Mila abrió los ojos poco a poco, recordando dónde estaba: su hacienda. La gran ventana que abarcaba una pared completa y ofrecía vistas al jardín le provocó una oleada de emoción. Hace varias semanas, se había visto aquí mismo, en su habitación, vistiendo el traje de novia, a pocos momentos de bajar del brazo de James, el padre de John, y dar el sí. Su estómago se hizo un nudo al pensar en John. Cerró los ojos y se cubrió con la sábana, soltando el aire e intentando no pensar en ayer. Se destapó y miró el reloj de la pared frente a ella. Eran las siete de la mañana. Imaginó que John, en esos momentos, estaría sentado en la barra, con Frida entregándole un plato con huevo frito, tocino y fruta picada, junto con su taza de café y jugo de naranja. Visualizó su camisa blanca impecablemente pl

