Las terapias físicas eran difíciles, pero las neurológicas eran desgarradoras. María, que podía hacer cualquier cosa en su cabeza, y que recordaba haberlo hecho todo bien en su pasado, no era capaz de hacer casi nada y eso le generaba una tremenda frustración. Nunca, de verdad nunca en toda su vida se había sentido tan inútil como en ese momento que no pudo hacer ninguna de las cosas simples que la médico que la atendía le pedía que hiciera. Era incapaz de casi todo, incluso de contener el llanto que la rabia y la frustración le provocaban. Al principio no se había dado cuenta, quizá porque su cerebro tenía atención limitada a lo que le estaba matando: ese último recuerdo de su vida antes del coma; pero ahora, que se veía completamente enfocada en su rehabilitación, se daba cuenta de t

