El Espía Sensiblero

1695 Words
Se sentó en la barra y ahí ordenó. Detalló al camarero porque le pareció atractivo: calculó 25 años, 1.80, era moreno, ojos miel, labios delgados, nariz aguileña, vestía un pantalón n***o y una camisa blanca. Después de tomarle la orden, se giró para alejarse de ella, le notó lo ajustado que le quedaba la ropa, su complexión atlética la hizo preguntarse cómo se vería sin ropa. Alejó la vista del trasero del camarero para encontrarse con la mirada de un hombre que la veía al otro lado de la barra. Él la miraba con una sonrisa burlona y ella, a pesar de que se sintió avergonzada porque la habían sorprendido, sonrío y se encogió de brazos. Él le hizo una seña solicitando autorización para acercarse, y ella asintió con la cabeza. El desconocido caminó con paso firme y su bebida en la mano. Tendría 30 años, era blanco, su cabello castaño claro, delgado, 1.70 y cuando se sentó a un lado de ella, pudo distinguir sus ojos verdes y un rostro angelical. Iba en un traje color vino, pero el saco lo traía en la mano, una camisa blanca y la corbata negra que ya no estaba anudada, sino que caía por su cuello. -¿Te gusta lo que ves? –Le dijo sonriendo y levantando una ceja. -La primera impresión ya la superaste –Aranza respondió coquetamente. -¿Y cuál es la segunda? –Preguntó realmente intrigado. -Tendrías que pararte y darte una vuela, pero tiene que ser lenta –La osadía de Aranza le sacó una sonrisa a él. Se levantó para cumplir con su solicitud; incluso le dio la espalda el suficiente tiempo para que ella pudiera observar sus glúteos, y se giró de nuevo. -¿Y bien? –Preguntó levantando ambas cejas y sonriendo. -Interesante... –Aranza prosiguió coqueta -¿Te hospedas en este hotel? – -Sí, ¿y tú? –Cuestionó él. -No –Mintió, porque la regla era simple: sólo sexo casual –Sólo pasaba por aquí y decidí cenar en éste restaurante, supongo entonces que no eres de aquí –Aranza interrogó sutilmente. -No, soy de Ciudad Sigma, y mañana sale mi vuelo de regreso –Respondió el castaño. El camarero le trajo la orden, entonces ella comenzó a cenar, haciéndose un silencio un tanto extraño. Se terminó su trago -Fue un gusto conocerte, incluso sin que me hayas dicho tú nombre –Tenía una sonrisa de lado, por el sentimiento de decepción. -Me llamo Aranza, dime ¿me esperarás a qué termine de cenar para llevarme a tú habitación? –Dijo con atrevimiento. -No eres una prostituta, ¿verdad? –El tono fue de absoluta desconfianza. Aranza se carcajeó –No, tómalo como una noche de placer... Mejor aún -Se apresuró a agregar -Imagina que es un favor que le harás a una chica que acaba de descubrir que su novio la engaña y quiere venganza. Qué mejor que no seas de aquí y que mañana te vas para que sea perfecto –Terminó diciéndole con un poco de seriedad. Él sonrió forzosamente, se sintió dudoso, incluso llegó a la pena; pero pidió otro trago. -Soy Chris –Se hizo un silencio, porque Aranza siguió comiendo –¿Estaban en éste hotel? –Preguntó curioso rompiendo el silencio, pero ella casi de inmediato desvió la conversación. -Chris, ¿eres casado? –Ella no lo miró cuando preguntó. -No –Contestó de inmediato. -¿Tienes novia? –Siguió Aranza. -No –Volvió a responder rápidamente. -Entonces toma esto cómo un encuentro casual, es lo que será. Sólo ten sexo conmigo –Entonces Aranza lo miró a los ojos y le sonrió. Para sorpresa de él, si era cierto lo que le dijo, ella no se veía miserable ante el hecho de que su novio la hubiera engañado. Cuando la vio acercarse a la barra del restaurante, le había llamado la atención su figura y su manera coqueta de caminar. El atrevimiento con el que observaba al camarero fue un punto a su favor, pero cuando le dedicó la misma mirada lasciva a él, se sintió excitado, y los ojos grises que contrastaban con el tono trigueño de su piel lo embelesaron. Ella tenía razón, solo sería un encuentro casual, sin importar nada más. Sin importar el historial de ella o el de él. Así que, cuando ella terminó de cenar, pagó la cuenta de ambos y la guio hasta su habitación. Abrió la puerta y permitió a Aranza entrar primero, él pudo tener una mejor vista de su parte trasera, la cual fue de su agrado. Aranza dejó su pequeño bolso en la entrada, se quitó sus zapatillas y se dirigió hacia el balcón de la habitación. A diferencia de su habitación, esa tenía una excelente vista de la ciudad nocturna, que para ser las 11 de la noche mostraba aún mucha vida. Chris se quitó los zapatos y calcetines, colgó su saco junto con la corbata y se quitó la camisa, caminó hacia donde Aranza observaba la ciudad y la abrazó desde atrás, le besó el cuello y ahí comenzó la seducción. Chris deslizó sus manos por los brazos de Aranza, mientras besaba su cuello, y ella simplemente se inclinaba para darle más acceso. Su respiración se comenzaba a acelerar y se giró para mirarlo a los ojos, y en ese momento fue ella quien deslizó las manos desde su abdomen subiendo hasta su pecho tonificado. Chris la rodeó con sus brazos por la cintura, inclinó su rostro y hasta el último momento cerró los ojos para tocar sus labios. Para sorpresa de Aranza fue un beso tierno, entonces mentalmente se preguntó si había sido una buena idea inventarse una ruptura con un novio inexistente. Queriendo enmendar el error, lo tomó del cuello e intensificó el beso, jugó con su lengua a placer, y gimió en la boca de él, para provocarlo. Cuando Chris sintió el deseo de ella, la tomó con más fuerza, con una mano agarró su glúteo y lo acercó lo suficiente a su cuerpo para que sintiera su erección. Aranza lo rodeó con una pierna y se restregó con más intensidad en él, lo que Chris aprovechó y la levantó para llevarla a la cama. La sentó a la orilla y comenzó a desabotonar el vestido, ella le sonrió divertida, mientras él con toda la paciencia seguía con su tarea. Cuando llegó al quinto botón fue lo suficiente para que el vestido saliera del cuerpo, y la levantó para poder contemplarla en el aquel conjunto de encaje color n***o que llevaba como ropa interior. -¿Te gusta lo que ves? –Aranza sonrió con diversión, devolviéndole aquella pregunta. Chris la observaba con una expresión lujuriosa –Gustar es poco, me encantas – Aranza se apresuró a quitarle el pantalón, descubrió unos briefs ajustados que solo resaltaban a un cautivo m*****o erecto. Su lengua tocó la comisura de sus labios, y la pasó hacia el otro extremo lentamente, haciéndole saber a Chris que se lo estaba saboreando. Le bajó la ropa interior y levantó su mirada traviesa, y sin más demoras Aranza comenzó lamiendo lentamente el glande, observando sus reacciones. Chris al principio la veía excitado ante sus expresiones, pero cuando sintió la lengua, levantó su rostro con los ojos cerrados hacia el techo de la habitación, y dio un ligero gemido de placer –¡Más! –Aranza alcanzó a escuchar, y como si se lo hubiera ordenado, colocó sus labios en el glande, deslizándolos suave pero firme hasta meter el pene en su boca. Lo tomó de la cadera con ambas manos, lo sacaba y metía lentamente hasta que intensificó el ritmo, y pronto su saliva comenzaba a caerle de la boca, mientras los gemidos de él eran más audibles. -Espera preciosa, vas a hacer que me venga, y quiero sentir cómo es estar dentro de ti –Con un poco de renuencia, Chris alejó a Aranza, que echó el cuerpo hacia atrás. -Entonces ponte el condón y ven a penetrarme –Palabras dulces a los oídos de Chris, quien rápidamente buscó un condón y se lo colocó sin dudar, mientras ella se quitó la ropa interior y sosteniéndose con los antebrazos, flexionó las piernas arriba de la cama. Él se posicionó entra las piernas de Aranza, sin preámbulos y en un solo movimiento se hundió dentro de ella. -¡Dios! ¡Estás tan mojada! –Las palabras estaba llenas de sorpresa. Aranza dio un gemido de placer cuando él se hundió dentro de ella, haciéndola recostarse completamente sobre la cama y dejar a Chris llevar el ritmo. Él la acariciaba, la tomaba de la cadera, jugaba con sus senos, pellizcaba sus pezones. Salió de ella drásticamente, y la volteó quedando en cuatro aún sobre la cama, para volver a introducirse en ella sin perder tiempo. Le pasó la mano delicadamente por la espalda, para después tomarla con fuerza por la cadera y penetrarla más duro. El placer de ambos se escuchaba en la habitación. Chris decidió alcanzar con sus dedos el clítoris para masturbarla mientras la penetraba con más fuerza. Ella seguía el ritmo de él, estaban conectados en el vaivén, sumergidos en el deleite de las sensaciones, y de un momento a otro llegaron al clímax. Primero Aranza, sintió las contracciones recorrerle el cuerpo y los gemidos escaparon de su boca. Y luego Chris, que cuando escuchó el placer desbordar en Aranza, la alcanzó derramándose contenidamente dentro de ella. Salió de ella y se tiró a un lado, retirando el condón usado. Aún se escuchaban agitados, pero Aranza de inmediato se levantó y se dirigió al baño, abrió la regadera y se sumergió en el chorro de agua caliente. No tenía nada en la mente, sus pensamientos, el estrés o cualquier otro sentimiento, habían sido liberados junto con aquel orgasmo. Cuando salió del baño, Chris ya llevaba una bata, entonces Aranza comenzó a vestirse sin decir una palabra. Él quería decir algo, pero no sabía qué; ella tomó su bolso y salió de la habitación hacia el elevador, con una idea en la mente: “Habrá una buena historia después de esto.”
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD