Cuarenta y cinco años, un hijo de quince años, un matrimonio de veinte años que se fue a la mierda el día que mi ex decidió que me quería mucho pero que ya no me amaba y una cuenta en el banco con díez millones de euros gracias a que gané veinticinco millones en la lotería, pero que un juez decidió que tenía que dar la mitad a mi ex porque usé su fecha de nacimiento para jugar, pues según mi mente, el amor que nos teníamos nos daría suerte para ganar .
Y aquí estoy, sentada en un restaurante en la isla de Mykonos, en Grecia, desayunando sola, mientras leo en mi libro electrónico.
- ¿Puedo sentarme con usted?
- No estoy interesada en ser sugar mommy de nadie, ni participar en ningún trío, ni ir a ningún lugar donde se celebra una orgía.
Porque sí, ya había recibido todas esas invitaciones en la semana que llevaba aquí.
- Que suerte, no quiero imaginar que edad debía de tener para ser mi sugar mommy y lo demás no es que me interese mucho.- Dijo la misma voz .
Miré a mi alrededor buscando otra mesa vacía y efectivamente no había, así que no me quedó de otra que levantar la cabeza para ver la cara de quien me hablaba y dejarlo sentar frente a mi. Error, error, debí decir que sí sin mirar, creo que no se podía estar más bueno a los cincuenta
años, o por lo menos esa edad le ponía yo.
Canas en la sien, afeitado perfecto, polo blanco perfilado en rojo y azul y dentro del polo lo que parecía ser un pecho de infarto.
- Pues ya que no viene por ninguno de esos motivos, no veo problema en que se siente.
- Gracias.
Y yo seguí fingiendo que tomaba mi café con tranquilidad, cuando la tranquilidad había salido corriendo al momento que le miré a los ojos a aquel desconocido, que por su acento, se oia tan español como yo.
- ¿Está interesante? Digo, el libro.
- Todo lo interesante que lo encuentre un adicto a la lectura.
- Entonces podría decirse que usted es una polilla.
Cerré el libro y lo puse a un lado para
mirarlo a él.
- Una polilla es un animal que no hace diferencia en lo que come, le da igual un libro que el forro de un sofá y yo, si no encuentro el libro lo suficientemente interesante cuando comienzo a leer, pues lo dejo y sigo adelante.
- Perdón, creo que la ofendí.
- Oh no , no se preocupe, me han dicho peores. ¿ Español?
- Sí, de Madrid. ¿Y usted?
- Canarias.
- ¿ Y no tiene suficientemente de isla y mar que va de vacaciones a otra isla?
- No, son dos lugares diferentes y muy hermosos los dos, yo estoy encantada aquí, aunque nunca pensé venir sola.
- Bueno, mirando el lado positivo, si no estuviera sola yo no estuviera sentado aquí.
- Sí, seguramente.
- ¿Y puedo saber que tiempo se quedará?
- Vine por un mes y ya llevo una semana. ¿ Y usted ?
- Quince días. Pero creo que no empezamos por el principio, me llamo Daniel García y le pido que no me diga más usted, no soy tan viejo.- Dijo mientras me extendía su mano.
- Pues yo soy Amelia Hernández y le pido lo mismo. -Le respondí dándole mi mano derecha.