Capítulo catorce

2421 Words
Charlie golpeó dos veces la puerta de la habitación de su hermana pequeña y esperó unos segundos a que esta se abriera. Le lanzó una suave sonrisa a Amelia, buscando apaciguar ese ceño fruncido. -Mamá nos llama para comer -avisó. Notó a Brenda acercarse detrás de la niña con un peluche de Bellota de las Chicas Super Poderosas, en sus manos. -Estábamos jugando -respondió Amelia. Charlie asintió. -Lo sé, pero mamá nos llamó a todos a la mesa -dijo Charlie-. Además, Brenda es mi compañera y tenemos que hacer un trabajo. -Solo quieres robarla para ti solo -refunfuñó. Charlie sintió como sus mejillas se calentaban y notó que las mejillas de la porrista parecían sonrojarse también. Él carraspeó y agachó la mirada, evadiendo los ojos curiosos de la rubia. -Vamos -dijo-. Vamos al comedor Tomó la mano de Amelia y tiró de ella fuera de la habitación. Brenda los siguió enseguida, bajando por las escaleras. Atravesaron el pasillo y llegaron al enorme comedor, donde dos mujeres con uniforme colocaban los platos y cubiertos. Brenda se detuvo cuando vio que una mujer se acercaba a ella. -Hola mami -chilló Amelia abrazándose a la mujer-. Ven -dijo, tirando de su mano-. Ven conoce a mi nueva amiga. Charlie puso los ojos en blanco, pero soltó una pequeña risita con diversión. -Esta es Brenda, mamá -la presentó Charlie. Brenda se mordió el interior de su mejilla, tratando de tranquilizar la sonrisa nerviosa. -Mucho gusto, señora Loyer -saludó Brenda, estirando su mano. La mujer le sonrió amablemente y estrechó su mano. -Hola querida -respondió. -Lamento intervenir en su comida familiar. -Oh, no -negó enseguida-. No intervienes, es un placer recibir a los amigos de Charlie. Además, siempre cocino demasiado. -A veces piensa que somos un batallón -bromeó el padre de Charlie. -Bueno, los gemelos pueden comer por tres cada uno -dijo la mujer-. Y Charlie que ni se diga. -Mamá -gruñó Charlie. -Oh, lo lamento -bufó la mujer-. No quise avergonzarte frente a la chica bonita. -Ay, ya basta -respondió Charlie y puso los ojos en blanco para después alejarse. Brenda sonrió divertida. -Él es tan vergonzoso -susurró la mujer. -Él es muy lindo -dijo Brenda. La mujer le dio una rápida mirada y asintió. -Si, en eso no te equivocas -dijo-. Es el más tierno. Brenda registró el enorme comedor. Había una hermosa mesa de madera tallada que se imponía en el centro de la habitación y parecía diseñada para una cantidad de dieciocho personas por lo larga que era. Colgando del techo, sobre la gran mesa, Brenda notó un hermoso y muy lujoso candelabro. Estaba apagado debido a que los enormes ventanales propiciaban una buena cantidad de luz natural. -Tiene una hermosa casa, señora Loyer. -Llámame Regina -le dijo-. Y gracias -asintió a la casa-, amo esta casa, pero siento que muy pronto se sentirá muy vacía. Los chicos crecen tan rápido -suspiró mirando hacia Charlie y Brenda siguió su línea de visión. Charlie estaba de pie cerca del pequeño bar junto a su padre. El hombre mayor servía dos vasos de lo que Brenda supuso era whisky. Estaba a punto de tocar el tema cuando escucharon unos pasos en el pasillo. Pocos segundos después, Sara apareció con una sonrisa cansada dirigida a su madre. -Hola mami -saludó con un tono de voz suave que Brenda no reconoció. Vio a la chica darle un beso en la mejilla a su madre junto a un abrazo. Luego se alejó y fue hasta su padre que estaba de espaladas. Sara se puso de puntillas y dejó un beso en la mejilla del hombre. -Hola papi. Él se giró y rodeó los hombres de Sara con un brazo, mientras el otro lo extendía para no dejar caer una gota de la bebida. Brenda notó como Sara le fruncía el ceño con molestia al hombre. -Aún no comes y ya estas bebiendo -refunfuñó la joven, pero su padre solo le sonrió. Sus ojos se dirigieron a Charlie que le sonrió divertido, mientras se llevaba el vaso de whisky a los labios -¿Tú también? -le gruñó-. Con ustedes no se puede, al menos esperen a que hayan comido -Sara se giró a su madre y le dio una mirada indignada-. Mamá ¿no les dirás nada? La mujer a su lado se encogió de hombros. -¿Qué puedo decir cariño? Sabes cómo son tu padre y tus hermanos. Escucharon el motor de un auto fuera de la casa. Amelia tiró de su mano y Brenda bajó la mirada para encontrar los ojos de la pequeña brillando con emoción. -Esos son Henry y Lean -avisó la niña. -Mis hijos mayores -aclaró Regina-. Los gemelos. Sara puso los ojos en blanco y fue a tomar asiento. -Me pregunto con que vendrán hoy. Brenda parpadeó confundida. La puerta principal se abrió y los sonidos de pisadas en el pasillo resonaron. Pronto, apreció un chico que Brenda supuso tendría diecinueve o veinte años. No esta segura, nunca preguntó que tan mayores a Charlie eran los gemelos. El chico se detuvo en la entrada al comedor, tenia una larga melena que le llegaba a los hombros, tenía una mandíbula cuadrada y cejas pobladas. Era muy guapo. -Familia -escaneó la habitación con una suave sonrisa, pero se detuvo al notarla. Brenda pudo reconocer su rostro confundido, pero se recompuso enseguida-, e invitados, aparentemente -cuadró su espalda y llevó el puño cerca de sus labios, fingiendo tener un micrófono-. Quiero presentarles al único e inigualable… -Te olvidaste de guapo e inteligente -interrumpió otra voz. El chico en la puerta puso los ojos en blanco y algunos en la habitación soltaron suaves risitas. -Oh, lo lamento su majestad -respondió el chico, luego carraspeó y llevó el puño de vuelta a sus labios-. Familia e invitada sorpresa -continuó-, quiero presentarles al único, inigualable, el más guapo e inteligente, Lean Loyer -otro chico apareció por detrás del que anunciaba y Brenda puede jurar que, si no fuera por sus cortes de cabello muy distintos, sería imposible diferenciarlos-. Saluden al actual presidente del consejo estudiantil. Lean, como según informó el otro gemelo, entró al comedor modelando y lanzando besos a todos lados. Ella misma no pudo evitar la sonrisa divertida que se abría paso en su rostro. -Oye -Lean se detuvo y miró a Brenda-, nadie me dijo que tendríamos una hermosa invitada en casa -luego se acercó y le sonrió, dejando salir su lado galante, le tomó la mano y dejó un suave beso en ella -. Mucho gusto, Lean Loyer. Brenda se sonrojó. -Mmm… Brenda Hastings -tartamudeó. Lean dio un salto lejos de la rubia en el momento en que escucho el nombre. Retrocedió unos pasos, queriendo poner toda la distancia posible entre él y la chica. Tenia los ojos muy redondos y muy abiertos, como si hubiera visto un fantasma, provocando la risa de Henry a su lado. Brenda frunció el ceño sintiéndose desconcertada, cuando notó que todos parecían retener una sonrisa divertida. Vio a Charlie sonrojarse y a Lean lanzarle una mirada que la porrista no pudo entender. Henry dio un paso hacia adelante, acercándose a Brenda aun con esa sonrisa divertida en su rostro, y estiró la mano. -No te preocupes -le dijo a la chica-, cuando lo conozcas mejor no te asustaran sus reacciones. A veces pienso que no somos hermanos, y eso que somos gemelos -bromeó-. Soy Henry, por cierto, el más atractivo e inteligente de los dos. Brenda parpadeó y le dio una suave sonrisa mientras estrechaba su mano en saludo. -Mucho gusto, Henry -respondió. Una campanilla llamó la atención de todos y, al girarse, Brenda encontró a dos chicas colocando los utensilios en la mesa junto a los recipientes de comida. Charlie y Alejandro dejaron los vasos en la barra del bar y se acercaron a la mesa. -Por aquí -Charlie llamó la atención de la porrista y la guio hasta su asiento. Después de ayudar a Brenda, Charlie se dejó caer en el asiento a su lado. -Gracias -susurró la porrista con voz suave. -No hay problema -respondió Charlie. Brenda se sonrojó y le lanzó una mirada a Charlie, notando que sus mejillas parecían enrojecer nuevamente. La porrista no notó la forma en la que los demás integrantes de la familia Loyer los miraron a ambos. -Bien -la voz del padre de Charlie resonó-, disfrutemos de la comida que tenemos aquí -señaló a uno de los gemelos-. Lean pásame el pan. -Soy Henry -le dijo con un bufido extendiendo la mano para recoger el recipiente con el pan-. Así te haces llamar mi padre. -Los confundo desde que usaban pañales -respondió el hombre y Brenda intentó no reír-. Aun sigo sin estar completamente seguro que tengan los nombres correctos. Ambos gemelos pusieron los ojos en blanco. Los ojos divertidos de Brenda se tropezaron con los ojos de la madre de Charlie, que también tenía una sonrisa burlona en su rostro. Parecía que esta era una conversación regular a la hora de la comida, o a cualquier hora, en la familia Loyer. -Disfruta de la comida, Brenda -le dijo la mujer. Brenda asintió escaneando los recipientes en la mesa, y soltó un suspiro. -Esto se ve asombroso, señora Loyer. -Ya te voy a quitar el “señora Loyer” de la boca -advirtió. -Lo siento, Regina -respondió Brenda. -Bien, ya basta de chacharas -dijo- ¿te paso el pollo? La comida fue de lo más normal. Brenda logró incluirse en muchos de los temas que abarcaban las diferentes conversaciones que se presentaban y asintió cuando explicaban algo. Sintió la constante mirada de Sara sobre ella que era imposible negar. Cuando todos hubieron acabado sus platos, las chicas de antes regresaron y recogieron los platos. Brenda notó como una de ellas, la chica de cabello castaño y ojos miel que no parecía tener más de veinte, se encargó de recoger los platos de Charlie, aprovechando para rozar su mano en el brazo del chico. Sin embargo, Charlie recogió su brazo enseguida e hizo una mueca de incomodidad. Algo le decía a Brenda que esto era algo común y no pudo evitar fruncir el ceño con molestia y sentir un fuego encenderse en su estómago. Brenda estaba casi segura que eran celos, y no desaparecieron hasta que la chica se alejó de la mesa arrastrando el carrito donde llevaban los utensilios. Después de que las chicas se fueran, una mujer de unos cincuenta años apareció y se acercó a Richard. Le masajeo el cuello y preguntó con voz dulce. -¿Que tal la comida, querido? Richard tomó la mano de la mujer que se posaba en uno de sus hombros y la masajeó. -Deliciosa, Rita. Como siempre -contestó satisfecho y sonriente. Charlie se puso de pie y abrazó a la mujer, pegando su mejilla a la de la anciana. -Nana Rita, tu comida es maravillosa -exclamó con alegría. -Gracias cariñito -respondió devolviéndole el abrazo. -¿Por qué no has venido a comer con nosotros? -preguntó Sara. -Comí antes que todos, mi niña -respondió mirando a Sara. Los ojos de la anciana tropezaron con Brenda. -¡Oh! Pero mira que preciosura tenemos por aquí -dijo, acercándose a la porrista. Charlie se quedó de y observó a la anciana acercarse a la porrista. -Hola cariño, me llamo Rita -dijo presentándose. -Mucho gusto señora Rita, su comida ha estado exquisita -halagó la rubia. -¡Oh! Gracias pequeña -los ojos de la anciana se detuvieron en los ojos de Brenda-. Pero mira que hermosos ojos tienes -dijo acunando el rostro de la chica-. Brillan como los ojos de un bebé. -Muchas gracias -respondió Brenda sonrojándose. -Los ojos de Brenda son muy lindos -dijo Amelia con voz inocente-, por eso Charlie siempre habla de lo hermosos que son. Las palabras de Amelia provocaron que las mejillas de Brenda ardieran a fuego vivo. Cuando levantó la mirada se dio cuenta que a Charlie le pasaba igual. -¡Oh! -chilló Rita con asombro-. Así que esta hermosa señorita aquí es Brenda -murmuró echando un vistazo a Charlie detrás de ella-. Hemos escuchado que eres muy hermosa, pero vaya que las palabras no te hacen justicia. Brenda miró con asombro a Charlie. Sintió un cosquilleo en su corazón al entender las bromas de todos ¿Era posible que Charlie hablara sobre ella? Y si era así ¿Charlie había dicho que era hermosa? Woow, esta era una gran revelación y ahora mismo Brenda solo podía pensar, felizmente, que Charlie Loyer pensaba que ella era hermosa. -Charlie, pareces un tomate -comentó burlonamente Henry. Brenda podía decir que Charlie parecía estar a punto de explotar porque el color de su rostro no era normal. -Lo siento, cariñito -dijo Rita y Brenda notó, por esa sonrisa maliciosa, que la anciana realmente no lo sentía-. No creí que te pondrías así. -Creo que es suficiente nana -dijo Charlie-, será mejor que Brenda y yo nos vayamos a empezar con el trabajo. Brenda mordisqueó su labio inferior. -Yo creo que podemos quedarnos un rato más -respondió la porrista-, Rita es muy amigable. Lean asintió de acuerdo. -Si, así podemos contarte más cosas de nuestro hermanito -comentó con una sonrisa burlona. -Si -acotó Henry-. Como aquella vez que fuimos a Londres a visitar a los abuelos -comentó- y conoció a… ¿Cómo era el nombre de esa niña? Lean frunció el ceño. -Mmm Miley… no, Miley no... -se mordió el labio e hizo una mueca pensativa-. Ahhh, creo que era Milena... no, Melissa ¡Rayos! Sara ¿recuerdas el nombre de esa niña?” -Melody -respondió sonriente a la burla que le hacían a Charlie. -¡Sí! Melody -dijo Henry sonriendo aún más- ¿Recuerdas a Melody, Charlie? Charlie miró a sus padres pidiéndoles ayuda. -Mamá, papá ¿pueden decirles que dejen de molestarme? Los señores Loyer negaron. -Cariño no había escuchado de esa niña -dijo su madre. -Sí, yo tampoco -dijo Richard-. Así que me gustaría escuchar esto, siento que será bueno. Charlie negó y suspiró, sintiendo ya su cara llenarse de vergüenza mientras escuchaba a sus hermanos continuar contando una vergonzosa anécdota de su niñez a la chica que le gusta. -... y Charlie terminó haciéndose en los pantalones del miedo -Henry terminó de contar y soltó una fuerte carcajada, provocando la risa de los demás presentes, incluida la porrista. -Bueno -gritó Charlie-. Ahora si es suficiente. Se acercó tímidamente a Brenda. -¿Podemos irnos? -le preguntó y la porrista no pudo negarse a su mirada. Brenda dejó de reír y asintió. -Por supuesto.
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