Prólogo
La vida de Charlie Loyer tomó un giro dramático a la edad de doce años.
Fue la mañana del ocho de julio de dos mil dieciséis, durante su primer verano tras terminar su primer año de secundaria. Charlie despertó muy temprano, como no era costumbre, con un insoportable dolor en el estómago que le arrebató el sueño de un solo golpe. Lanzó un fuerte grito que retumbó por cada esquina de la enorme casa de sus padres a las afueras de Chicago y llamó la atención de todos.
En medio del delirante dolor, notó que su padre entraba en su habitación seguido de su madre que le pisaba los talones. Detrás de ellos estaban los gemelos, Henry y Lean, sus hermanos mayores. Charlie se removió hasta conseguir sentarse sobre la cama.
-Me duele mucho el estómago -dijo en medio de un gruñido.
-Eso parece ser algo más que un simple dolor en el estómago, chico -dijo su padre mientras se acercaba a la cama junto a su madre-. Nos asustaste con ese grito.
-Te dije que esa porción de pizza estaba de más -bromeó Henry.
Charlie no hizo caso a sus palabras y se concentró en el rostro de su madre que lucía un ceño fruncido en preocupación. Trató de darle una sonrisa para calmarla, pero al ver el gesto de su madre supuso que le había salido una mueca en su lugar.
-Haré que Rita te prepare un té de menta.
-No creo que sea la pizza, mamá -respondió con los dientes apretados-. Además…
-Además ¿Qué?
Charlie miró incómodamente a los gemelos y su madre pareció entender lo que quería porque enseguida se giró y les pidió a ambos que se marchen. Se resistieron por unos segundos, hasta que sus miradas se tropezaron con la mirada suplicante de su hermano menor y terminaron asintiendo.
-Revisaremos que las chicas sigan en sus camas -avisó Lean antes de cerrar la puerta.
Cuando ambos se marcharon, Charlie notó como sus padres volvían la atención a él. No dijeron nada, en su lugar esperaron silenciosamente a que fuera él quien hablara primero.
Pero Charlie no quería hablar. Se sentía tan avergonzado.
-Mojé la cama -murmuró suavemente. Su mirada perdida en los pliegues de su edredón.
-¿Mojaste la cama? -preguntó su padre.
Charlie asintió tímidamente, sin levantar la cabeza.
-Me despertó el dolor en el estómago y sentí la cama mojada.
Su padre no respondió, así que su madre se inclinó para tomarle la mano.
-Está bien, cariño -dijo con voz suave-. No hay nada de qué avergonzarse.
-Fue solo un accidente -acotó su padre.
-Pero ya soy un niño grande, tengo doce años y voy en secundaria.
Sus padres soltaron suspiros simultáneamente, mientras su madre daba un apretón en su mano.
-Los accidentes nos pasan a todos -aseguró.
-Incluso los gemelos han tenido accidentes -bromeó su padre.
-Lo estás inventando, a ellos jamás les pasaría esto.
-Oh, te prometo que no son perfectos como dicen ser -dijo su madre- ¿recuerdas cuando fueron a ese concierto hace unos meses? Lean se emocionó tanto que terminó orinándose en los pantalones y por eso volvió antes de lo planeado.
-¿Ves? Todos tienen accidentes, así que no te castigues -le dijo su padre-. Mejor levántate y date una ducha mientras recogemos tus sábanas y las llevamos a la lavandería sin que se den cuenta.
-Gracias, papá.
-No te preocupes, me pasó un par de veces a tu edad -dijo divertido.
-Luego bajas a la cocina para darte un té que te alivie el dolor ¿Cómo se siente?
Charlie frunció el ceño y se mordió el labio inferior.
-Como si todas mis entrañas se revolvieran -respondió-. Me sigue doliendo muchísimo.
-Ya te conseguiré algo en el botiquín -dijo-, ahora levántate.
Charlie se deslizó fuera de su edredón y caminó de espaldas al baño, queriendo evitar que sus padres vieran la mancha en sus pantalones negros de dormir hasta que entrara en el baño.
El hombre resopló y se levantó de la cama, empezando a remover el edredón.
-Supongo que tendré que hablar con él al respecto de los cambios que su cuerpo va a empezar a sufrir de ahora en adelante -susurró a su esposa, quien niega.
-La escuela debería tratar esos temas con los chicos y chicas de su edad -dijo la mujer-. Las poluciones nocturnas no deberían ser vergonzosas para los chicos de su edad…
En el momento en que su esposo levantó el cubrecama, la mujer dejó de hablar. La mancha que habían visto anteriormente cubriendo gran parte del cobertor n***o, llegó hasta el colchón, manchándolo. Pero eso no es lo que los sorprende. Charlie les dijo que tuvo un accidente, mientras que ellos pensaron que quizá se trataba de su primera eyaculación, sin embargo, lo que encuentran los dejó atónitos.
El grito de Charlie los alertó y ellos corrieron dentro del baño, donde lo encontraron inclinado sobre su estómago y en calzoncillos. Su madre se cubrió el rostro sorprendido cuando vieron su ropa interior cubierta con una mancha roja fresca.
-Mamá -sollozó Charlie-. Mamá, me duele.
Su padre parpadeó un par de veces para salir de su shock y finalmente se acercó a Charlie. Lo cubrió con una bata.
-Richard… -voceó la mujer.
-Tranquila mujer -respondió el hombre-, hay que llevarlo al hospital.
*
Charlie despertó con una luz cegadora golpeando su cara. Escuchó los suaves murmullos, las voces de sus padres mezcladas con una tercera voz que no reconocía. Parpadeó un par de veces y se encontró con un hombre dándole la espalda. Llevaba lo que parecía una bata de doctor y sus padres estaban frente a él, así que enseguida notaron sus ojos abiertos.
-Charlie -chilló su madre, moviéndose a su lado.
-Hola mamá -dijo y su voz sonó seca.
-¿Quieres un vaso de agua? -preguntó.
-Si, por favor.
Su padre se sentó a su lado y le dio un apretón en el brazo.
-Oye chico ¿Cómo te sientes?
-Mejor -respondió.
-Genial -dijo y asintió.
Charlie encontró al doctor parado a los pies de la cama de hospital, mirándolo.
-¿Está todo bien conmigo, doctor? -preguntó temeroso.
El hombre asintió enseguida.
-Está todo bien, solo debemos contarte algunas cosas.
Charlie bebió del vaso de agua que su madre le entregó y asintió al doctor.
-¿Qué me pasó? Solo recuerdo que desperté con mucho dolor en el estómago y cuando fui al baño estaba sangrando … yo … mis …
-Entiendo, Charlie.
-¿Eso es normal? ¿Es algo que Henry o Lean vivieron?
Los adultos se quedaron en silencio.
-No es normal ¿verdad?
-Bueno, la normalidad para mi es algo relativo, Charlie, por lo tanto, tú eres tan normal como todos.
-¿Entonces?
El doctor suspiró y escondió las manos en los bolsillos de su bata.
-Charlie, lo que tienes es conocido coloquialmente como hermafroditismo. En términos médicos, tú eres una persona intersexual ¿entiendes lo que eso significa?
Charlie niega con expresión confundida.
-No, no -repitió- ¿Qué es?
-La intersexualidad se trata de una afección en el cual hay una discrepancia entre los genitales internos que son los testículos y los ovarios, y los genitales externos, que son el pene y la v****a.
-¿Okay?
-De acuerdo a las pruebas que te hicimos cuando naciste, cuentas con los cromosomas de un hombre…
-¡Espera! -dijo Charlie- ¿Cuándo nací?
El doctor suspiró y asintió a sus padres para que alguno hablara.
-Charlie, cariño -dijo su madre-. Nunca te contamos esto, y nadie más que tu padre y el doctor Harrison conocen la verdad, pero cuando naciste hubo cierta complicación.
-¿Qué? ¿De qué hablas?
La mujer tomó un largo respiro y lentamente exhaló.
-Cuando naciste tus genitales no se habían formado completamente -empezó a relatar su madre-. Era algo ambiguo, así que el doctor Harrison te realizó un par de estudios para determinar si eras un niño o una niña…
-Según los exámenes, contabas con los cromosomas de un hombre así que decidimos dejarte así… -continuó su padre.
-Durante tus primeros cuatro años tenías chequeos regulares con el doctor Harrison. La intersexualidad no era desconocida para los médicos, pero para nosotros como padres fue un gran shock así que queríamos asegurarnos de que todo estaba bien…
-Cuando vimos que crecías saludable y bien como un chico, entonces pensamos que habíamos tomado la decisión correcta. Tu … tu … -el hombre se quedó callado y lanzó una mirada a su esposa.
Charlie se abrazó con fuerza y se hundió en la cama de hospital.
-Tus genitales se fueron desarrollando como los de un niño normal y la … -Charlie levantó la cabeza para mirar a su madre tomar una larga inhalación- … la pequeña v****a se fue cerrando, por así decirlo. Entonces dejamos de hacerte chequeos semanales, porque pensamos que había terminado.
La boca de Charlie se abrió formando una “O”. Se sentía tan confundido y extraño. Siempre sintió que algo andaba mal con su cuerpo, pero jamás se llegó a imaginar que se tratara de esto.
-¿Quieren decir que tengo v****a?
-Técnicamente, si, ya que nunca realizamos una intervención quirúrgica porque tus padres querían darte la oportunidad de elegir, pero cuando te desarrollaste como un niño normal pensamos en esperar a tu adolescencia para saber cómo proceder contigo siendo consciente de todo.
-Lamentamos no habértelo dicho antes, no sabíamos cómo podrías procesarlo -sollozó su madre.
-Ahora que lo sabes quiero que seas consiente de que te apoyaremos en todo lo que decidas y hablaremos con todos los especialistas que puedan asesorarnos.
Charlie asintió sintiéndose agradecido por las palabras de sus padres, pero su cabeza aun trataba de procesar todo lo que le habían dicho en menos de una hora.
-¿Y la sangre? -preguntó de repente.
El doctor Harrison suspiró y se ajustó los lentes.
-Charlie, como te dije, la intersexualidad puede afectar tanto a los órganos genitales internos como externos -respondió-. En tu caso, la afección en tus genitales externos fue menor, ya que, si bien tienes una v****a, mientras crecías y tanto tu pene como tus testículos se desarrollaban correctamente, estos fueron cubriéndola hasta el punto en que apenas se nota. En todo caso, tu vejiga se conecta directamente a tu genital masculino y es quizá por eso que nunca lo notaste.
-¿Okay?
-Sin embargo, tras hacerte nuevos chequeos he notado que tienes útero.
-¿Útero?
-Si, tienes un útero y acabas de tener tu primera menstruación …
Charlie dejó de escuchar por unos minutos. Captó un par de cosas, como el hecho de que sus genitales masculinos son completamente funcionales, y puede continuar con su vida como un chico sin problemas, si es lo que desea.
-¿Entonces tendré esa cosa todos los meses? -preguntó.
-No lo creo -respondió el doctor-. Sucedió porque tu cuerpo no está produciendo la suficiente testosterona y en su lugar está produciendo estrógeno, que es la hormona femenina. Lo que debemos hacer ahora es iniciar un tratamiento hormonal de testosterona para que se nivele y así bloquear la hormona estrógeno lo que a su vez bloqueara el ciclo menstrual.
-Eso siempre y cuando decidas que es lo que quieres -dijo su madre.
-En caso de que te sientas más como una chica, pues …
-¿Qué? No -negó enseguida-. Estoy bien como un chico, me gusta ser un chico. No quiero que mamá me haga esas trenzas como las que le hace a Sara.
Su madre soltó una suave risita y su padre negó divertido. El doctor asintió con una sonrisa.
-Para poder darte la dosis correcta de testosterona debemos hacer algunos exámenes, sin embargo, no puedo practicarte una histerectomía hasta que cumplieras una edad adecuada en la cual tu cuerpo no sufrirá demasiado. Se trata de una cirugía muy riesgosa, pero con el tiempo llegaremos a ello.
-¿Histerectomía? ¿Qué es eso?
-Es la cirugía para extirpar el útero.
-Creo que es mucha información por el momento -respondió Charlie.
-Tienes razón, mejor te dejamos descansar -dijo el doctor y se despidió.
-Debemos ir a hablar con él en su oficina, así que tomate una siesta -le avisó su madre.
-Te queremos, Charlie -le dijo su padre.
Ambos se inclinaron para darle un beso en la frente.
-También los quiero -respondió Charlie-. Y gracias por ser tan geniales.