Labores. 3

3042 Words
Matt levanto el rostro para ver quien se estaba burlando él y al verlo dejo a Victoria para subir corriendo y azotar una de las puestas arriba, Victoria se sentó y sintió su cuerpo ponerse frio al ver a la persona de pie frente a la sala, sus pensamientos habían sido muy acertados, Al volteo apenado sin saber muy bien que hacer, tenía trabajo y no iba solo, pero necesitaba arreglar las cosas con novio o tendría que dormir muerto de frio en un hotel. - Tranquilo, ve con él. - dijo el hombre sonriendo. - Segunda puerta a la izquierda. - dijo Victoria con su corazón al mil. El rubio subió rápidamente dejándola con el curioso invitado sorpresa, todo fuera muy bien si ella no estuviera usando solo una camisa que le llegaba a medio muslo y por debajo usara un bóxer femenino muy cómo, el detalle era que no usaba sostén y su cabello era un nido de pájaro mal hecho. - Yo... bueno, siéntase en su casa y perdón por el desorden. - recogió unos juguetes que la niña había dejado regados. - Descuide, los niños son terribles...- sonrió viendo a Saraí dormida- Muy hermosa pintura, por cierto. - comentó yendo hasta ella para verla de cerca. Victoria tenía ganas de morirse por la vergüenza, era el mismo hombre del desfile y el mismo que la saludo unos días atrás mientras ella lo acosaba con la mirada, el mismo que le ponía los nervios de punta y el que esperaba no volver a tener de frente o quizás si, esa parte aun se la seguía debatiendo. - Gracias y aun no la termino. - comento corriendo a su mesa para arreglar el desastre en ella. - ¿Va a estar a la venta? - pregunto contemplando el lienzo. - Si, de hecho, es para la subasta en línea.- alzo los brazos haciendo un moño mejor en su cabello. La camisa era blanca y de una tela un tanto fina, al estar a contra luz se transparento dejando ver su silueta femenina que no paso desapercibida para ese par de ojos azules que la vieron con mucha atención, Victoria no se dio cuenta de lo que había hecho. - Me gustaría comprarla cuando la termine señorita Victoria. - ella bajo los brazos y se alejó de las ventanas. - Cuando la termine podríamos hablar... aunque no tengo la menor idea de su nombre señor. - estaba nerviosa por alguna razón que ni ella entendía. - Mi nombre es William Weaver y ahórrese el termino señor.- el hombre la siguió a la cocina sonriendo. - Es un gusto... emmm... espero que le guste el Kai Pad Med Mamuang.- comento sacando las cosas necesarias para cocinar. - La comida tailandesa es muy buena. - dijo William aun lado de la cocina. - Si, a Saraí le gusta mucho la ensalada de papaya. - era hora de hacer el almuerzo y la presencia de William no la iba a detener. - Supongo que para tu hija la haces sin picante. - se hizo a un lado para dejarla moverse con libertad. - Ah... Saraí es mi sobrina o bueno sobrina de Matt, pero yo la quiero como tal. - comenzó a poner las cosas al fuego. - Lo siento...- dejo escapar otra risita y entonces Victoria se dio la vuelta para verlo- ¿Dije algo malo? - cuestiono al ver su expresión. - No, es solo que... usted me recuerda mucho a alguien de mi pasado. - había algo en esos ojos que de verdad se le hacía familiar, demasiado familiar. - Espero que no sea un ex amante que la trato mal. - dijo William dando unos pasos para ponerse a un lado de ella. - No precisamente, un ex amigo... estúpido bastardo que desapareció sin dar una explicación y que después solo mando un correo inútil. - observo con detenimiento las expresiones ajenas. - Sus motivos debió tener. - solo se encogió de hombros. - Pero es que muy extraño...- puso su vista en la cocina para bajar la llama y al subirla William estaba más cerca. - ¿Qué es extraño? - alzo una ceja. Su semblante no era el risueño que vio antes, estaba serio y su presencia se hacía sentir nerviosa, por reflejo Victoria comenzó a retroceder mientras sus ojos estaban sobre los azules, sin zapatos era más pequeña y se sintió muy vulnerable. - Que se parece a él y... siento que lo conozco. - choco contra la barra de la cocina junto al refrigerador. - Jamás olvidaría un rostro como el tuyo...- puso sus manos a los costados acorralándola- Tu eres de las mujeres que impactas donde vayas, de las difíciles de olvidar. - se inclinó un poco hacia ella. A Victoria siempre sintió debilidad por los perfumes masculinos, sobre todos los que eran sutiles con notas cítricas y amaderadas, justo como el perfume que usaba William que le hizo temblar las rodillas combinado con esa seguridad le resultaba letal para su cordura. - S-se me quema la comida. - fue lo único que pudo decir con la vista hacia abajo y William la dejo libre. Mientras terminaba de cocinar su corazón seguía acelerado, usualmente era una altanera que se hubiera jugado a la seducción, como un tigre muy seguro de ir tras su presa, pero cuando se sintió acorralada los papeles se invirtieron y ella se convirtió en la presa, su reacción fue bajar la cabeza como cervatillo que aceptaba la derrota y se entregaba sin mas oposición, además de eso sabía muy bien que los ojos azules no se apartaban de ella. - ¿Tiene pareja? - pregunto William sonriendo sin que ella lo viera. - No y usted. - se dio la vuelta para verlo sentado en el taburete de la isla. Tenía que preparar la ensalada y lo único que faltaba que se cocinara era el arroz que estaba en su olla especial, por tanto, paso las cosas a la isla para darse el valor de enfrentarlo pues era obvio que el intentaba intimidarla por alguna razón. - No he tenido suerte encontrando la correcta. - apoyo su barbilla en las manos. - Que extraño, los hombres siempre conquistan con su labia y mentiras. - comento sonriendo con malicia. - Si, pero en lo personal busco a alguien que no solo se deje llevar por mis palabras. - William sonrió muy inocente. - ¿Entonces? - ella alzo una ceja al verlo terminando de picar todo. - Es muy fácil que una mujer caía con palabras para una sola noche, pero yo prefiero aquellas que no se creen los cuentos y que se seducen de forma diferente. - las palabras de William fueron un anzuelo y Victoria era el curioso pez que estaba por morderlo. - ¿Qué quiere decir con eso? - lo paso todo al tazón para moverlo. - Son simples estrategias masculinas y no sé si debería compartirlas con una dama. - ladeo la cabeza un poco. - Me ayudaría a no dejarme dar papalote por cualquier tipo. - comento Victoria. Su mayor defecto era la curiosidad, el deseo de saber más sobre algo que desconocía y aunque por momentos era una ventaja, en otros la hacía presa fácil para los ojos de un hombre como William. - Estoy seguro que no se deja hablar bonito de alguien del cual no se siente atraída...- William se puso de pie- Pero ¿Qué pasaría si el hombre es de su interés y se acerca para hablarle, quizás también robar un pequeño beso? - camino hacia ella despacio. - Si lo intenta le rompo la nariz de un puñetazo... No soy chica fácil. - Victoria se puso en alerta. - Apuesto que si...- sonrió divertido- Pero un verdadero caballero jamás forzaría a una dama, menos uno que admira las curvas letales de una fémina. - sus ojos se mantuvieron siempre sobre los de ella. - ¿Curvas letales? - rió divertida- Las curvas de una mujer no son letales. - termino la ensalada y fue a ver la olla del arroz. - Si lo son...- se acercó con cautela- Hay lugares muy sinuosos donde si no sabes usar los frenos puedes irte de paso...- la puso las manos en la caderas- Hay otros donde tienes que bajar la velocidad para admirar el hermoso paisaje que forman y siempre teniendo cuidado de no salirte de esas curvas. - las subió hasta la cintura. Victoria se había quedado quieta al sentir las manos sobre su cadera, si William se hubiera pegado a ella seguramente hubiese recibido una cachetada, sin embargo, al subir sus manos de forma tan lenta y cuidadosa mientras hablaba dejo noqueados los sentidos de ella, las manos del hombre rodeaban casi por completo su cintura, el contacto era simplemente hipnotizante y la dejo idiotizada por querer sentir mas. - No son letales para ustedes... lo son para nosotras mismas. - sintió un escalofrío al escuchar esa risa ronca y tan cerca de ella. Por suerte para Victoria, Saraí despertó de su siesta y estaba hambrienta, William le ayudo a poner la mesa mientras esperaban a la pareja que al final si arreglaron su mal entendido y pudieron almorzar juntos, el momento fue muy tenso para Victoria pues meditando mejor las cosas, había perdido en un juego que ella inicio y lo hizo sin darse cuenta en sí de eso. ______________________________________________________ No le gustaba ir a los hospitales y menos al ginecólogo, sin embargo, era algo que debía hacer por su salud y era una cita que ya tenía agendada desde hace un mes atrás cuando fue a su chequeo anual, pidió una serie de exámenes generales y entre ellos uno de fertilidad. - Victoria Barahona. - dijo el doctor con su expediente en mano. - Si...- estaba un tanto tensa. - ¿Estas planeando tener bebés? - pregunto mientras seguía leyendo. - No la verdad no...- eso hizo que el medico la viera- Bueno, quería saber si soy fértil porque unos amigos quieren formar su familia y quería saber si yo los puedo ayudar como donante. - explico mejor. - Pues en ese caso puedes entrar en un proceso de fertilidad, se extraen tus óvulos y se almacenan, pero de forma natural no podrás concebir. - Victoria se quedó sorprendida. - ¿A qué se refiere? - cuestiono confundida. - Tienes un desorden hormonal, tus periodos menstruales son irregulares y eso va a causar problemas con la concepción natural. - comento el doctor. Con mucha amabilidad y paciencia le explico a Victoria lo que pasaba en su cuerpo y como lo que ella pensaba que era algo sin importancia tenía un gran peso a futuro, sabía que no era normal ver su periodo cada cuarenta o cincuenta días, pero no midió el impacto de eso jamás. - Eso significa que nunca tendré hijo. - dio un suspiro cansado. - Si los podrás tener, una fertilización in vitro puede ser la solución. - sugirió el médico. - ¿Óvulos de otra mujer? - pregunto Victoria pasando la mano por su cabello. - No, tus propios Óvulos... te sometes al tratamiento guardas tus óvulos y en el futuro se fertilizan para implantarse en ti, de paso podemos extraer unos cuantos más para tus amigos. - el medico sonrió para darle ánimo. - ¿De cuánto es el porcentaje que no pueda hacerlo por mi cuenta? - pregunto Victoria pensando. - Noventa y cinco por ciento. - eso fue muy desalentador. - Yo... ah ¿Que tengo que hacer? - tomo la decisión más certera. - Iré por unas formas, las firmas y te explicare cómo va el procedimiento. - dijo el médico poniéndose de pie. Fue una noticia impactante para ella, tomo anticonceptivos orales cuando seguramente no los necesitaba y en un futuro no podría ser mamá sin ayuda de los médicos, no era del todo malo pues existía un método para que fuera cien por cien suyo, que no tuviera que conseguir a una donante y al menos eso era positivo además de que podría ayudar a Matt y Al si ellos se decidían en algún momento. Al salir del médico necesitaba hablar con alguien y quien mejor que llamar a Priya, una voz femenina que no tenía miedo de decir lo que pensaba, siempre fue su consejera en momentos difíciles aunque quizás ese seria un poco complicado. - Mira el lado positivo, vas a poder coger como un conejo en celo sin preocuparte de la pastilla del día después. - Priya sonrió divertida. - Ventajas de ser lesbiana y estéril. - Victoria también sonrió. - No todo es malo bebé, hay cosas buenas y una de ellas es que tienes la oportunidad de que sea cien por cien tuyo, no va a tener el ADN de otra mujer con tu amante. - se puso a jugar con su vaso de frozen. - Si lo sé, pero me sentí horrible cuando el medico lo dijo. - ella vio su taza de té. - Comprendo, pero te ha dado una solución factible al problema...- pensó en como distraerla de eso- Cambiando de temas ¿Vas a asistir a la fiesta en Miami? - pregunto Priya. - Tengo un vuelo planeado, pero no para esa fiesta, me reuniré con Dante. - respondió Victoria. - Ya veo, Zoe esta emocionada por conocer donde crecí y además de que Erika le ha dado otro trabajo. - sonrió y tomo de su bebida. - No me siento cómoda yendo a ese lugar sola. - se reclino más sobre la silla. - ¿A qué te refieres con sola? - alzo una ceja. - Todos felices compartiendo con sus parejas y yo de pelo en la sopa con alguno de ustedes... ¡cabra! - gruño molesta al recibir una patada bajo la mesa. - ¡Deja de decir pendejadas! - Priya se veía enojada- Primero si no tienes pareja es porque tú no quieres, segundo somos una familia y te vamos a tomar en cuenta siempre y para todo porque te queremos. - dijo muy seria y tratando de modular la voz para no gritarle. - Ya sé que somo una familia y porque insinúas que no tengo pareja porque no quiero. - se cruzó de brazos. - Porque tienes a varios galanes babeando por ti y les has cerrado la puerta de entrada sin darles tiempo si quiera a que se presenten de forma adecuada. - Priya adopto la misma postura. - Ellos esperan una muñequita de exhibición que camine tras ellos mientras se dedica a sonreír y no a una que este a su lado o que sobresalga, prefiero quedarme sola y ser exitosa. - rodó los ojos molesta. Si había salido en unas cuantas citas más después de Elías, tipos bien parecidos y con cierto poder económico, en tres de sus citas no aguanto ni media hora de escucharlos hablar sobre sus grandezas, a otro le dio una cachetada por intentar pasarse y el ultimo era un misógino que tenia la estúpida idea de que las mujeres no podían tener un poder económico y cuando se entero que quien era Victoria de verdad comenzó a decir una sarta de estupideces que terminaron hartándola y solo para joderlo mas ella pago la cuenta del restaurante, dejando ademas una gran propina al mesero. - Si dejaras de ser tan rompe pelotas quizás tendrías más suerte ¿Que tal William? Matt me contó que se llevaron bien. - sonrió divertida. - Los tipos con barba de leñador no son lo mío...- negó con la cabeza- Los pelos raspan y ya no se diga todo lo que se puede atorar en ellos. - saco la lengua. - ¡Oye no seas así, se ve que es un hombre muy aseado y que se cuida la barba! - Priya tenia ganas de estrangular a su amiga- Dijo que se veía muy interesado en ti, quizás una cita despierte cosas. - sugirió. A todo le encontraba algún defecto cuando no le interesaba y era un tanto exasperante para todos cuando entraba en un plan exigente donde nada le era suficiente, por eso Priya solía decirle que era una rompe pelotas. - No gracias, una cita y termino en su cama.- se cubrió el rostro con una mano. - ¡Aguanta ahí loca! - Priya se quedó sorprendida- Tú no eres de las que aflojan en la primera cita ¿Por qué pasaría eso? - pregunto incrédula. - Porque es un maldito seductor y porque me temblaron las rodillas cuando estuvo cerca mío, porque me vuelvo bruta a su lado y porque su voz es un orgasmo auditivo ¿Quieres que siga?.- renegó Victoria por lo bajo. - Victoria...- la sonrisa de Priya fue extraña- Deberías darle una oportunidad quizás debajo de esa barba se encuentra tu amor eterno. - su mirada y toda su expresión fueron raras. - ¿Sabes algo que yo no? - pregunto Victoria entrecerrando los ojos. - No, solo hablo por hablar, además uno nunca sabe. - se encogió de hombros. - ¿Has notado que tiene un parecido con Tom? - pregunto viéndola a los ojos. - No, creo que estas obsesionada con ese tonto. - esas palabras detonaron sospechas en Victoria. - Quizás... voy a contratar a un detective privado para que lo busque. - muchas cosas no cuadraban en la mente de Victoria. - Olvídate del Tom de veintiún años al que despediste en el aeropuerto en Miami, concéntrate en un hombre maduro que... que viene caminando hacia acá. - la expresión de la morena cambio. - ¿Que?- Victoria volteo rápidamente sin embargo todo fue una mentira de su amiga quien se partió de risa por la expresión de ella. - ¡Inútil!- se quejo con el puntapié que le dio por debajo- Lo bueno es que no te interesa y casi te da un ataque de pánico.- rio con burla. Ahí era cuando Victoria deseaba estar estrangulando a su amiga por chistosa, claro que estaba interesada en William, pero su propio orgullo no dejaba que lo admitiera abiertamente frente a nadie, terminaron sus bebidas y aunque se enfrentaron por un momento Victoria se sentía mejor de haber conversado con la morena.
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