Harper lloraba de dolor. Había llegado a comprender que la partida de Mila y su frialdad lo habían calado hasta los huesos. Ahora entendía el sufrimiento que había visto en aquellas mujeres cuando cruzaban la línea entre un amo y una sumisa. Y efectivamente, John había cruzado esa línea que tanto había remarcado con Mila; se había obsesionado con no cruzarla. ¿Por qué? Porque lo hacía vulnerable. —Mila… —John pronunció aquel nombre con lágrimas en sus ojos grises. Levantó las piernas y las abrazó contra su pecho, escondiendo el rostro entre sus rodillas. Lloró por un largo tiempo, intentando liberar aquello que sentía por dentro, pero que no entendía qué era, hasta que, sin darse cuenta, poco a poco se fue quedando en pequeños sollozos… y finalmente se quedó dormido en el mismo lugar, con

