Día de locos.

1357 Words
El silencio en el auto empieza a ser incómodo, tanto que Ángel intenta no moverse pese a lo incómoda que está para no causar ningún ruido extraño en el auto. Un barrido visual con disimulo deja ver qué además de ser un auto nuevo, es uno perfectamente impecable y elegante. —Me agradas más estando ebria. —rompe el silencio en el auto, aprovechando el cambio de luz en el semáforo. —Beber no es mi fuerte, no recuerdo nada de lo que pasó, así que no puedo justificar ninguno de mis actos, pero sé que no hice nada indebido, yo no soy así... —dice sin quitar la mirada de la ventana. —Te veías muy divertida, todo lo contrario a lo tensa que se ve ahora, señora. —enfatiza en "señora" solo para molestarla. —No somos amigos, no tengo que hablar de nada, mucho menos de mi vida. —dice volteando a verlo, pero ahora él no la mira, ya que el auto ha emprendido la marcha. —claro... —asiente sin perder de vista la carretera. —¿quieres comer algo? —pregunta al pasar por una cafetería. —Solo quiero llegar a mi casa, es todo. —responde cortante. ─No hay nada mejor para una resaca que un buen desayuno, o por lo menos si deberías tomar un cítrico. ─dice estacionando el auto. ─Gracias. ─dice y se baja al igual que el, lo que le sorprende mucho, ya que se había negado no un principio, pero al bajar del auto y cerrar la puerta, empieza a caminar en dirección opuesta a la que él planeaba ir. ─¿a dónde vas? ─pregunta sorprendido viéndola alejarse. ─A mi casa, si quieres desayunar estás en tu derecho. Buen provecho. ─levanta la mano despidiéndose sin voltear. Fernando no dice nada, solo la ve irse sin más. Camina por la vereda, mientras él la observa hasta que la pierde de vista. Regresa al auto y se queda por un momento al volante, mira el asiento del copiloto, coloca su mano sobre él asiente con una sonrisa. ─Esta tibio... ─musita dejando escapar un suspiro. Ángel tan pronto llega a la parada de taxis, toma el primero que está en la fila y le ordena que la lleve a su casa, ya casi sale el sol, y aún no está en casa. ─Maaaa. ─grita el niño más pequeño saliendo a recibirla con una gran sonrisa en cuanto abre la puerta. ─¿como le fue? ─pregunta su hijo de trece años. ─¿estuvo divertido? ─la abraza fuerte aún medio adormilado. ─Estuvo muy divertido, hacía mucho tiempo que no me divertía tanto, pero bebí y luego me dio sueño y me quedé dormida, lo siento. ─no tardó en disculparse, pero al ver la hora se sorprende. ─¿porque no están durmiendo? ─pregunta mirando que los tres están despiertos. Ahora preocupada ya que es demasiado temprano. ─¿porque cuando Sandro se levantó al baño y se dio cuenta que su cama estaba vacía, no quiso volver dormir hasta que usted llegara, y al despertar el, ya lo despertó al otro y luego a mi, y mejor aproveche que nos levantamos temprano para hacer tarea. ─dice Luisa con una sonrisa. —Lo siento mucho mis niños, de verdad no pensé que estarían despiertos, no volverá a pasar. ─se esmera en disculparse con sus hijos al sentir que es irresponsable por no haber llegado la noche anterior.─vuelvan a la cama un rato mas, yo haré lo mismo. ─dice y los niños no dudan en hacerlo, sobre todo Sandro, quién corre a la cama con una gran sonrisa y no duda en cubrirse con su manta con muchas serenidad. El más pequeño hace lo mismo, pero tiende su brazo para asegurarse de saber cuándo su madre se acueste en la cama junto a él, a la mayor le toma un par de minutos decidir si volver a la cama o continuar haciendo tareas, pero es un bostezo lo que la termina de convencer de que regresar a la cama no sería después de todo tan mala idea. Ángel entra a la ducha mientras sus niños regresan a la cama, apenas son las seis de la mañana, y el hecho de que estén despiertos no le había causado gracia, el ver que sus hijos se habían despertado, e interrumpida su sueño tan temprano en la mañana por no verla, la hizo sentir mala madre, la hizo sentir culpable. Con una franela en el suelo, bajo sus pies evitaba hacer bulla mientras se daba una larga ducha. Tanto como el alcohol dejaba su sistema porque el efecto en ella desaparecía, empieza a recordar más y más de la fiesta. Aunque con la culpa que ahora sentía, no podía reír como lo hacía la noche anterior, ni siquiera al recordarlo, pero había algo que a ella le interesaba recordar con mucho interés, y era saber cómo llegó a una cama, descalza y cubierta con una manta. Ella se conoce lo suficiente para saber qué aún estando ebria ella jamás se quita nada al caer a la cama, por eso Leo aprecia tan extraño estar descalza. Todo volvía a su mente, el concurso de baile en el que el premio era una botella de whisky, el que por cierto ganó Sabrina y se lo bebió todo, la discusión de Sabrina con su esposo porque no se quería ir, ya que la fiesta estaba muy divertida. Cuando Karina le hizo un baile exótico a un chico del delivery porque se les antojo pizza en medio de la fiesta, aunque ellos habían encargado un buffet. Y luego ahí estaba, Sabrina vomitando sobre Karina todo lo que había comido del buffet, las seis rebabas de pizza se comió mientras bebía Whisky como acompañante de la pizza. Karina le dice dónde está la cocina después de perder la noción de la fuerza al hablar y tocar a las personas por lo ebria que está. Recuerda verse a sí misma entrando en una hermosa, enorme, y elegante cocina, pero ella buscaba agua, la cual no vio por ningún lado, se recuerda a así misma en el suelo gateando, alguien la toma del brazo, y la levanta, mira su brazo y no tiene marcas, ¿como es posible que no se le marcara?. Ángel el muy sensible al contacto, con tan solo ejercer algo de presión sobre su piel, está reacciona como si la hubiese golpeado, y se refleja en un hematoma que tarda un par de días en borrarse. Por eso, le parece tan extraño no tener marcas en su brazo, pero no tarda mucho en notar que si las tiene en sus muñecas. No tiene sentido. Ella recuerda que para levantarla del suelo, que quien la recuesta sobre un sillón, solo la toman del brazo, aunque seguramente tuvo que ser muy cuidadoso para no déjale marcas. Recuerda cómo se acercan dos chicas a su plato y luego alguien devuelve el plato a su campo visual. Su mente puede recordar el escándalo de la fiesta, más no lo que dicen las personas. Se levanta del sillón y se encuentra con Fernando, no lo puede creer, el mismo hombre que le causaba miedo ahora está frente a ella cediéndole el paso, el dice algo que ella no puede recordar, pero la hace voltear. ─¡¿Lo besé?! ─abre los ojos como platos, y suelta un grito ahogado al pasar ese momento por su mente. ─¿por qué lo besé? ─se lamenta mientras golpea la palma de su mano contra su frente, es allí donde vuelve a ver sus muñecas, y entonces el recuerdo de él, tomándola por las muñecas con fuerza para apartarla aparece. Pero no hay nada más, no hay más recuerdos, solo uno que otro destello de recuerdos sobre estar flotando mientras sube a las escaleras, la puerta y luego la cama, sabe que no pasó nada preocupante por qué estaba vestida al despertar, pero el hecho de que besara al hermano de la amiga de su amiga, le causa vergüenza, pero también tiene la duda del porque él la tomó de las muñecas con fuerza.
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