Capitulo 2

1383 Words
No es real. No puede serlo. Parpadeo, intentando que, si realmente es una alucinación, desaparezca. —Señorita, ¿se siente usted bien?—pregunta la azafata frente a mí, con expresión preocupada. Apenas la miro. —S—si—tartamudeo, sin poder despegar mis ojos completamente de él. —¿Esta mareada?—pregunta nuevamente la azafata. Niego con la cabeza, pero eso hace que me duela y me maree. Cierro los ojos. —Creo que no está del todo bien—dice él, con aquella voz tan atrayente y masculina. Concéntrate me digo a mi misma. —Si lo estoy—lo contradigo, casi gritando. Abro los ojos y lo miro avergonzada. El mantiene su semblante preocupado, pero creo notar una pizca de curiosidad en sus ojos. —¿Puede levantarse?—pregunta la azafata. —Eso creo—le respondo, con voz más pausada. —No creo que sea conveniente que se levante—me dice él. Lo miro, porque por una parte no me gusta que me contradigan, pero rápidamente me olvido cuando veo sus ojos. ¿Cómo se supone que puede actuar como si nada? —La ayudare—me dice la azafata. Bajo la mirada, la azafata me toma de los brazos. Colin se pone de pie y se aleja un paso, pero me mira con precaución. Si sigue mirándome, no hay forma de que pueda llegar a mi asiento. Mis piernas tiemblan, y creo que si no fuera porque estamos en público y no soy una psicópata loca (bueno, no tanto), me hubiese lanzado encima de él. Con cuidado, me coloco de pie. Al principio, no siento nada, como si estuviese perfectamente. La azafata suelta mis brazos, y cuando me siento con suficiente fuerza, suelto el respaldo del asiento en el que me estaba afirmando. Aparecen puntitos en mi visión, y cuando doy un paso, intentando ignorar el mareo y la sensación de que el mundo me da vueltas, mi muslo izquierdo da una puntada de dolor, haciéndome perder el equilibrio y caer hacia atrás. Unos agiles brazos me alcanzan a tiempo, y me ayudan a sentarme nuevamente. Me sobo con la mano la parte en la que me golpee durante el incidente, y mantengo los ojos cerrados. La azafata le dice algo a los demás, y siento una bolsa de hielo en mi nuca. —Tal vez no sea prudente que siga en el avión—sugiere la azafata. —Tonterías—digo, abriendo los ojos de golpe. No dejare que un estúpido golpe me quite mi sueño. Me avergüenzo al notar que Colin Earls está nuevamente de rodillas junto a mí, probablemente él me atrapo antes de que cayera. —Entonces quizás sea mejor vigilarla de cerca. Estoy segura que podríamos cambiarla a Premium economy—me replica. Abro la boca para aceptar, pero él se adelanta. —Tráiganla acá, a primera clase. El asiento junto al mío está desocupado—dice él, mirando a la azafata. Vuelvo a pellizcarme para asegurarme de que estoy despierta. Irme en un avión junto a Colin Earls, a Roma. Trece horas de vuelo junto a ese bombón. No sé si pueda controlar mis impulsos tanto tiempo. Tampoco creo que quiera que me vea comer como desaforada las golosinas que me he traído, ni que me vea babear mientras duermo. —Me temo que eso no es posible, las reglas son muy estrictas…—comienza a decir la azafata. —Ha sido mi culpa que se haya golpeado. Pagare por el upgrade, si es necesario, pero creo que sería prudente buscar a algún médico—le interrumpe él. La azafata asiente y se levanta. —Hablare con el supervisor. Buscare entre los pasajeros a algún médico—dice ella, y se va, dejándome sola con esta escultura humana. Miro el suelo, mientras con mi mano derecha sostengo el hielo en mi nuca. Mi estómago se siente un revoltijo de nervios y mariposas, y no por el viaje. Eso ha pasado a un segundo plano. Toda mi atención, mis nervios y mi ansiedad la ocupa una sola persona: Colin Earls. Siento sus ojos observarme, pero no me siento capaz de mirarlo. Carraspea, y con cautela y lentitud, levanto la mirada. —De verdad lo lamento mucho, señorita…—dice, y se queda esperando. —Mendoza. Lina Mendoza—me apresuro a contestarle, cuando me doy cuenta de que esperaba a que le dijera mi nombre. Sonríe y mi corazón se detiene. Virgen santísima, no puede ser que sea tan perfecto como en las películas. Me tiende su mano y se aclara la garganta. —Colin Earls —dice. Suelto el hielo y, temblando, estrecho la suya. —Lo sé—le digo, y sonrío avergonzada. Su sonrisa se ensancha. Suelta mi mano y vuelvo a afirmar el hielo. —Lamento que nos hayamos conocido en estas circunstancias—dice, y me da una sonrisa de infarto. Concéntrate, Lina por favor, nos estas exhibiendo me dice la parte cuerda de mi ser. —No es necesario ¿sabe? Que este acá. Ya me siento mejor, y como estaré sentada la mayor parte del viaje, estaré bien—le digo en voz baja, para intentar disimular lo temblorosa que suena mi voz al hablarle. —Me sentiría mucho mejor si pudiese vigilarle de cerca, después de todo, si le pasa algo será mi culpa—replica con voz calmada. El rubor se instala en mis mejillas casi al instante. Desvío la mirada hacia el asiento contiguo, que está vacío. ¿Es idea mía o ha comenzado a hacer calor acá? Trago saliva, probablemente sea simplemente yo. Por el pasillo veo a una mujer joven, vestida con unos pantalones caqui y una simple camiseta verde musgo, sin mangas. Lleva su cabello recogido en una trenza. Se detiene frente a mí y sonríe. —Me han dicho que alguien se ha golpeado en la cabeza, ¿es usted?—pregunta la mujer. Debe tener unos pocos maños más que yo. —Si—afirmo, y asiento con la cabeza, lo que hace que vuelva a marearme. —Soy la doctora Fowler—dice. Le doy una corta sonrisa, porque estoy sintiéndome muy mareada.— ¿Te parece si te reviso? —La he golpeado sin querer en la nuca, y creo que se ha golpeado en la pierna—dice Colin a mi lado. Me ruborizo de inmediato, pero hago uso de toda mi voluntad para no mirarlo. La doctora comienza a examinarme. Mi muslo duele bastante cuando lo palpa, y si bien el dolor y la inflamación en mi cabeza han disminuido, cuando me hace mover los ojos y el cuello se me nubla la vista. —Es una contusión, fuerte, pero creo que estas horas de vuelo te harán bien para descansar. Buscare unos analgésicos para el dolor, te recomiendo que bebas mucha agua y duermas—dice la doctora. —¿Qué hay de su pierna?—pregunta Colin. No voltees me repito en mi cabeza. —Me gustaría revisártela bien, es posible que solo sea un hematoma, pero no estaría demás verlo—dice la doctora. —Claro—digo, me aclaro la garganta.— Puedo caminar hasta el baño. —¿Segura?—pregunta la doctora, yo asiento y hago caso omiso del dolor que ello me provoca. Me afirmo del asiento y me levanto de este con cuidado. —Yo puedo llevarla—dice Colin a mis espaldas. Mis mejillas van a explotar si sigo sonrojándome. —No es necesario—digo, dándole un vistazo rápido. —Me gustaría ver como camina primero, y luego vemos si es necesario que la carguen—le dice la doctora. Noto como ella también tiene las mejillas sonrojadas, y como no. Tomo una gran bocanada de aire y doy un paso con mi pierna lesionada. No duele tanto al pisar y apoyar mi peso en ella, cojeo, por supuesto, pero nada tan terrible. Doy dos pasos pero entonces quien me traiciona es mi cabeza. La vista se me nubla un poco y siento todo girar a mi alrededor. —¿Te mareaste?—pregunta la doctora a mis espaldas. —No—digo con voz temblorosa. De pronto, dos manos se posan en mis costados. Volteo y mi corazón comienza a latir erráticamente. Colin Earls quiere matarme, eso seguro. Mis palmas sudan. ¿Estaré tan sonrojada como me siento? —¿Me permite?—pregunta, con su voz sonando más seductora que nunca. Lo que tú quieras, te lo permito pienso, pero me muerdo la lengua, por si mi cerebro decide traicionarme y decirlo en voz alto. Temerosa de que se me salga alguna estupidez, solo asiento. Colin pasa su brazo bajo mis brazos y, como si yo no pesara más que una hoja de papel, me toma en sus brazos. En mi mente resuena la canción Up where we belong. Dios, tal vez el golpe en la cabeza me esté volviendo loca. Una vez llegamos a las puertas del baño, me deposita en el suelo con cuidado. La doctora me ayuda a entrar al estrecho baño. Cuando me imaginaba con alguien más en un baño del avión, a mi mente no venía exactamente que fuese con una mujer, vamos, soy heterosexual. Tampoco venía a mi mente que afuera estuviese aquella escultura humana. Supongo que nada resulta como uno lo imagina.   
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