Desayuno

581 Words
Cuarenta y cinco años, un hijo de quince años, un matrimonio de veinte años que se fue a la mierda el día que mi ex decidió que me quería mucho pero que ya no me amaba y una cuenta en el banco con díez millones de euros gracias a que gané veinticinco millones en la lotería, pero que un juez decidió que tenía que dar la mitad a mi ex porque usé su fecha de nacimiento para jugar, pues según mi mente, el amor que nos teníamos nos daría suerte para ganar . Y aquí estoy, sentada en un restaurante en la isla de Mykonos, en Grecia, desayunando sola, mientras leo en mi libro electrónico. - ¿Puedo sentarme con usted? - No estoy interesada en ser sugar mommy de nadie, ni participar en ningún trío, ni ir a ningún lugar donde se celebra una orgía. Porque sí, ya había recibido todas esas invitaciones en la semana que llevaba aquí. - Que suerte, no quiero imaginar que edad debía de tener para ser mi sugar mommy y lo demás no es que me interese mucho.- Dijo la misma voz . Miré a mi alrededor buscando otra mesa vacía y efectivamente no había, así que no me quedó de otra que levantar la cabeza para ver la cara de quien me hablaba y dejarlo sentar frente a mi. Error, error, debí decir que sí sin mirar, creo que no se podía estar más bueno a los cincuenta años, o por lo menos esa edad le ponía yo. Canas en la sien, afeitado perfecto, polo blanco perfilado en rojo y azul y dentro del polo lo que parecía ser un pecho de infarto. - Pues ya que no viene por ninguno de esos motivos, no veo problema en que se siente. - Gracias. Y yo seguí fingiendo que tomaba mi café con tranquilidad, cuando la tranquilidad había salido corriendo al momento que le miré a los ojos a aquel desconocido, que por su acento, se oia tan español como yo. - ¿Está interesante? Digo, el libro. - Todo lo interesante que lo encuentre un adicto a la lectura. - Entonces podría decirse que usted es una polilla. Cerré el libro y lo puse a un lado para mirarlo a él. - Una polilla es un animal que no hace diferencia en lo que come, le da igual un libro que el forro de un sofá y yo, si no encuentro el libro lo suficientemente interesante cuando comienzo a leer, pues lo dejo y sigo adelante. - Perdón, creo que la ofendí. - Oh no , no se preocupe, me han dicho peores. ¿ Español? - Sí, de Madrid. ¿Y usted? - Canarias. - ¿ Y no tiene suficientemente de isla y mar que va de vacaciones a otra isla? - No, son dos lugares diferentes y muy hermosos los dos, yo estoy encantada aquí, aunque nunca pensé venir sola. - Bueno, mirando el lado positivo, si no estuviera sola yo no estuviera sentado aquí. - Sí, seguramente. - ¿Y puedo saber que tiempo se quedará? - Vine por un mes y ya llevo una semana. ¿ Y usted ? - Quince días. Pero creo que no empezamos por el principio, me llamo Daniel García y le pido que no me diga más usted, no soy tan viejo.- Dijo mientras me extendía su mano. - Pues yo soy Amelia Hernández y le pido lo mismo. -Le respondí dándole mi mano derecha.
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