Seremos dos (primera parte)

1070 Words
No existe tal vez en el mundo dos personas con tanta afinidad, como los jóvenes enamorados de esta historia; para sara la vida se complementó de manera sustancial desde que conoció a Julián, y para él, ella era exactamente como siempre la soñó, tal como la imaginaba en sus pensamientos locos. Lo cierto es que él no era un hombre tan atractivo, pero algo en su cordial forma de tratarla, compensaba el físico. Ella por el contrario era tan bella y carismática, lo que aumentaba aún más el amor del joven, para él toda esta relación era casi una locura.  Siempre se comportó en exceso amable con ella, porque en su interior existía el temor a perderla, ella por el contrario se encargaba la mayor parte del tiempo de hacerle entender que el amor que en ella se forjaba era lo suficientemente estable como para que él ausentara sus temores.  Los "Te amo", llegaron demasiado pronto, un sello exclusivo de quien ama con locura y para quien es relevante el compromiso.  Varios años después, cuando ella se sentía más estable laboral y sentimentalmente, decidió dar un paso que generalmente no lo toman las mujeres, pero como ella es única, no le encontró inconveniente a ser quien pidiera la mano de su enamorado.  ESE DIA EN LA MAÑANA... A sara se le hizo un poco tarde esta mañana, todo estaba cuadrado minuciosamente, y unos minutos de atraso, podrían significar un gran enredo. Ya su día había iniciado algo mal, y lo complemento no conseguir leche de almendras en la nevera, no tuvo más opción que tomar la que Julián consumía. -Espero que no me afecte, porque en este día no necesito reflujo gástrico. Que manías las tuyas, no poder tomarte él te sin leche, de tantas cosas a las que has renunciado. Miro el reloj de pared en la cocina y se apresuró a beber él te mientras seguía reprochándose las faltas que a tan cortas horas ya llevaba, siempre tan perfeccionista y justo este día tan descuidada. -No entiendo como algo tan sencillo como comprar una botella de champagne, se convierta en una osadía.  -Esta estresada hija, cuando eso pasa se te complican las cosas.  Sara miro a Patricia de lado y le imito en señal de protesta. -No ayudas, y críticas.  -Ahora me atacas para desahogar tu estrés.  Entre cerro los ojos y respiro profundo, a estas alturas ya tenía la pelea perdida, discutir con Patricia solo aumenta la pérdida de tiempo.  -Mira, te pasaste de lugar, ¿no era tres locales atrás lo de las flores? - le comenta Patricia  -Si -sonríe maliciosamente. - Cuanto lo siento, creo que deberás caminar un poco. Patricia le enseña el dedo del medio como ofensa y se baja del auto. -Si sabes que hago esto, más por Julián, que por ti.  Sara le imita burlándose de ella y le tira un beso al aire, Patricia camina hasta el local para retirar el pedido de pétalos blancos a nombre de Sara, los cuales usarán para decorar el apartamento de la joven, en conmemoración a la propuesta.  -Listo, es todo.  - ¿Estas seguras? ¿has revisado la lista? -Que te angustia tanto ¿Cuántas veces en tu vida has fallado? - le insinuó Patricia. -no creo que esta sea la primera. -Precisamente por eso, te imaginas que algo salga mal, quedará en la memoria de nuestro matrimonio, en la anécdota que le contaremos a nuestros hijos, y estos a sus hijos. Toda la generación Leyva Borges sabrá de el gran fiasco que hice el día del compromiso.  Patricia sonrió maliciosamente, Sara sabía que algo tenía por decir. -Suéltalo ya mujer. -Y si, te dice que no. Sara abrió sus ojos como a punto de aplicarse gotas oculares, luego frunció el ceño y negó con su cabeza. -Cancelado, cancelado, cancelado. Eso no se dice ni en broma. Patricia reía fuerte mientras la joven continuaba preocupada por el comentario - ¿De verdad crees que eso pase? - comentó Sara con un dejé de tristeza.  -Como crees amiga, sabes que él da la vida por ti, son la pareja más perfecta que ha existido en mucho tiempo.  ESE DIA EN LA NOCHE  -Es el segundo vestido que me mido, literalmente no me cierra.  Comenta la joven al teléfono.  -Tranquila, ya encontrarás el adecuado. -el adecuado es justo el que no cierra por la inflamación abdominal horrible que tengo.  -De que te preocupas mi muñeca, si sabes que con cualquiera te ves hermosa, lo que yo veo en ti va más allá del vestido que lleves puesto.  Ella sonríe sonrojándose un poco, eso era lo que más amaba de él, aún a través del teléfono podría hacerla sentir amada.  -Vale, tendré calma. Pero por favor no llegues tarde, la cena esta casi lista y no quiero que pierda el gusto. - ¿Cocinaste para mí? Ríen al tiempo -Ya sabes que no lo hago, ni para mí. No es que tú no lo merezcas, es solo que ese en especial no es mi fuerte. Pero la vecina, la señora Martínez, hace unas comidas deliciosas, y te puedo asegurar que quedarás satisfecho.  - Lo sé, lo sé. No te preocupes mi muñeca, que cuando nos casemos, cocinare para ti a diario. Esa será mi más grande muestra de amor hacia ti.  Sus ojos se llenaron instantáneamente de lágrimas, y comenzaron a rodar por su rostro, se miró en el espejo y las limpio cuidadosamente para no arruinar el hermoso maquillaje que llevaba. La seguridad la embargo, él ha pensado en matrimonio, no estaba lejos de sus pensamientos.  Ya con los pétalos por el pasillo y la cena en la mesa, junto con el vino y los platos perfecta y armoniosamente dispuestos, la joven espera, finalmente con un vestido un poco más ancho de lo normal, que resalta el prominente estomago inflamado. Sin embargo, a pesar de los imprevistos que se generaron, ella se sentía feliz y confiada. El timbre sonó y en su estómago se movió todo, ciertamente no era el efecto de la leche, era más bien el nerviosismo de la velada; se acercó con calma a la puerta y le abrió para encontrárselo de frente a ella con un ramo de flores, le vio y sus ojos se llenaron de lágrimas, no se esperaba el regalo, pero si coincidía perfectamente con el momento. Lo que ella no esperaba era lo que sucedería a continuación. 
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