Pamela se apresuró a llegar al club nocturno en cuanto salió del corporativo, su amiga la esperaba impaciente, temía que tuviera problemas con John por llegar tarde a su casa.
—Amiga, que bien que llegas, muero de nervios, cuéntame, ¿Qué ha pasado?
La rubia le contó lo sucedido, no pudo evitar que las lágrimas mojaran su rostro, jamás se había sentido usada, no importaba que John fuera su esposo, no debió tomarla de aquella manera sin su consentimiento.
—Vaya, siempre deseaste que fuera apasionado, y ahora que no lo deseas se le ocurre serlo.
—¿Lograste los dos números?
—Claro que sí, ya sabes que el jefe babea por ti, temo que tengas problemas con John cuando regreses a casa.
—Por mi John puede pensar lo que desee, desde ahora se acabó, no seré la misma tonta de siempre.
Pamela lo
