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La última partida © #2

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Tras haber eliminado todos los datos del juego, Cadmia quedó en coma durante semanas.

Nadie creyó que despertaría, pero ella acabó luchando por vivir.

Lo que no esperaba es que con su despertar tendría que enfrentarse a nuevos problemas. Algunos jugadores siguen teniendo el microchip activo en su interior. Por ese motivo fue creado un juego alternativo, para que dichos jugadores puedan sobrevivir.

Lo único que deben hacer es terminar el capítulo en el que se hallan... ¿Pero y sí no tienen fuerzas para lograrlo?

Cadmia como única está dispuesta entrar nuevamente en el juego mortal y ayudar así a los demás jugadores.

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Capítulo I. Despertar
—No mires atrás, no mires atrás. Debes seguir.— oí una voz que se extendió por mi cabeza. Aumenté la velocidad de mis pasos, no sabía muy bien a donde me dirigía, pero sentía que debía ir más rápido. —¿Quién eres?— pregunté sintiendo cierta desconfianza hacia la voz que me aconsejaba lo que debía hacer. —Yo soy tu y tu eres yo... ¿Pero quién es él?— respondió, obligándome a levantar la vista hacia el camino que se hallaba delante de mi. En el se encontraba un chico con el pelo platino, el muchacho me daba la espalda y dejó de dar pasos cuando cuando yo hice lo mismo. —El camino puede ser largo.— reconocería esa voz en cualquier parte, Light era quien estaba hablando. Comenzó a darse lentamente el vuelta hacia mi, pero al hacerlo, su físico cambió, dejando aparecer el físico de Elías. —Y tener muchos peligros. ¿No crees?— sus ojos azulados me fulminaron y dejaron en mi rastros de nervios. Con ambas manos formé un puño, sintiendo como esos nervios fueron sustituidos por rabia. —¡Mia!— oí detrás de mi otra voz masculina. Al darme la vuelta comprobé que se trataba de un chico pelirrojo. —¿Simon? ¿Qué haces aquí?— pregunté dedicándole gran parte de mi atención. —¿Aquí? Si estamos en el parque de la ciudad.— me miró extraňado y se pasó nervioso la mano por el pelo. Abrí los ojos como platos y decidí comprobarlo por mi misma. Aparté la vista de Simon y pude ver como lo que decía era cierto. Estabamos en el tranquilo y vacío parque de la ciudad. Era otoňo, las hojas de los árboles se encontraban por el suelo. Un viento ni frío, cálido soplaba y se llevaba algunos mechones de mi cabello. Estaba segura de que antes no nos hallabamos en el parque, tenía más bien la sensación de estar en un campo o algo similar a ello. En esos momentos me había olvidado por completo de que Elías estaba detrás de mi, volví a darme la vuelta hacia él, encontrando a su lado a un hombre en traje. Los ojos de este mi fulminaban de tal manera que parecía querer matarme con la mirada. Se trataba de JT, quien dejó aparecer una sonrisa divertida en su rostro. —Hija, ten cuidado.— una voz femenina rompió el desagradable silencio que reinaba entre nosotros. Al darle mi atención a la persona que había dicho esas palabras, pude comprobar que fue mi madre quien lo dijo. —Mamá.— suspiré confundida. ¿Qué demonios hace todo el mundo aquí? —Ellos son malas personas... Quieren hacerte daño, quieren utilizarte.— continuó mi madre, logrando con esas palabras que los latidos de mi corazón se acelerasen. —Es mejor que mueras, así podrás estar tranquila. Vamos, ven con nosotros.— al lado de mi madre, de la nada apareció un hombre. Su voz era tranquila y cálida, pero al mismo tiempo severa. ¿Me está diciendo que muera? Pero si yo no estoy muerta... No me siento muerta. —Es por tu bien pequeña.— añadió y dejó aparecer una sonrisa falsa en su rostro. —¿Por qué me pusisteis Cadmia?— pregunté sin que se lo esperasen. Sus ojos se abrieron de par en par y de manera nerviosa empezaron a hacer movimientos raros. —Cariño, haces unas preguntas.— rompió el silencio mi madre. —No somos tus padres biológicos.— dijo en cambio mi padre. En mi garganta se formó un nudo imposible de elimanar. El estómago se me revolvió y sentí como mis mejillas eran acariciadas por mis lágrimas. —No sois... Mis padres...— repetí sintiendo como la voz se me rompería en cualquier instante. —No los biológicos, pero si somos los padres que te cuidaron con todo el amor del mundo.— intentó solucionar con ello lo que dijo mi padre. De la nada, dos manos rodearon mi cintura y me obligaron a retroceder unos pasos. Di un grito, ya que me había asustado. —Ssshhh, tranquila, soy yo.— la voz juguetona de JT se extendió por mi oído derecho. —No estoy segura de que eso me deje tranquila.— murmuré entre dientes y vi como mi madre se cubrió la boca con las manos. —Lo siento señores, pero su hija aún es mía.— Habló nuevamente, pero esta vez dirigiéndose a mis padres. —¡Ella merece estar en paz!— levantó la voz mi madre mientras que la desesperación se apoderaba de ella. —Ella debe volver conmigo.— sentí como sus labios rozaron mi cuello y como me dió un suave beso en la mejilla. Un enorme asco se apoderó de mi, y las ganas de matarle en mi aumentaron. **** —Cad, tienes que despertar.— oí algo como un eco que de extendió por el lugar. —Te echamos de menos, y deberías estar aquí con nosotros.— añadió una voz que no logré identificar. —No va a despertar, no hace falta que le hables así.— gruñó casi enfadada otra persona. —Calmate ya emo. Normal que no despierte, estas llenando esto con mala vibra y pasa lo que pasa.— bufó la voz anterior. —Voy a ausentarme, comportate.— le regaño la otra voz antes de irse. **** Antes de que pudiese reaccionar de alguna forma a lo que acababa de oír, todo mi alrededor desapareció, se perdió en la oscuridad, en las sombras. En parte era como si estuviese cayendo, pero por otra parte estaba flotando, estaba siendo abrazada por la sombra, por esa tenebrosa oscuridad. —Pequeňina, tienes que abrir los ojos.— rompió esa agradable voz el silencio. Era una voz femenina, no estaba segura de si se trataba de alguna chica jóven o de una mujer de unos cuarenta aňos. —¿Quién eres? ¿Dónde estoy?— sentí como empezaba a alterarme, me sentía incómoda al estar en un lugar tan oscuro. —Tienes que despertar o acabarás ahogandote.— me advirtió de nuevo la voz. Sentí como algo comenzó a deslizarse por mis tobillos, como si fuese una serpiente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, calambres comenzaron a aparecer en mis manos, quitándome gran parte de mi movilidad. —Vamos, cielo, despierta o mamá se enfadará contigo.— me regaňó sin quitar el cariňo de su voz. **** Con un movimiento brusco me senté en la incómoda cama. Llené de aire mis pulmones, aunque durante los primeros segundos sentía que el oxigeno se negaba a llegar a mis pulmones, que no podía respirar. Nerviosa miré mi alrededor encontrándome con Simon, quien me miraba con la boca abirta y con los ojos abiertos como platos. Ambos permanecimos en un largo silencio, un pqueňo mareo se apoderó de mi y me obligó a que me recostase de nuevo en la cama. Tras pasar unos segundo, me fijé en el moratón que tenía en el dorso de la mano. El estómago se me revolvió durante unos instantes, pero luego decidí ignorarlo, dándole gran parte de mi atención al pelirrojo. —¿Cómo te sientes?— cuestionó con tacto mientras tomó asiento en el borde de la cama. —Cómo si me hubiese atropellado algo...— murmuré y volví a levantarme bruscamente, casi golpeando mi cabeza con la de Simon. —Desconectamos los microchips? Lo logramos, verdad?— sus ojos se llenaron de preocupación, pero al mismo tiempo de orgullo. —¿Eso es lo primero en lo que piensas?— negó lentamente con la cabeza y me observó con cariño. —Respondeme anda.— pedí y le di un pequeño empujón. —Sí, los desconectamos.— asintió con la cabeza y me cogió de la mano izquierda. —Me alegro mucho de que estes despierta.— aňadió con mucha ternura en la voz. —No me des más sustos así.— me regaňó mientras que de sus ojos salieron unas cuantas lágrimas. —Pero no llores, que me haces llorar a mi tonto.— sonreí y me apoyé en su hombro izquierdo. Sentí como el cuerpo de Simon se tensó, al parecer no ese esperaba que me comportase así... Aún que para mi era normal, éramos amigos. Con mucho cuidado me acarició el pelo y me acercó más así, dándome con ello un abrazo. Antes de que alguno de los dos pudiese hacer o decir algo, en la puerta apareció otra persona. Mi mirada de manera inmediata se fijó en ella, la respiración se me cortó durante unos instantes. Me aparté de Simon y le observé con mucha atención. Un recuerdo se despertó en mi nada más verle. —Cad... Yo soy Light, y también soy Salvatore. Las veces que nos viste a ambos en un lugar... JT era Light... Light, ni Salvatore existen, todas esas personas era yo.— el dolor de cabeza se extendió por mi cabeza. —Hey Mia, Mia.— sentí una pequeňa sacudida en mi mano. Negué con la cabeza y sentí como las lágrimas empezaron a formarse en mis ojos. —¿Te encuentras bien?— preguntó preocupado Simon, dedicándole una corta mirada al pelinegro. —¿Es verdad lo que dijiste?— ignore por completo la pregunta de Simon y miro fijamente a Elías, esperando una respuesta. Él en cambio aparta la vista de mi y se pasa nerviosa la mano derecha por el pelo. En el rostro de Simon apareció mucha confusión e inseguridad. Sin decir nada se levanta lentamente de la cama y dio unos pasos hacia la puerta de la habitación. —Creo que será mejor que os dejé a solas.— me miró, se abrió paso. Al salir de la habitación, cerró la puerta y esperó detrás de ella. Ambos permanecimos en silencio, yo seguía esperando a que me diese una respuesta. Necesitaba oírlo de nuevo, necesitaba que lo negase o lo confirmase. Él se limitó a dar unos pasos hacia la cama, acortando con ello la distancia que nos separaba. —Cad...— murmuró y extendió su mano hacia mi para acariciarme. De manera automática me aparté de él. Estaba evitando mi pregunta. —¡Qué me respondas, j***r!— exploté y hice un movimiento brusco en la cama. Elías se quedó quieto, dejó escapar un suspiro y clavó su mirada en el frío suelo. —Si, es verdd lo que te dije, pero...— susurró de tal manera que entender sus palabras era todo un reto. —Me engaňaste... Yo confiaba en Salvatore, hubo un tiempo en el que confiaba en Light... Pero tu te llevaste toda mi confianza... Y que hiciste? Ser las tres personas...— aparté la mirada de él y entrelacé mis dedos. —¿Cómo lo hiciste? Nunca noté que tu... Que vosotros.— negué con la cabeza, con la esperanza de que las dudas, de que las preguntas que aparecían con cada segundo se callasen. —Están mejorando un aparato llamado CdA, con el puedes crear una nueva imagen y seguidamente cambiar tu físico, haciendo que los demás vean el físico que creaste y no el tuyo.— explicó en alto, dejándome con la boca abierta. —Y tu hiciste eso... ¿Para qué?— sentía una desconfianza enorme hacia el pelinegro. —Necesitaba sacarte información... Pero al mismo tiempo sentía la necesidad de ayudarte, aunque tuviese problemas con JT.— era muy posible que quisiera ser sincero, pero algo en mi me frenaba, algo me impedía que confiase en él. —Nunca te haría daño.— añadió con algo se furia en la voz. —Daño quizás no... Pero engañarme como una tonta si hiciste.— suspiré y sentí como los latidos de mi corazón empezaron a acelerarse. —Quería decírtelo, pero nunca encontraba las palabras adecuadas y temía a que te lo tomases demasiado mal.— Volvió a intentar coger mi mano esta vez lograndolo y obligándome con ello levantar la mirada hacia él. —Sabes perfectamente que te quiero.— mi respiración por unos segundos se detuvo, todo lo malo desapareció y yo me concentré en esas palabras. —Tienes una manera rara de mostrarlo.— murmuré y me hundí en sus mirada. —Te quiero, como un hermano puede querer a su hermana.— concretó, haciendo que con esas palabras los pedazos de mi corazón se volvieran polvo. Un nudo se formó en mi garganta y sentí la necesidad de apartarme de él. No me podía creer que después de todo por lo que pasamos, ya fuese bueno o malo, me dijese que me ve tan solo como a una hermana. —Debes estar mal de la cabeza.— gruñí y intenté contener las lágrimas bajo control. —Tengo que irme.— ignoró por completo mi frase y se dirigió a la puerta. —Hay alguien que puede explicarte muchas cosas.— añadió y abrió la puerta. Detrás de ella se hallaba un hombre en un traje azul marino. Mis ojos se abrieron como platos y mi cuerpo en la cama se tensó. Unos temblores aparecieron en mis manos y mi respiración comenzó a agitarse. —Bienvenida a la vida, jugadora.— dijo con el mismo tono divertido de siempre. —Debemos hablar de cosas más o menos serias, pero hablaremos con mis normas.— añadió y dejó aparecer una sonrisa pícara en su rostro.

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