Connie Jamás pensé que Edward pensara de mi de esa manera. Nunca me imaginé que me llamaría ramera. ¿Por qué juzgar a una persona si realmente no sabes por qué hace las cosas? Vamos en la camioneta, Nicolò y yo, en completo silencio. La verdad es que el ambiente se siente tenso. Volteo a ver a Álvaro por el retrovisor y él solo me sonríe. Pensé que iríamos a la oficina, pero estamos llegando a casa. Cuando Álvaro se estaciona, yo me bajo de inmediato, sin esperar a Nicolò. Cuando abro la puerta de la mansión, él ya viene detrás de mí llamándome, pero yo lo ignoro hasta que toma mi brazo y me detiene. —¿Qué acaso te has vuelto sorda? Te he estado hablando. Yo me suelto de su agarre y coloco mis manos en la cintura. Él se ve muy molesto, pero no me importa, pues no estaba haciendo nada

