Capítulo 2

1912 Words
Terminé mi infusión en completo silencio. Yoly no se atrevía a decirme nada pues sabía que estaba muy indignada con lo sucedido. Además, tampoco queríamos echar más hierro al asunto. Pasé el resto del día sin hacer nada de nada, simplemente me acomodé en el sofá y dejé que pasase el tiempo. Ese desconocido aún seguía rondando en mi cabeza. - Mira Daphne, no le des más vueltas, pero si necesitas volver hablar del tema ya sabes que no hay problema. - Yoly tenía razón, no tenía que seguir dándole vueltas. - Lo sé, gracias. - Cogí el teléfono y volví a poner el sonido. No había tenido más mensajes de ese chico, menos mal. Creo que por fin se dio por vencido. - Daphne. - Dime. - Voy a salir con unas amigas a tomar algo en un rato. - Me mira. - ¿Te quieres venir? - No, muchas gracias. - ¿Estas segura? Te lo vas a pasar bien. - No Yoly de verdad. - Dudo si debía insistir. - No puedo. Martha me ha conseguido trabajo en el Clover´s y hoy empiezo. - ¿En serio? - Si, yo poniendo copas. - Miro la pantalla del móvil y veo que ya es tarde. - Además, debo darme prisa si no quiero llegar tarde el primer día. Me levanto del sofá con pereza y me dirijo hacia mi habitación. - Esta genial eso que trabajes en un pub. - Me asomo por la puerta de la habitación y le hago un gesto vulgar con el dedo. Madre mía, hasta Yoly se extraña al imaginarme tras la barra de un bar. No sé cómo me las voy a arreglar. Me fui al baño y lo llene de espuma, me sumergí en el e imagine las mil y una forma de vengarme de ese chico tan prepotente. Suena mi teléfono y salgo corriendo del baño. Es Martha. ¿Se me hizo tarde? - Dime Martha. - ¿Qué te queda Daphne? - miro la hora y aun voy con tiempo. - ¡Esto se está llenando! - Date prisa Daphne, Martha te necesita. - Escucho al jefe de Martha desde atrás. Madre mía sí que se tiene que haber llenado y aún no son ni las doce de la noche. - Vale, vale ya voy. - Date mucha prisa Daphne, aún tengo que enseñarte cómo funciona la barra. - ¿Se está riendo? - Necesito ayuda urgentemente. - ¿Ayuda urgentemente? - Si, ¡Corre! ¡Date mucha prisa! - Colgó el teléfono sin darme opción a saber cuál era la urgencia. Me quedo mirando atónita el teléfono, pero reacciono y corro al armario. Opto por ponerme lo más cómoda posible pero arreglada, así que me meto en unos vaqueros color crema, me pongo una camiseta negra con escote en pico y apertura en la espalda, total, solo voy a estar tras una barra y voy a terminar sucia. Me puse mis botas de cowboy negras de media caña. Necesitaba calzado cómodo si iba a estar muchas horas en pie. Me apliqué una base de maquillaje muy sutil, un poco de rímel y un gloss rojo. La verdad, no me veía nada mal. Espero que no meter mucho la pata esta noche y que salga todo mal. Salí a la calle y agradecí no tener que conducir. Me gusta conducir, pero no tenía ninguna gana de usar coche ese día. Llegué al Clover´s, me sorprendió ver que no había cola cuando Martha me había dicho que necesitaba ayuda urgentemente. El portero, un tío más grande que un armario me observaba de arriba abajo, pero me dedicó una sutil sonrisa. La noche no empezaba tan mal después de todo. - Buenas noches ¿Eres Daphne? - Me preguntó el portero al cual asentí con la cabeza devolviéndole una sonrisa. Me abrió la puerta y me dejó pasar. El Clover´s no estaba tan lleno como me había dicho Martha. La miro y está atendiendo tras la barra como si llevase toda la vida sirviendo copas. - En la que te has metido tu sola Daphne. - me voy regañando mientras me dirijo a la barra. Camino con paso firme. A pocos metros de la barra observo que hay un grupo de chicos y me toca pasar entre ellos. - Por favor, ¿Me dejan pasar? - Levanto la vista y me doy cuenta que son los policías que había visto esta mañana. Me abren paso sonriendo. Me muero de la vergüenza, pero aun así levanto la cabeza y llego por fin a la barra. - ¡Daphne! ¡Por fin llegas! - ¿Dónde está la urgencia que me decías por teléfono? - No la hay, sabía que si te decía que necesitaba ayuda urgente vendrías de inmediato. - Martha se partía de la risa. - Ya te vale. - Venga Daphne no te enfades. - Me guiña un ojo. - Entra que te enseño cómo funciona todo antes que empiece el lio. - Enséñame maestro. - Entro a la barra sacándole la lengua a Martha. Tras la barra Martha me indica todo lo que tengo que saber y para mi sorpresa, no se me da mal poner copas. La música está bastante bien, el Dj se lo curra para ser tan sólo un pub de barrio. Mi radar no podía dejar de estar alerta. Todo eso de atender una barra era nuevo para mí. Desde la barra podía observar todo, incluso cosas que desde el otro lado a cualquier persona le pasarían desapercibidas. Un chico rubio que se come con los ojos a Martha se acerca y me pide un Gyn Tonic. Ya me he familiarizado con las copas y soy capaz de servirlo sin la necesidad de pedirle ayuda a Martha. Sigo atendiendo la barra y empiezo a descubrir que me gusta ese mundo de la noche. Uno de los policías de esta mañana se acerca a pedirme una copa, cuando voy a ponerla observo que el grupo tiene un integrante nuevo, está de espaldas y solo puedo observar que es moreno y alto. No le doy mayor importancia y continuo con mi trabajo. Vuelvo a mirar hacia el grupo de policías, el nuevo integrante sigue de espaldas, lleva una camiseta ceñida roja y unos vaqueros que siendo sincera le hacen muy buen culo. No sé por qué, pero tengo la sensación que le conozco, me es familiar. Martha me saca de mi mundo ofreciéndome que me sume a una ronda de chupitos al otro lado de la barra. - Toma, prueba esto. - Lo tomé de un trago. - Está bueno ¿eh? - La verdad es que sí, era dulce. El chupito era con sabor a piruleta, la verdad que estaba bueno, pero esperaba que no me subiese demasiado, no estaba acostumbrada a beber alcohol. Cogí un Red Bull de la cámara frigorífica, lo abrí y le di un trago. Necesitaba estar despierta, me daba la sensación que iba a ser una noche muy larga. Regreso a atender mi lado de la barra y miro hacia el grupo de policías. El chico moreno y alto ya no estaba entre ellos. Un chico regordete y con cara de pocos amigos me hace señas desde el otro lado de la barra. Me acerco a servirle y apenas entiendo lo que me dice. La bebida que ya lleva en el cuerpo está haciendo mella en él. El muchacho se esfuerza en vocalizar y me pide un Ron Cola con mucho Ron y poca Cola. Cuando regreso con la copa me doy cuenta que no para de mirarme el pecho. Le chasqueo los dedos y cuando consigo que levante la vista le observo una cara de lascivia enfermiza. Le sonrío, el pobre está más borracho que una cuba y no es momento de fastidiarle la noche, total, las camareras se arriesgan a eso al trabajar tras una barra. De todas formas, no recordaba que alguien me mirase así desde hacía mucho tiempo y saber que aún eras de agrado hacia el sexo opuesto subía bastante la autoestima. En el momento que estoy cobrando al chico regordete noto que alguien que está a su lado no me quita ojo y me está poniendo muy nerviosa. Cuando giro la cabeza para atender al que me estaba agobiando con la mirada lo primero que veo es esa camiseta roja ceñida sobre unos brazos fuertes. No me atrevo a levantar la vista aún, no puedo apartar los ojos de esos brazos y ese tórax que está frente a mí. Inspiro hondo y levanto la vista por fin. ¡Nooooo! - ¡Camarera! - me dice con una sonrisa de oreja a oreja. - ¡Vaya Daphne! - No me lo puedo creer, ¡es él!, resoplo.- ¿No vas a atenderme? - No puedo negarme ¡Joder!, tampoco puedo salir corriendo. - ¡Claro! ¿Qué quiere señor...? - Espero que me diga su nombre, él sabe el mío. - Señor no, Hugo. - Se ríe de mí. - Quiero un vodka Limón. Me organizo para ponerle la copa, no puedo creer que él esté aquí. Mientras le ponía la copa noté como su mirada me recorría de arriba abajo. De nuevo nuestras miradas se encontraron y mi cuerpo me traicionó estremeciéndose por completo. - Aquí tiene señor Hugo. - Le tendí la copa de mala gana. El me miraba fijamente. - Hugo. - Me sonríe con picardía y se toma su tiempo para coger su copa y marcharse. - Si no va a pedir nada más discúlpeme. - Me dí la vuelta y me fui a atender el otro extremo de la barra. - ¡Camarera! ¡Daphne! - Este chico es testarudo. Me acerco a Martha y le pido que me cambie el lado de la barra. - ¿Qué te pasa? - Me pregunta Martha preocupada. - Conoces a Hugo ¿verdad? - ¡Claro!, es uno de los policías de aquel grupo. - ¡Ah que bien! - pongo cara de agobio. - Le conocías y no me lo dijiste, esta mañana me escribió y no le respondí y ahora va y aparece en la barra a seguir tomándome el pelo. - Creo que le gustas Daphne. - Menuda gilipollez. - No es una gilipollez. Dices que te escribió esta mañana y ahora ha aparecido aquí. Aunque Martha tuviese razón no eran formas de conocer a una chica. El pub cerro tarde, eran las seis de la mañana cuando por fin estábamos echando el cierre. - Vamos chicas, es hora de ir a casa. - Dijo el jefe. Recogimos nuestras cosas y salimos a la calle. - Vamos a tomar la última Daphne. - Martha me anima. - Que va, estoy agotada. - Vale, mañana nos vemos. Me despedí de Marta y emprendí rumbo a casa. Martha se sube a un coche con el Dj y el portero y se van rumbo a tomar la última de la noche. De camino a casa me asusto cuando me alguien me empieza a chistar, me giro asustada y no me puedo creer que Hugo viene detrás. Hago aspavientos con las manos mientras pongo los ojos en blanco. Hugo acelera el paso hasta ponerse a mi altura. - ¿A ti que demonios te pasa? - Le pregunto bastante irritada. - No puedo permitir que camines sola de noche. - ¿En serio? - Encoje los hombros y me sonríe.
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