Sorpresa

728 Words
Mila se observó en el espejo de cuerpo completo, a punto de romperse en llanto de ira. El vestido que Catherine le había mandado a hacer era demasiado conservador, apenas mostraba piel, más parecía un atuendo para una señora mayor que para una joven de su edad. ¿Qué estaba pensando su madre? ―Es…―su mandíbula se tensaba, conteniendo la frustración―… Muy, muy conservador. Podría ser el vestido de mi madre hace cincuenta años. Sarah se asomó desde detrás de Mila, inclinando la cabeza para observar su gesto a través del espejo. Sabía que el vestido que llevaba puesto era una exageración por parte de Catherine, pero quería demostrar que su hija era diferente a todas, que no necesitaba mostrar para llamar la atención y así poder completar los planes que tenía en manos. ―Sé que no te gusta, pero es lo que tu madre ha pedido―Mila cerró los ojos intentando no romperse, ¿Por qué tenía que vestir de esa manera en su cumpleaños? ¿Por qué odiaba a su única hija? ―Tú solo cumples sus órdenes, no tienes la culpa, ¿Podrías pasarme una pistola para darme un tiro y en lugar de fiesta de cumpleaños, hacen mi funeral? ―Mila gritó al sentir el agujazo de parte de Sarah. ― ¡Qué sea la última vez que hablas de esa manera! ―Sarah se regresó para terminar de hacer los ajustes necesarios de la parte trasera del vestido, el fin de semana era la noche tan esperada por parte de Mila, pero ahora al medirse el vestido, lo estaba dudando. ―Lo siento, es solo que nunca he tenido una fiesta de cumpleaños, y cuando la voy a tener, será ante miles de personas importantes, extranjeros…―se detuvo mirando su reflejo en el espejo…―y debería estar feliz. ―… Pero no lo estás. ―dijo Sarah reincorporándose de su lugar, se acercó a Mila, quien se abrazó a sí misma y rompió a llorar. ―No llores, tienes que pensar que tu madre lo hace por algo―Mila lloró con más intensidad. ― ¿Por algo? ¡Por…! Favor… ¡Nana! ―Mila miró a su nana en el espejo. ― ¡Ella solo vive para fastidiarme, para darme guerra! ¿Acaso algo he hecho y no me he dado cuenta? ¿Acaso soy… un error en su vida que se cizaña contra mí cuando puede? Sarah sintió un apretón en el corazón al escucharla. ¿Un error? ¡Mila es los ojos de Catherine! Solo que Catherine se había empeñado en ser dura con ella, para forjarla a ser una mujer fuerte, no una débil, como ella lo repetía cuando discutían entre ellas. Le había faltado la presencia de un padre y Catherine intentaba asumir ese papel también y no le importaba si a su hija le parecía bien o mal sus acciones, ella sabía que era por su bien. Varias horas después, mientras Mila seguía en sus clases de idioma, Sarah aprovechaba para revisar lo que tenía desde hace varias semanas y lo que había trabajado entre desveladas. Cerró la puerta de su habitación con seguro, no quería ser pillada ni por Mila ni mucho menos por Catherine. ―Veamos por última vez―dijo Sarah acercándose a la funda elegante que colgaba oculta entre toda su ropa. La agarró y la colgó en un perchero, deslizó el cierre hasta el suelo y al reincorporarse, sus ojos brillaron de emoción. El vestido era hermoso. Tomó la caja oculta entre sus zapatos y encontró los que hacían juego con el vestido frente a ella. ―Ahora sí… Colocó cerca del vestido una bolsa negra pequeña que contenía el antifaz, la bolsa de mano, acomodó la capa delgada a juego y en el suelo la caja de las zapatillas. Se alejó para contemplarlo desde lejos. La puerta intentó abrirse. Sarah jadeó de sorpresa y pánico. ― ¿Nana? ¿Estás ahí? ¿Por qué tienes el seguro puesto? ¿Nana? ― Sarah no se movía para nada. Mejor que pensara que no está. Ya después se inventaría algo por lo del seguro de la puerta. Se escucharon toques, luego cesaron y le siguieron los pasos de los tacones de las botas de cabalgar de Mila. Sarah contemplaba el regalo de cumpleaños de Mila…
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