─¿qué sucede? ─pregunta Sabrina acercándose a ella al verla algo desencajada.
─Nada. Es solo que... ─Angel hace un barrido visual a todo el lugar, fijándose sobre todo en la entrada, espera en algún momento ver a la persona que ha traído tal transporte que hace ese ruido tan aterrador para ella. Lo primero que su cerebro imagina es que van a vandalizar la fiesta, después de todo, es fiesta de clase alta, y de hacerlo se llevarían mucho dinero. Lo siguiente es, ¿porque estaría precisamente ahí el delincuente que casi la mata del susto.
Uno de sus miedos se hace realidad, ve entrar en la fiesta a tres personas vestidas de n***o y con casco de motocicleta. Su corazón se acelera cada vez más mientras busca una puerta de salida, si van a vandalizar el lugar, no piensa quedarse.
─Tenemos que irnos. ─Balbucea casi inaudible por los nervios y el pánico.
─¿Que? ─pregunta Sabrina mientras hace baila con una copa de vino en su mano.
─¡¡Llegó el cumpleañero!! ─Grita la amiga de Sabrina levantando la copa de vino con una gran sonrisa, mientras un hombre con traje y casco de motociclista entra en el lugar.
Por un segundo, Ángel sintió como la sangre de su cuerpo se congeló, era como si hubiese recibido un golpe fuerte y seco en el pecho, al ver que quién cruzaba por esa puerta y era ovacionado por todos los invitados, incluyendo a su amiga, era el mismo delincuente que la había asustado en el baño del instituto, el mismo que había secuestrado el taxi y vandalizar el lugar hasta recuperar sus cosas.
Era absurdo, era ilógico. ¿para qué querría un hombre que realmente tenía dinero vandalizar un lugar, o recuperar una absurda billetera?, después de todo ya se veía algo gastada y vieja, pero ciertamente contenía mucho dinero. Reconocerlo enseguida le causó tanto pánico que ya su cara no lo podía disimular.
─Estás pálida, ¿que tienes? ─deja la copa a un lado Sabrina, y ahora ya toma las cosas con seriedad, era imposible no hacerlo, Ángel estaba pálida, con sus manos temblando, mirando al hombre que acaba de llegar.
─Me quiero ir. ─dice casi inaudible, mientras observa como la amiga de Sabrina que las ha invitado le quita el casco al hombre que proclama como el cumpleañero.
Había visto su foto, la credencial y varios documentos suyos, no importaba cómo se veía su rostro bajo ese casco oscuros, sin embargo no podía dejar de mirar.
─Pero acabamos de llegar. ─dice sonriente, intentando disimular ante los demás. ─Sabes que, está bien. Llamaré a mi esposo y le diré a Karina que ya nos vamos. ─dice sacando su teléfono.
Sin importar lo aterrada que estaba, no podía dejar de mirar en la misma dirección, hasta que pudo ver su rostro.
Su cabello se veía alborotado, pero si era algo rizado, era simpático, extrañamente era atractivo.
─Dice que estará aquí en media hora, que no tarda. ─dice Sabrina llamando su atención, al punto de hacerla desviar su mirada al teléfono, perdiendo de vista al cumpleañero.
─Esta bien, ¿pero podríamos esperar fuera?, es que no me siento... ─al levantar la mirada su corazón dio una voltereta, al ver que tenía frente a ella al hombre que casi le causa un infarto.
─Te presento a mi hermano. ─Dice con una gran sonrisa Karina. ─Él es Fernando. ─dice ella no sabe a dónde mirar.
─¡hola!, ¡feliz cumpleaños! ─dice muy entusiasta Sabrina y lo abraza como si lo conociera de toda la vida.
ÉL responde el abrazo muy serio, sin quitarle la mirada a Ángel, mientras su hermana no deja de hablar de los viajes que ha hecho y de lo mucho que lo extrañaba.
─Yo siempre le decía que viniera, que se estableciera aquí, pero él no quería. Si le hubiese dicho que había una fiesta tampoco habría venido. ─reniega aún en su presentación Karina.
─Ella es Ángel. ─se voltea Sabrina para presentarla. ─No se siente muy bien... ─la escucha al ver sus semblante.
Karina ve llegar a uno de sus invitados especiales, y toma a Sabrina del brazo y sale corriendo con ella, antes de que ella pueda siquiera objetar o negarse en caso de que quisiera hacerlo.
─Nuevamente es un gusto verla. ─dice acercándose a Ángel cómo una guepardo se acerca a una gacela. Su mirada es intimidante, sus pasos son cortos y lentos, pero se siente demasiado imponentes haciéndola retroceder.
─Ya me voy. ─dice tratando de dar un paso para salir del lugar.
─No hice nada. ─dice y ella voltea a verlo, por alguna razón quiere creerle. ─Al verla, creí que le habría dicho a mi hermana algo de lo que pasó, y agradezco que no lo hiciera. ─dice tendiendo su mano. ─Si no se siente bien, yo mismo podría llevarla a su casa. ─dice intentando disculparse, pero ella, lo ve más como una amenaza.
─Si se acerca a mi, o a mi casa, llamare a la policía. ─dice volteando como una fiera.
─Era solo una carrera, pero era clandestina. Un amigo se accidentó y llegó la policía. ─se explica mejor. ─Mi padre intenta entrar en la política, es un buen padre. Solo tienen un hijo algo loco por la velocidad y la adrenalina, pero no merece que su apellido sea involucrado con algo ilegal.
─Entonces debería reconsiderar sus aficiones. ─lo regaña ya un poco más calmada. ─y no amenazar a las personas que no le hacen ningún daño.
─Lo siento. Solo me aseguraba de que no dijera nada. ─insite una vez más en acercarse a ella.
Al bajar la mirada a su mano tendida en su dirección, no pudo evitar pensar en el momento exacto que esa mano cubría su boca. Su mano es tan grande que cubrió gran parte de su rostro. Luego, al verlo a la cara, se veía mejor en persona que en sus fotografías.
─Lamento si la asuste, y agradezco que recuperará mis documentos por mi. ─dice y está por alejarse.
─Y yo lamento haber entrado al baño ese día. ─dice y se va con Sabrina, dejándole un sabor amargo a Fernando, quién solo la ve irse con su amiga.
─¿te sientes mejor? ─pregunta Sabrina al verla con mejor semblante.
─Pues... ─toma una de las copas que un mesero pasea por el lugar y se la bebe completa, llegando a tomar un par más.
─Eso me parece un sí. ─dice Karina soltando un grito de guerra que da inicio a una muy aliada y divertida fiesta de cumpleaños.