Lara se sentía furiosa, no dejaría de gritar ni de patear la puerta hasta que la abrieran, si Emilio creía que dejaría el camino libre para esa mujer tan fácilmente, estaba muy equivocado.
—Abre la puerta Emilio, no me iré ni dejaré de golpear la puerta hasta que lo hagas.
Dentro de la habitación, una nerviosa Pamela no sabía que hacer, Emilio se levantó para abrazarla.
—Está mujer no ha entendido que no la quiero a mi lado, se lo he dicho muy claro.
Pamela se sintió terriblemente culpable, esta vez estaba haciendo sufrir a otra mujer, como tantas veces a ella se lo habían hecho.
—¡Hey! Quita esa cara de tristeza preciosa, no dejaré que esa loca te toque ni un solo pelo, tendrá que entender de una buena vez, que ya no quiero verla. —Pamela cubría su rostro con sus manos, Emilio pensó
