1.

1671 Words
Seis meses después Intento ser el hombre mas seguro y fuerte del mundo tal y como ella me necesita en estos momentos, pero la realidad es que me tiemblan las piernas, me sudan las manos y siento aún más ganas de llorar que cuando nació Amadeo. Su mano aprieta la mía con una fuerza única, de esas que solo puede hacerse presente en momentos como este y su grito hace eco en esta sala de parto donde el doctor le pide un ultimo esfuerzo y ella como la valiente mujer que es, puja una vez más haciendo que el milagro mas hermoso del mundo ocurra una vez más y en cuestión poco tiempo, escuchamos el llanto de nuestra pequeña princesa que nos contagia con lágrimas de felicidad. —¡Felicitaciones, es preciosa! — nos dice el doctor y pocos minutos después una enfermera se acerca a nosotros con ella envuelta en una tela blanca. Cuidadosamente coloca a nuestra princesa en los brazos de su madre, quien me hace morir de amor cada día de mi vida. —Te amo— le digo en un susurro y beso su frente para después perderme en Gianna quien muy lentamente va dejando de llorar cuando su mamá la besa en la frente a la vez que las lagrimas se derraman por su rostro. —Es tan hermosa— dice con orgullo y acaricia la punta de su diminuta nariz mientras que sonríe. —Es una muñeca— añado y coloco mi dedo índice en su manito haciendo que ella la cierre y me sujete con fuerza, o al menos no con una fuerza física, pero si con una fuerza de sentimientos que me hace estallar de felicidad —te juro que no me cabe la felicidad en el cuerpo— le confieso a la mujer de mi vida. Mi esposa sonríe —a mi tampoco, creo que nunca podré acostumbrarme a ser tan feliz— comenta y daría lo que fuera por detener el tiempo en este preciso momento. Solo quisiera perderme mirándolas a ambas y darme cuenta de que soy el hombre más afortunado de este planeta al tener algo tan perfecto como los son ellas y nuestro hijo. —Tiene tu color de cabello— digo acariciando a mi hija suavemente y sonreímos. —Ya veremos a quien se parece, de seguro sale igualita a ti como su hermanito— bromea y nuestro mágico momento se ve interrumpido por la realidad cuando la enfermera nos deja saber que deben llevársela para hacerle todas las revisiones pertinentes y con muy pocas ganas se la entregamos —odio que se la lleven— se queja Valentina y simplemente la beso dulcemente. —Lo sé mi amor, pero es lo mejor para ella y lo sabes— la aliento y me mira sabiendo que tengo razón. —Mi amor, porque no vas afuera y ves como esta Amadeo, no quiero que Carla deba quedarse sola con él todo el día— me pide haciéndome reír. —¿Podrías dejar de estar pendiente de todo? Acabas de dar a luz y debes recuperarte tú también, yo puedo encargarme tranquilamente de nuestro hijo sin que tu debas darme ordenes— le digo a modo de broma y vuelvo a besarla castamente —doctor, ¿la pasaran a una habitación pronto? — cuestiono. Él me mira y asiente —en cuestión de minutos, si quiere salga y deles la buena noticia a sus familiares y la enfermera luego le dirá en que habitación esta su esposa— me sugiere y asiento, aunque siempre que nombran a nuestros familiares, una sensación extraña me recorre por dentro y es que en realidad nuestra familia somos solo nosotros y los amigos a quienes consideramos nuestros hermanos. —Gracias— respondo amablemente y tomo la mano de ella una vez más —reina, iré con Amadeo afuera, te veo en un momento, ¿sí? — le explico y aún con lo cansada que esta, asiente con la cabeza y me sonríe. —Dile que lo amo, que ya en un ratito nos vemos— me pide haciéndome sonreír. —Por supuesto— le aseguro y una vez que me despido de ella, salgo de la sala de parto siguiendo todas las instrucciones de higienización que me han dado las enfermeras hasta que cruzo las puertas dobles que dan a la sala de espera y me encuentro con mi pequeño campeón que al verme se escapa de brazos de Carla y sale corriendo hacia mi —¡papá! — exclama con su acento italiano que claramente le gana a su poco español y de inmediatamente me agacho extendiendo mis brazos para abrazarlo contra mi pecho. —sei già un fratello maggiore! — (ya eres un hermano mayor) le digo con orgullo y lo alejo solo un poco para poder disfrutar de la hermosa sonrisa que se dibuja en su rostro en estos momentos. —dov’è la mia sorellina? — (donde esta mi hermanita) me pregunta tiernamente y sonrió derritiéndome de amor por él como lo hago cada día de mi vida desde que él llego transformándolo todo. —En un ratito la vas a ver, ¿sí? — le respondo y lo cargo entre mis brazos para después levantarme del suelo e ir hacia donde esta Carla —¿Estás bien? No me digas que tu también tienes contracciones— le pregunto y ella sonríe.—Aún me queda un mes, pero dime lo que realmente importa, ¿nació bien la niña? — Me pregunta y asiento.—Sí, y es hermosa, y su madre aún más… son tan valientes ustedes las mujeres— comento y ríe.—Ustedes definitivamente no podrían con ello— bromea —Mira, ahí viene David… dos horas después encontró lo que le pedí— se queja entre risas. —¡¿Ya nació?! — pregunta desde la otra punta del pasillo y asiento.—Ya soy padre nuevamente — respondo con orgullo y una vez que él se acerca a nosotros me da un abrazo dejando a Amadeo entre nosotros dos. —¡Felicidades! Mi pequeña aún no nace y yo ya estoy emocionado, ya me imagino tú— me dice mientras nos separamos y reímos de manera cómplice. —Ya verás lo que se siente, es que es indescriptible— le intento explicar.—Lo sé…— murmura y se gira para entregarle una pequeña bolsa —antes que mi mujer me mate— bromea y vuelve a mirarme —¿todo bien en el parto? — me pregunta y asiento. —Sí, es que no existe nada más en ese momento— intento explicar y aún siento toda esta emoción que me desborda por dentro. —Me imagino…— murmura y miro el reloj.—¿Podrían cuidar a Amadeo un momento? Es que se supone que debió llegar lo que ordene para ella, lo debieron dejar en recepción— explico rápidamente.—Ve tranquilo, aquí nos quedamos con el futuro novio de nuestra hija— dice Carla y la cara de David es un poema.—Aún es muy pronto para pensar en eso, no intenten concretar matrimonios entre dos criaturas que ni siquiera se han conocido todavía— nos regaña David y no puedo más que reírme de su reacción ya que nos encanta molestarlo con esto y por ese mismo motivo lo hacemos.—Relájate consuegro— bromeo mientras me alejo de ellos para ir a la recepción del hospital y desde lejos puedo escuchar la risa de Carla.Hay momentos en la vida donde la felicidad es tanta que te parece estar en el mejor de los sueños que hayas podido tener, y este es uno de esos. Camino por los pasillos sintiendo que puedo comerme el mundo entero y esto es algo que me sucede desde que ella llego a mi vida hace un tiempo atrás. Siempre fui un hombre muy seguro que sabía lo que quería de la vida, pero ella llego, lo revoluciono todo y me volvió como un niño pequeño que temblaba con solo verla. Me volví valiente antes las situaciones que la vida nos puso por delante y pretendía no demostrar mis miedos por el simple hecho de que ella se sintiera segura, pero ahora todo es mucho más fuerte, ya no somos solo ella y yo, son nuestros hijos y nosotros. Es increíble como unos seres tan pequeñitos transforman tu vida de una manera tan inmensa, te cambian el panorama de todo, lo que era importante antes ya no lo es porque solamente todo lo concerniente a ellos es lo que te importa de verdad. Te dan una fuerza única, esa que hace que te sientas invencible, o al menos pretendas serlo, pero después cuando hay algo que los afectas, vuelves a hacerte pequeñito y tiemblas de pies a cabeza, creo que eso es la paternidad, ¿no? Al llegar a la recepción, le digo mi nombre a la mujer que está allí y le explico que debieron haber dejado un arreglo floral y una pequeña caja a mi nombre. Ella rápidamente se da la vuelta, va a la oficina que está conectada a la recepción y a los pocos minutos regresa con lo que entregaron, pero para mi sorpresa también hay un sobre. —Questo non è mio— (esto no es mío) le dejo saber e intento regresarle el sobre, pero ella de inmediato me explica que lo dejaron con las flores y la caja. Sin entender mucho de que se trata, le agradezco, tomo las cosas y me alejo con la intención de volver con mi esposa, pero la curiosidad me gana, haciendo que apoye todo sobre una de las sillas que hay en el pasillo y abra el sobre. Al hacerlo, saco el papel que está dentro, lo desdoblo y lo que hay escrito en computadora, mi corazón se detiene por un breve instante.“Disfruten de su familia mientras puedan”  «No… esto no puede estar ocurriendo» me grita mi subconsciente y con solo saber que alguien nos está amenazando una vez más mis manos tiemblan «Tranquilízate Alex… Valen no puede verte así, mucho menos ahora…» Intento sacarme esas palabras de mi mente, pero no puedo… tengo miedo de que alguien le haga daño a mi familia, pero tampoco puedo hacer que ella se preocupe, sé perfectamente cómo puede afectarle e incluso afectar a nuestros hijos «No dejes que esto te arruine el momento, ya encontraremos una solución, por ahora solo ve y sé feliz con tu familia» intento convencerme y tomó el valor para agarrar las cosas, seguir caminando y ser el hombre valiente que mi familia necesita en estos momentos.
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