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Imposible No demandar

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Blurb

Una chica de los barrios marginados de una ciudad poco conocida plasma ideas, sueños y fantasías que pasan por su cabeza a diario mientras lleva una vida común como la de cualquier otra persona de limitados recursos económicos, lo que ha servido para distraerse, y ganar algo de dinero extra, sin imaginar que al escribir una historia basada únicamente en su imaginación le traería tantos problemas. Uno de esos siendo el más grande, al ser demandada por un hombre multimillonario por aparentemente contar su historia y levantar falsos. El amor aveces llega de maneras inesperadas, un demanda es una de ellas.

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Rutina
Esta no es una película de romance, no es la clásica historia de amor, esto es un poco de realidad, mi realidad. Miles de acciones a lo largo de tu vida te llevan a un solo evento, un lugar, un momento, una persona, una sonrisa, una lágrima, una palabra. Te das cuenta que estar de pie frente millones de personas, sentir que tu cuerpo se paraliza cada vez que ves un par de ojos mirando fijamente a lo que tú consideras tu cuerpo, algo que ha sido juzgado, dolido, sufrido, empieza a ser cada vez más difícil. A mi edad, cuando ya terminó toda inmadurez, donde ya no soy de las que se pone a llorar por cualquier cosa, cuando ya el amor, el romance, y todo lo lindo y tierno que puede pasar en la vida de una persona ya no es para mí, conocer a una persona capaz de cambiar todo eso, no tiene cabida en mi entendimiento. No importa cuánto hablen a mi alrededor, no importa cuánto intenten cegarme cada vez que disparan sus flashes, no importa la manera despectiva que me ve su padre, y una que otra mujer entre la multitud, lo único que aún no entiendo es, ¿porque el tiene su mano sosteniendo la mía? ¿cómo es que llegue a estar aquí, de pie junto al mismo hombre que ha intentado por todos los medios joderme la vida? Lo único que quiero es poder salir corriendo de este lugar, estoy tan cansada, tan agotada, que lo único que quiero es salir corriendo de aquí. Ojalá todo fuese tan fácil como lo quiere hacer ve, ojalá todo fuese tan fácil como se ve en las historias, en las películas. Mi corazón me grita hasta quedar sin voz que me quedé aquí, que tome su mano y me aferre a ella sin pensar en mañana o en lo que será después, pero ya lo dije al principio, está no es de esas historias. Mi corazón debe ser silenciado de la manera más abrupta y cruel que puede haber, soltar su mano es lo más difícil que he hecho en muchos años, pero la realidad es lo que debe ser. En el mundo de donde vengo, la realidad es tan diferente que si no retrocedió y salgo corriendo de aquí y ahora, va a doler más de lo que ya ha dolido. ─¿que haces? ─susurra mirando como sus manos, su rostro atónito es fotografiado un millón de veces un par de segundos. ─Lo siento. ─susurra con lágrimas al borde del precipicio. Su mirada es incapaz de llegar a él, no tendría las fuerzas suficiente para sostener el torrente de lágrimas que se avecina. ─nos vemos en el juicio. ─levanta la mirada y camina tan fuera del lugar como puede, pese a la multitud. Las personas y reporteros, lejos de abrirle paso, hacen hasta lo imposible por sacar tantas fotos como sea posible. Con la mirada al suelo, con un nudo en la garganta, con retorcijones en su estómago, con sus manos temblorosas y la boca seca lo único que quiere es llegar a cualquier lugar del mundo lejos de allí. Él, mira la multitud con desprendió y asco, ver que pese a sus esfuerzos, ella no ha llegado tan lejos, da un brinco desde donde está, sin importar la seguridad y pasa por la multitud tumbando cámaras y apartando gente de manera abrupta y violenta, obligando a las personas a apartarse, abriéndole el paso a ella. La seguridad hace lo suyo y baja enseguida para abrirle paso, dejando que ella llegue a la calle. Entre la multitud y el caos, un auto se detiene y se escuchan dos estruendos, ella levanta la mirada para verlo a él, pero el yace en el suelo con sangre manando de su cuerpo, su cuerpo se paraliza por el miedo, incluso cuando sientes algo caliente en su pecho, todos la ven con asombro, pero no es a ella, es una parte de ella. Baja la mirada al sentir como un calor invadió su pecho, su blusa blanca se está inundado de sangre, como una especie de batería siente como si toda su fuerza cae hasta sus pies, sus piernas no responden, su cuerpo hormiguea, la adrenalina y el pánico se disparan tanto como cae al suelo. Los flashes la ciegan, pero ella solo puede pensar en cómo empezó todo, si tan solo ese día no hubiese empezado, si ese correo no se hubiese abierto, si tan solo hubiese dejado todo de lado, todas las decisiones que la llevaron allí. Hubo tantas maneras de evitar esto, pero ahora, ¿que pasara con las personas que la esperan en casa? Meses antes... Sentada sobre un sofá abarrotado de retazos de tela a medio usar, con el cabello recogido de la manera más fachosa que puede existir, aunque es pasado el mediodía, usa un pijama viejo y desgastado rosa con estampado de osos amarillos diminutos, ojeras algo pronunciadas, un par de bostezos, mientras cabecea frente a su algo viejo y gastado computador portátil, teclea una frase más a uno de los tantos libros que ha creado por su basta imaginaciones. "Soy tuyo, aunque no lo merezco". Varios meses antes... Un bostezo más y da un cabezo tan pesado que casi cae al suelo. ─Solo un poco más... ─balbucea para sí misma, mientras talla su rostro con cierta agresividad para, de alguna manera conseguir mantenerse despierta, pero ayuda mucho. Desliza su dedo índice sobre sobre su táctil para ver la hora. ─son... 3:36 AM?, ¡no puede ser! ─gruñe bajo para no despertar a los tres niños en la litera frente a ella. Una preadolescente con cabello oscuro y piel de marfil, un preadolescente de cabello oscuro y piel bronceada, un pequeño en pijama de caricaturas, encogido en posición fetal abrasado a una almohada. ─Solo un poco más, solo un poquito más... ─susurraba para sí misma, tallando su rostro, pellizcando su muñeca y haciendo estiramientos desesperados por mantenerse despierta, pero su cuerpo simplemente responde al cansancio de haber estado toda la mañana en su trabajo de licuados, en la tarde en su trabajo de ayudante de cocina hasta al seis de la tarde, y estudiar hasta las once de la noche, caminar media hora hasta su casa, y llegar a dejar su hogar limpio. ─ya no puedo... ─se queja para sí misma, cerrando su laptop de mala gana por no poder aguantar un poco más. Se acuesta en su cama y se cubre, tan pronto como la manta calentita cubre gran parte de su cuerpo su cuerpo se da el permiso de descansar. El frío se cuela por una finas rendijas de las ventanas a medio abrir, como es costumbre se levanta puntual como reloj suizo, sin importar que ha tocado la cama casi a las cuatro de la mañana, sus ojos se volvieron abrir a las seis. Aún adormilada da un par de traspiés hasta el baño, que por el tamaño de su habitación, no da más de veinte pasos hasta la puerta del baño. Cada paso que da es pesado y difícil, al girar la llave el agua cae sobre el suelo haciendo un ruido estruendoso, es inevitable, el agua es helada y brusca al caer al concreto igual de frío que el aire que se cuela por el techo. Tocarla es una bofetada en la cara, el frío avasallando de una manera atroz, sin embargo se ve obligada a que su cuerpo se coloque bajo el agua. Pese a estar de pie, con toda la libertad de hacerse a un lado para poder respirar con normalidad, continúa bajo el agua casi congelada cayendo en su cuerpo, aún si está le corta la respiración mientras toca su piel, sus dientes tiritan, sus manos tiemblan, vapor por el brusco cambio de temperatura emana de su cuerpo como el alma del calor que conservaban a este miserable ser humano con vida. Se asea lo mejor y más rápido que puede, y sale igual de rápido, el más pequeño de los niños despierta y lo primero que hace es extender sus brazos y con una sonrisa pedir un abrazo. No lo piensa dos veces y lo abraza ya con el sueño espantado. ─Vuelve a dormir mi amor, es muy temprano para que estés despierto. ─susurra esperando no despertar a los otros niños. El pequeño talla su rostro mientras asiente y regresa a su cama. Ella saca la ropa que usará y se recoge el cabello lo mejor que puede, toma hasta la última hebra que sale de su peinado, una coleta formal.

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