer... Yo empiez

