Tres semanas después, el asesor administrativo entregó a Mila la información final sobre las utilidades de la exportadora. —Gracias. —Mila se sumergió en las hojas con gráficos, recordando las llamadas cortas que había tenido con John durante ese tiempo. Casi no habían podido hablar como ella quería; quizás el trabajo y el cambio de horario eran obstáculos, pero Mila seguía diciendo «cariño, ya quiero verte», y él respondía «No más que yo». Su sonrisa se amplió al recordarlo; realmente había dicho aquella palabra, para ella y ella para él. Levantó la mirada y vio al hombre con lentes dorados observándola. —Son muy buenas las de este año. ¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó Mila al hombre calvo vestido de traje elegante, mientras este dejaba las carpetas sobre el escritorio. —Claro, s

