Profe, enseñame a querer.

Capítulo 1. Sentí que alguien me daba un golpe en el hombro, de mala gana abrí los ojos, todavía estaba demasiada adormilada, miré hacia mi hermano mayor. — Acabamos de llegar — anunció desabrochando el cinturón de seguridad. Nuevamente, de mala gana, me arrastré fuera del auto, nuestro viaje duró poco más de 5 horas, y las últimas dos horas, dormí como un bebé. Salí y estiré cada parte de mi cuerpo, estaba justo frente a su casa, en la casa nos esperaban Lily y Pau. — Yo bajaré todas las cosas y las dejaré en la habitación. — Muchas gracias por tu ayuda y por dejarme quedar aquí unos días. — Respondí con una leve sonrisa. —Eres mi hermana, haría cualquier cosa por ti, ¿Está bien? — Solo asentí. — está bien, me pondré manos a la obra — murmuró abriendo la cajuela del auto. Entré a la casa de mi hermano. inmediatamente después de entrar, seguí el conocido camino hacia la cocina conectada al salón. Mi sobrina me vio primero e inmediatamente dejó de colorear. — Tía — chilló, corriendo hacia mí. — Hola, frijolito mío — La levanté y la abracé, a lo que ella me devolvió el abrazo. — Hace mucho que no nos vemos — dije mirando a Lily, la esposa de mi hermano. — Demasiado tiempo, ya nos hacías mucha falta, ¿Cómo has estado? Ve y lávate las manos y luego siéntate a la mesa, hice una cazuela, te encantará — mi sobrina me llevó corriendo al baño Juanes llevó las cajas con toda mi basura y libros al garaje. A su vez, llevó a mi habitación temporal dos maletas y una bandolera en la que tenía mis cosas y ropa más necesarias. Por la tarde jugué con Pau, mi sobrina a la que últimamente echaba mucho de menos. Ese día me acosté excepcionalmente temprano, porque al día siguiente empezaba el último año de estudios de Filología hispana. De hecho, estaba nerviosa porque había pasado los años anteriores estudiando en Harvard. Finalmente, finalmente decidí mudarme. La gente allí era tan... rígida. Fue difícil para mí hacer conexiones, ni siquiera hice amigos allí en los últimos años. Afortunadamente una universidad de nueva york me recibió para terminar mi ultimo año aquí. Aquí en Nueva York tenía a mi hermano y su familia y, lo más importante, tenía a Miranda aquí. Somos amigas desde la guardería y, a pesar de tantos kilómetros que nos separaron durante tanto tiempo, nuestro contacto nunca se ha rompió. El sonido del despertador me sacó por completo de mis sueños. Me levanté de mala gana y lo apagué, luego fui al baño y me duché por unos minutos. No planeaba lucir perfecta todos los días, pero hoy era un día donde en la academia celebrábamos el comienzo del año académico. Llevaba una camisa negra de manga larga de botones al frente, los cuales solo cerré hasta mi pecho, dejando ver un poco de mis pechos y adornando mi cuello con un collar plateado que hacía lucir mejor esa parte de mi cuerpo, me puse un pantalón ligeramente ancho y tacones altos del mismo color que la camisa, Me hice un maquillaje delicado y cotidiano con delineador ahumado, rímel y un labial rosa mate que no llamaba especialmente la atención. Rápidamente comencé a arreglar mis rizos color cobre, dejé dos mechones de flequillo y até la parte superior, dejando la parte inferior suelta. Agarré mi pequeño bolso n***o y me dirigí a la cocina. Pau todavía dormía, pero su madre me preparó sándwiches y chocolate para el desayuno, lo cual le agradecí muchísimo. Después de una comida rápida, salí y me dirigí directamente a la parada del autobús. Llegué a la universidad antes de tiempo, entré siguiendo el pasillo principal, estaba intentando acceder a un mapa de edificios a través de Internet en mi teléfono cuando de repente me choqué con alguien. Anticipando la caída, cerré los ojos y esperé hasta sentir que estaba aterrizando sobre mi trasero. Pero no llegó. A cambio, sentí un brazo fuerte alrededor de mi cintura y un pecho bien formado. pecho debajo de las manos. Abrí los ojos y vi a un hombre vestido con un traje caro, de color n***o y perfectamente confeccionado frente a mí. Tuve que levantar la vista para ver su rostro. Estaba en los brazos de un hombre extraordinario y apuesto. El hombre era mayor que yo, probablemente unos treinta años. Sus ojos silenciosos, oscuros, casi negros me observaron. Podría llamarlo literalmente tallado por el mismo dios. Su rostro es tan impecable como una gota de agua, un vello facial perfecto y bien cuidado y estos rasgos faciales muy masculinos. Después de un largo rato, recuperé el sentido, sintiendo mis mejillas arder y probablemente ponerse rojas. — Uhm — me aclaré la garganta. — Lo siento, no te noté, estoy buscando una sala de conferencias — dije insegura, dando un paso atrás, por eso tuvo que quitarme el brazo de la cintura. — Siga recto, suba las escaleras hasta el primer piso y a la derecha habrá una puerta grande allí, probablemente ya abierta, es allí donde están todas las salas de conferencias, debe buscar su sala y listo — respondió con su voz baja y completamente seria, lo que envió escalofríos por mi espalda. — Gracias y lo siento otra vez — dije nerviosamente, evitándolo. Llegué fácilmente a la sala de conferencias, que ya estaba lleno de gente, como no había asientos en la parte delantera, tuve que sentarme casi al fondo de la sala. Luego resultó que mi altura tampoco me facilitaba las cosas, porque un gran grupo de chicos que estaban sentados frente a mí bloqueaban efectivamente mi vista de todos los que hablaban. De esta manera, no sabía cómo eran los profesores ni nadie que trabajara allí. Después de menos de una hora, todos fueron saliendo cuando terminó el comienzo oficial. Llegué a casa de mi hermano bastante rápido. Nada más entrar, me saludó una pequeña niña rubia que tenía muchas ganas de que le hiciera las trenzas, como suelo hacer cuando nos vemos. Pasé prácticamente el resto del día con ella.