Connie Cuando abro mis ojos, suspiro y sonrío hasta que recuerdo dónde me encuentro. Este detalle lo recordé solo por una cosa que jamás me imaginé que me pasaría a mí. Bueno, sí, algún día, pero no ahora y menos con Nicolò. Cierro los ojos y pienso en cómo salir de la cama sin despertarlo, pues me tiene abrazada de la cintura y algo muy duro roza mi trasero. Dios, esto es vergonzoso. Y no me malinterpreten, sí tengo 25 años y tampoco soy una monja; tuve algunos novios, pero nunca pasamos de un beso. Además, mi sueño siempre fue llegar virgen al matrimonio, así que esto para mí es demasiado bochornoso. Trato de moverme un poco, pero Nicolò me pega más a su cuerpo, así que suspiro y le grito un poco alto: —¿Podrías, por favor, soltarme y dejar de rozar tu m*****o con mi trasero? Si no qu

