Capitulo 4

738 Words
Krystal hizo lo que su jefe le pidió, avisarle a Isabelle que ahora sería la secretaria de uno de los hombres más ricos en Estados Unidos. La reacción de Isabelle fue demasiada, no sólo para ella, sino también para sus compañeros de trabajo, por su manera de ser sus compañeros le habían agarrado demasiado cariño y también por ser una mujer muy trabajadora, además de que siempre veía por los demás en cualquier situación que se presentara. Para estos momentos ya todos debían saber quién sustituiría a la secretaria de Carlos, los rumores y noticas corrían demasiado rápido, más que nada entre las mujeres que laboraban ahí, ya para estos momentos Isabelle era una chica tan afortunada, demasiado dirían las chicas. Para Isabelle sabía que esta era una oportunidad que pocas veces se presentaba, podía darse cuenta de que era un puesto bastante alto, tenia entendido que eran muy selectivos, era por esa razón por la que debía de aprovechar la oportunidad de ser alguien y poder progresar. Para Isabelle Carlos Morgan, no pasaba de ser solo su jefe, Adam lo era, pero siempre tuvo en mente que personas tan brillantes y exitosas como Carlos, gracias a ellos estaba trabajando en una gran empresa. Hasta el momento, nunca había entablado palabra con él, lo había observado, confirmando que si, su próximo jefe era demasiado guapo y sexy. No podía decir que no a algo tan simple y que si a cualquier mujer se le preguntaba iba a responder lo mismo que le resto de la población femenina de Nevada y de los Estados Unidos. Isabelle decidió venir a cumplir sus sueños a los Estados Unidos, su padre nunca le impidió el venir hasta acá, sabía que su hija amaba trabajar, ser independiente y no iba a impedírselo. Isabelle llegó con un sentimiento de angustia, no estaba del todo segura sobre su padre, sin embargo tomó el lado positivo de la moneda e inicio su nueva vida . Al hacerlo tuvo que iniciar desde cero, como su padre la educo, todo se gana, así que por ahora consiguió un departamento demasiado pequeño que solo contaba con lo necesario, si una de sus amigas viera el lugar donde actualmente vive diría que está loca, pero para Isabelle era suficiente, después juntaría más dinero y compraría un departamento más amplio y con una mejor vista. ─Señorita Krystal─ Isabelle se paró enfrente del escritorio de la todavía secretaria del millonario. ─Tú debes ser Isabelle D'angelo, un placer, Krystal Grace. Estaba nerviosa, al tener un puesto como este implicaba demasiadas responsabilidades, pero para Isabelle no iba a hacer un impedimento, daría todo su esfuerzo y empeño en él. ─Vamos, el Señor Morgan la recibirá en la oficina. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa, pero lo estaba. De las pocas veces que lo vio en conferencias que el mismo impartía para sus empleados siempre mantenía su rostro serio y enfocado en lo único que le interesaba, el trabajo. Isabelle tenía que admitirlo, Carlos era un hombre que estaría en la mente de cualquier chica, aunque lo veía muy lejos para ella, sin embargo, eso no le impedía, ni a ninguna mujer, que pudiera imaginar si el pusiera sus manos en ella y la tocara de todas la maneras posibles. Aunque por mas que lo evitara esos pensamientos seguían en su mente, así que no sabia como iba a reaccionar cuando realmente lo tuviera enfrente. Krystal camino y atrás iba la castaña esta última daba pasos torpes, sentía que se iba a caer una vez que ingresara a su oficina, así como Anastasia Steele y Christian Grey. Quien iba a pensar que una chica como ella, tan tímida y sencilla, sintiera todo eso por su próximo jefe, incluso si alguien cercano a ella lo supiera no tendría vergüenza, pero era algo natural, no era un delito soñar e imaginar con su próximo jefe. La secretaria dio tres toques a la puerta, se escuchó la voz de Morgan, su voz ronca grave, que hacía que los vellos se erizar antes por completo. No estaba lista. Había escuchado su voz. Estaba nerviosa. ─Adelante señorita D'angelo. ─ Krystal se hizo a un lado e Isabelle ingreso a la gran oficina, lo único que escucho fue el sonido de la puerta cerrarse. Ahora estaban solos, por un lado Carlos demasiado contento por tener frente a sus ojos a la morena que quería coger día y noche mientras que Isabelle estaba demasiado nerviosa y excitada por tener al hombre que inundaba sus sueños frente a ella.         
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