2.

1373 Words
El miedo que me hizo sentir aquella nota no se sale de mí, es como si llevara clavada una astilla en uno de mis dedos y no pudiera encontrarla para removerla y así eliminar la molesta sensación. Carla y David aún están con Amadeo sentados en las sillas que están en el pasillo y mi pequeño ríe de las muecas que hace quien él considera su tío. —Mira quien viene ahí— escucho que le dice Carla y mi hijo al verme, se echa a correr hacia mí, pero el arreglo floral que traigo en mis manos, no me permite tomarlo en brazos. —Hijo, cuidado— le digo entre risas que solo él es capaz de provocar en mi a pesar de lo que acaba de suceder, cuando se abraza a mi pierna como suele hacerlo cuando quiere que lo cargue en brazos. —Per chi è questo? — (¿Para quién es esto?) me pregunta refiriéndose a la cajita que traigo junto al arreglo floral. —Para tu mamá y tu hermana— le respondo y de inmediato puedo ver su decepción y sonrió ya que obviamente nunca haría nada que lo hiciera sentir triste. Levanto mi mirada, observo a David para darle a entender que es el momento y vuelvo a mirar a mi hijo —tu regalo lo tiene el tío David— le digo y de inmediato Amadeo voltear a verlo y corre hacia él cuando se da cuenta de la bolsa de regalo que saca del bolso que traía Carla provocando que todos sonriamos ante su reacción. —Aquí tienes campeón— le dice David mientras le entrega su regalo —esto es por haberte convertido en el hermano mayor— continua mientras que lo va abriendo y al ver ese auto de tamaño mediano a control remoto que tanto le gusto el otro día cuando lo vio en la vidriera de la juguetería, una inmensa sonrisa se dibuja en su rostro, una que me haría hacer lo que fuera para que nunca se borrara. Me acerco un poco más a ellos y lo miro mientras que intenta abrir la caja con toda esa desesperación que caracteriza a los niños cuando reciben un regalo y por un momento dejo el arreglo de flores y la cajita sobre una de las sillas para agacharme y ayudarlo —hijo, esto es para que juegues en casa, ¿de acuerdo? No quiero que hagas andar este auto aquí, no es el lugar, ¿de acuerdo? — le advierto y asiente mientras lo va sacando de la caja. —Si papi…— me responde. —Si quieres podemos ir al jardín del hospital a jugar con el auto— propone David y de inmediato niego con la cabeza. —No, después jugara en la casa— sentencio un poco más grosero de lo que quisiera, pero está es mi paranoia hablando, pero ¿Cómo no sentirme así después de aquel anónimo? —perdón— le digo a David —no quise responderte así, es que es mejor que ahora entre a conocer a su hermana— miento y se sonríe. —Tranquilo, no tienes porque explicármelo— rebate y agradezco que no se haya ofendido por mi manera de responderle. En cuestión de algunos pocos minutos, una enfermera sale del área de las habitaciones —parenti di Valentina Mancini— (familiares de Valentina Mancini) llama y de inmediato me pongo de pie y me acerco a ella. —Sono suo marito— (soy su esposo) le informo y me sonríe. —Puoi venire a vederlo, stanza 111— (ya pueden pasar a verla, habitación 111) nos deja saber y de inmediato después de agradecerle, tomo las cosas que tengo para ella y Gianna, le digo a Amadeo que venga conmigo y vamos hacia la habitación. No hago más que abrir la puerta, y Amadeo sale corriendo hacia la cama donde está su mamá —mamma! — exclama y ella se sonríe de inmediato. —Mi príncipe, ven aquí— le dice e intenta tomarlo entre sus brazos para ayudarlo a subir a la cama, pero rápidamente yo dejo las cosas sobre la pequeña mesa que hay allí y lo subo. —Cero esfuerzos, ¿lo olvidas? — le pregunto y es más un regaño que otra cosa. —Ya lo sé amor— dice tímida y cuando Amadeo ya esta en la cama con ella, él la abraza con todas sus fuerzas. —Ti amo mamma— le dice haciéndonos derretir de amor y ella corresponde a su abrazo con la misma fuerza generando que este sea uno de esos momentos que jamás quisiera olvidar. —Yo también te amo, mi niño…— le responde y comienza a llenarlo de besos haciendo que él se ría, hasta que de pronto abren la puerta de la habitación y allí aparece con una enfermera que trae a nuestra pequeña en una cuna típica de hospital —mira aquí llego tu hermanita— le explica mientras que yo le agradezco a la enfermera y una vez que estamos solos, me doy cuenta de la expectativa que tiene Amadeo de conocer a su hermana —mi amor, tráela con nosotros— me pide mi guapísima esposa y sonrió. —Claro que si— le respondo y con el mayor cuidado del mundo y tal y como si se tratara de un hilo de cristal, tomo a nuestra pequeña en brazos. Es tan hermosa, tan perfecta y nuestra, que no podría soportar que algo malo le sucediera y es por esa razón que estoy dispuesto a cuidarla de quien sea —pero mira lo hermosa que eres— le digo a mi muñequita linda mientras que la acerco a su madre, y cuidadosamente la paso a sus brazos —mira campeón, aquí esta Gianna, tu hermanita, ¿has visto lo hermosa que es? — le digo y al verlo muero de amor ante la manera que la observa. —è molto piccola— (es muy pequeña) comenta de la manera más inocente del mundo, y tanto su madre como yo sonreímos como dos tontos. —Si príncipe, es muy pequeñita, pero es porque hace poquito que nació… tú eras así de pequeñito cuando naciste— le explica de esa manera que solo ella puede hacerlo y a cada segundo de mi vida que paso con ella, más enamorado estoy. El tiempo parece haberse detenido en este instante, aquel anónimo en estos momentos ha desaparecido para mí, y es que esto es lo que anhele mi vida entera y hoy es una realidad. No puedo dejar que el miedo opaque este instante, ni mucho menos quiero transmitirle mi preocupación a ella, lo único que quiero es cuidar de mi familia, porque es lo más importante que tengo en la vida y no permitiré que nada le suceda. Me alejo de ellos un instante para ir por la cajita de regalo y rápidamente regreso con ellos tres —Preciosa— le digo obteniendo su atención —esto es para ti y para Gianna— le explico entregándole la cajita y se sonríe. —Gracias, ¿la puedes cargar un momento? — me pide y asiento. —Claro— digo y cuidadosamente tomo a la bebé en brazos para luego sentarme en el borde de la cama con ella y Amadeo se sienta a mi lado para seguir acariciando a su hermanita haciéndome sonreír constantemente —es muy bonita, ¿no? — le pregunto y asiente con entusiasmo. —Mucho— murmura. —¡Mi amor, esto es hermoso! — le escucho decir a mi esposa y al darse la vuelta, la ve observando los dos brazaletes que he mandado a hacer exclusivamente para ellas dos. Ambos brazaletes tienen escrito el nombre de Gianna y la fecha de nacimiento, la cual tuvieron que grabar cuando David llamo a la joyería para decirle que ya estaba naciendo. —Me alegra que te guste, ese brazalete las unirá siempre— explico. —Te amo— me dice con sus ojos completamente cristalizados. —Yo a ti, me haces el hombre más feliz del mundo a cada momento— le respondo y con cuidado me giro con la niña en brazos —¿quieres colocárselo? — propongo y de sin pensarlo más, ella le coloca el brazalete a la pequeña para que después sea ella quien sostenga a la niña en brazos mientras que le coloco el suyo. —Soy demasiado feliz contigo y con esta familia que hemos formado juntos— me dice y me inclino un poco hacia ella para darle un corto beso en los labios. —Yo también soy muy feliz, te prometo que nadie ni nada romperán esta felicidad— le aseguro y más que una promesa a ella, es una promesa a mi mismo de no dejar que nadie nos arruine la vida. 
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