Entró como si todo el espacio fuese de ella y se dejó caer sobre el cómodo sillón de la oficina. Nia elevó una ceja completamente divertida ante tal muestra de falta de respeto mientras que Mía llevaba la mirada desde aquellos papeles hasta posarla en Cló que sonreía bien amplio. —Ya está hecho. Felicitaciones, Alfa, el puesto en el Concejo es suyo —dijo Cló en dirección a Nia, guiñándole el ojo con picardía. Nia simplemente rió bajito, negando con la cabeza y recibiendo aquel suave besito en la mejilla por parte de su compañera, beso que demostraba el orgullo que Mía sentía por su preciosa loba. —Creo que merezco una medalla o algo así por deshacerme de la basura que estorbaba —dijo Cló poniéndose de pie—. Pero soy humilde y con que me paguen un viaje de fin de semana a ese lindo hotel

