Charlie despertó como de costumbre, siendo sobresaltado por los gritos de sus hermanos fuera de su habitación. Era una especie de desafío matutino entre ellos saber quién lograría sacarlo de la cama antes del mediodía durante las vacaciones, o, en este caso, quien lograría sacarlo de la cama a tiempo para ir a la escuela.
Escuchó las voces divertidas de Lean y Henry y frunció el ceño, sin sorprenderse, cuando los vio atravesar las puertas dobles de su habitación. Charlie se alzó sobre sus codos y les dio una mirada desafiante cuando notó los globos de agua en sus manos.
Ambos ocultaron enseguida los globos tras sus espaldas y le dieron una sonrisa inocente.
-Hermanito -chilló Henry.
-¿Qué haces despierto tan pronto? -preguntó Lean.
Charlie enarcó una ceja.
-¿Qué creen que hacen?
Lean rebotó en su lugar y se encogió de hombros.
-Hoy es tu primer día en tu último año de preparatoria …
- … y queríamos asegurarnos de que te despertaras temprano.
-Oh, ya veo -dijo Charlie con un asentimiento suave-. Y los globos de agua ¿Qué?
Los gemelos se quedaron en silencio y se dieron una rápida mirada.
-Solo queríamos jugar contigo.
-Era una broma nada más -acotó Henry.
-Pues haré que mamá les haga la vida imposible si no salen de mi habitación ahora.
Henry pone los ojos en blanco.
-Si, porque eres su favorito.
-Y por eso es tan divertido molestarte -chilló Lean.
Charlie parpadeó y cuando volvió a centrar su mirada en los gemelos, se encontró con otras dos personas a sus lados. Sara apareció junto a Henry y Amelia junto a Lean. Todos llevando dos globos de agua en cada mano.
-Oh, ni se les ocurra -gruñó Charlie, envolviéndose en su edredón cuando sus hermanos empezaron a acercarse.
-¡Al ataque, chicas! -gritó Lean, imitando
Charlie no tuvo tiempo para cubrirse del ataque de sus cuatro hermanos, y en menos de medio minuto se encontró sobre su cama completamente bañado por los globos de agua que reventaron en su cuerpo.
-Será mejor que corran ahora -gruñó divertido.
-¡Retirada! -gritó Henry.
-Vámonos de aquí, chicas -chilló Lean, agarrando la mano de Sara y tirando de ella.
Henry intentó atrapar a Amelia, pero fue tarde, porque Charlie estaba fuera de su cama y tenía a la pequeña atrapada entre sus brazos.
-Lo siento, Ames -chilló corriendo fuera de la habitación.
Amelia soltó una risita divertida que luego se remplazó por una fingida mirada de pánico cuando alcanzó los ojos marrones y el ceño fruncido de su hermano mayor.
-¿Qué te divierte, pequeño demonio?
La niña se cubrió la boca con ambas manos, sofocando sus risitas.
-Estás mojado -murmuró en respuesta.
-¿Y a quien agradezco?
-Fue idea de Henry y Lean -chilló.
-Está bien -dijo Charlie y caminó hasta la puerta-. Vete de aquí, te dejaré pasar esto.
Dejó a Amelia sobre sus pies fuera de su habitación y se llevó las manos a las caderas.
-Te extrañé mucho, Charlie.
-Yo también te extrañé mucho, mocosa -respondió-. Quizá cuando estés más grande puedas viajar con nosotros.
-Pero entonces ustedes estarán muy viejos -bromeó Amelia.
-¿Cómo que viejos?
Amelia soltó una risita y se giró.
-Tengo que ponerme el uniforme -recordó.
-Bien, ve a vestirte entonces.
Amelia se fue y Charlie sonrió divertido volviendo a su habitación. La puerta se cerró tras su espalda y soltó un suspiro. Volvió a su cama y se lanzó de cabeza sobre ella. Resopló y estiró la mano hasta su mesita de noche para desenganchar el cargador de su celular.
Se mordió el labio inferior y se acostó sobre su espalda mientras pasaba la huella dactilar sobre el sensor del aparato y lo desbloqueaba. Enseguida entró a i********: y pulsó en el ícono de búsqueda donde escribió el usuario.
No tardó mucho en encontrarla, y pronto estuvo desplazándose a través del feed de Brenda Hastings. Tenía una nueva publicación que había subido hace unos tres minutos, y el suspiro de Charlie quedó atrapado en su garganta al ver lo bonita que se veía la chica en su uniforme de porrista.
Había estado enamorado de Brenda Hastings desde que la conoció el primer día de escuela en la clase de inglés de noveno grado, cuando ella se mudó junto a su familia desde la soleada Florida a la Ciudad de los Vientos. Tan bonita como era, no lo costó mucho conseguir popularidad y escalar, sin esfuerzo, hasta la cima de la pirámide social en la escuela secundaria donde se ha mantenido desde entonces.
Ahora, siendo la porrista principal, no hay chico que no caiga rendido a sus pies. Sin embargo, Charlie tenía en claro que no tendría oportunidad alguna con la hermosa chica, quien, como si de un cliché de película adolescente se tratara, está saliendo con el quarterback del equipo de futbol.
Aun así, este hecho no hacía que su anhelo por ella apaciguara. Piensa que el solo tener la oportunidad de verla todos los días, luciendo tan bonita como siempre, es suficiente para alegrarle el día. Aunque a veces se sienta como un asqueroso acosador, no podía evitar que sus ojos fueran directamente a la joven rubia.
Pensar en ella siempre le ocasionaba una enorme sonrisa en el rostro y hacía que su corazón latiera como un loco.
(También provocaba que despertara con una gran erección y su cama hecha un lio, pero eso no es necesario saber)
Siendo el primer día de clases, Charlie se encontraba emocionado por volver. No solo porque podría encontrarse a Brenda en los pasillos, sino que también volvería a ver a sus amigos ya que durante todas las vacaciones estuvieron separados por sus viajes. Charlie había regresado recientemente de su verano turístico por Europa con sus hermanos.
Un golpe fuerte en su puerta provocó que el celular le cayera a la cara, presionando por accidente un like en la foto de Brenda.
-Deja de tocarte mirando a Brenda y prepárate -gritó Lean con un claro toque de diversión en su voz.
-¡Vete! -gruñó Charlie, entrando en pánico al ver el corazón de color rojo.
Escuchó las risas de Lean y sus pasos alejándose de la puerta de su habitación, entonces saltó fuera de la cama, alejándose del aparato como si eso solucionara todo. Se llevó las manos a la cabeza y negó.
-¡Argh! -chilló-, soy un imbécil.
Tomó dos profundas respiraciones, tratando de calmarse.
-Es solo un like -susurró-, ni siquiera creo que lo note. Ella ni siquiera sabe de mi existencia, así que no pasa nada. Si.
Exhaló con fuerza.
-Bien -continuó, acercándose para tomar el aparato y salir de la aplicación-. Está bien, es solo un like. Ella tiene cientos de likes al día -repitió dirigiéndose al baño mientras ponía su lista de Spotify-. No lo notará, así que todo está bien. Mejor me preparó ya.
Diez minutos después, Charlie salió del baño con los bóxeres puestos y la toalla secándose el cabello. Corrió a las puertas del walk in closet y agarró los primeros pantalones que encontró junto a una sudadera gris y se vistió lo más rápido que pudo.
Se calzó los zapatos, agarró la mochila y las llaves del auto, y corrió fuera de la habitación, tropezándose con Amelia que salía de su propia habitación luciendo realmente dulce con su uniforme escolar.
Se veía tan tierna que Charlie no pudo evitar sonreír.
-Oye, monstruo ¿ansiosa por ir a la escuela? -le preguntó.
-Si -chilló y dio un salto, estirando los brazos hacia Charlie.
Charlie puso los ojos en blanco, pero igualmente se inclinó para tomarla en sus brazos.
-Vamos, bicho.
Amelia cruzó los brazos alrededor del cuello de su hermano y colocó la cabeza en su hombro.
-Hueles rico -comentó la pequeña mientras Charlie bajaba las escaleras.
-Ah, ¿sí?
-Si -respondió-. Lean dijo que estabas poniéndote guapo por esa chica Brenda ¿ella es tu novia? ¿Por qué no la conozco?
Las mejillas de Charlie se pusieron rojas y no supo que responder.
-No es su novia -dijo una voz y Charlie enseguida supo que era Sara.
-Pero nuestro pequeño Charles lo desea -confirmó Henry.
Charlie les lanzó una mirada de muerte mientras dejaba a Amelia sobre sus propios pies.
-Cállense -gruño-, idiotas.
Lean estaba a punto de decir algo, cuando la voz de su madre los llamó a desayunar. Sin embargo, le dio esa sonrisa que tanto molesta a Charlie.
-Charlie y Brenda, sentados en un árbol -canturreó.
-¡Lean! -gritó su madre- no molestes a tu hermano.
Lean soltó una risita y asintió a la mujer mayor.
-Salvado por la campana.
Charlie puso los ojos en blanco y caminó hasta su madre, dándole un beso en la mejilla. Luego, se acercó a su padre y le dio un abrazo.
-Buen día.
-Buen día, cariño -respondió su madre, inclinándose para pellizcarle las mejillas.
-Buen día, muchacho -respondió su padre con una sonrisa alegre- ¿Listo para tu primer día de tu último año?
Charlie se deslizó en su silla y asintió.
-Más que listo.
Lean se acomodó a su lado y le dio una palmadita en la espalda.
-El próximo año cuando vayas a la Universidad con nosotros, te llevaremos a las mejores fiestas.
-Si, hay muchas chicas lindas ahí -acotó Henry.
Charlie sonrió divertido. Sus hermanos podrían ser molestos y a veces podrían actuar como dos idiotas, pero él lo sabe mejor. Desde que todos en la familia conocieron su condición, los gemelos se convirtieron en los más protectores y defensores de Charlie. Entonces Henry entró a estudiar medicina (porque podrá parecer idiota y lucir como uno, pero es muy inteligente), y Lean entró a la escuela de leyes como su padre. Todo con el fin de estar siempre para su hermano cuando lo necesiten.
-Eso será genial -murmuró Charlie-, gracias chicos.
Lean asintió, pero entonces su madre apareció detrás de él y le dio un manotazo.
-Espero que, si piensan hacer eso, cuiden bien de su hermano -advirtió.
-¿Era necesario pegarme?
-A ver si entiendes por las malas.
-Cálmate mujer.
-No me digas cálmate mujer, que soy tu madre.
-Ay, ya le dio la menopausia -se quejó y los demás se rieron- ¿Hay algún tratamiento para mamá, Henry?
-Si, de hecho, sí -respondió-. Sin embargo, el más afectado puede ser papá. No vaya a ser que mamá lo bote de la casa en uno de sus arranques.
-Ya, dejen de burlarse, muchachos malcriados.
-Si, respeten a su madre -asintió su marido, pero tenía una sonrisa divertida queriendo abrirse paso.
-Oh, querido -suspira la mujer-. Creo que Henry tiene algo de razón en lo que dijo.
Charlie y sus hermanos estallaron en carcajadas al ver la reacción de su padre.
*
Después de desayunar, los gemelos se marcharon a la Universidad, mientras Charlie llevó en su auto a sus hermanas.
-Ten un buen día, Ames -le gritó a la pequeña cuando corrió dentro de la primaria.
Charlie dejó que Sara se apoderará de la radio mientras hacía su camino a la preparatoria.
-No extrañé tanto la escuela -gruñó Sara cuando Charlie entró en el estacionamiento y navegó entre los autos buscando un espacio libre-. Quisiera volver a Italia o tal vez a Francia.
Charlie suspiró y le dio una sonrisa divertida.
-Es tu segundo año en preparatoria, deberías estar más emocionada.
Sara puso los ojos en blanco.
-No todos somos cerebritos y nos emocionamos por ir a la escuela.
Charlie finamente consiguió un lugar y estacionó el auto.
-Si, pero es genial. Ya sabes, no volveremos a vivir esto y debemos disfrutarlo.
Sara le regaló una sonrisa.
-No entiendo como eres tan optimista cuando los del equipo de futbol son una mierda contigo, y la chica que te gusta no te hace caso.
Charlie borró la sonrisa de su rostro y bajó la mirada.
-Auch -dijo.
-No quise ser brusca ni nada, pero me molesta que te hagan eso -gruñó Sara-. Y tú puedes patearles el trasero sin ningún problema.
-No aprendí artes marciales para molestar a los demás, Sara.
-Ya, eso lo sé -dijo y suspiró-. Solo quisiera que les dieras una paliza a ver si vuelven a molestarte.
Charlie le lanza una suave sonrisa.
-Gracias por preocuparte, pero yo soy el hermano mayor aquí.
-Si, pero a veces eres tan inocente.
-Sé que la escuela tiene sus cosas malas, pero también hay cosas buenas -respondió-. Como nuestros amigos. Además, te tengo aquí y este es mi último año -dijo-, quiero disfrutarlo al máximo ¿Me apoyarás en eso?
Sara suspiró y una suave sonrisa se dibujó en su rostro.
-Por supuesto que te apoyaré, menso -respondió.
-Genial -asintió-. Ahora será mejor que bajemos, porque me pareció ver la moto de Paul llegar, y Jane se está devorando a Stefan frente a nosotros -dijo y señaló a la pareja apoyada en el auto frente a ellos.
-¿Paul llegó? -preguntó, saltando emocionada en su lugar mientras trataba de quitarse el cinturón de seguridad.
-¿No que no había nada genial en la escuela? -bromeó en respuesta mientras se deshacía de su propio cinturón.
Sara pone los ojos en blanco y se desliza fuera del auto.
-Se me permite emocionarme por ver a mi novio después de dos meses viéndolo a través de una pantalla.
Charlie negó con una sonrisa y salió del auto.
-Bueno, ya ves que no todo está mal en la escuela.
-Si, sí. Lo que digas, nerd.