Capítulo II

3059 Words
Al amanecer lo primero que vino a mi mente fue él. No podía sacármelo de la cabeza y tampoco podía olvidar la situación que me había hecho conocerlo… ¿Qué debía hacer? ¿Olvidarme de lo que me había dicho o...? No podía hacerlo, según él todos ya me conocían y si había entendido bien estaba en peligro a menos que me vieran con él y creyeran que yo era una especie de novia para él. Aunque seguramente la palabra novia no estaba en su diccionario. ¿Entonces debía volver a El inframundo? De solo pensarlo me sentía aterrada. Así que traté de borrar la idea de mi cabeza y me concentré en vestirme para ir a la universidad, al llegar a esta me encontré en los pasillos a una de mis mejores amigas, Fernanda. Me extrañé de su presencia pues ella no estudiaba en la misma universidad a la que yo asisto y no era normal que ella viniera aquí. — ¡¿A dónde fuiste ayer?! ¡Estábamos preocupadas! ¡Te llamamos y no diste señales de vida! Hice una mueca enseguida dándome cuenta que a lo mejor había perdido mi teléfono en El inframundo y apenas lo notaba. —No tenías porque venir Fer. Seguramente Mary te habría dicho que estaba bien cuando nos encontráramos después de clases. Perdí mi teléfono yendo a casa anoche. — ¡¿Por qué te fuiste?! Encontramos a tu chico perfecto y cuando fuimos a buscarte no estabas. Arqueé una ceja ipso facto ante su cinismo. — ¿Por qué me fui? ¡¿Será porque me dejaron sola?! Como siempre. Fernanda hizo un puchero antes de jalarme del brazo para atraerme más cerca de ella. —Sabes que no lo hacemos a propósito. —Fer, no sé lo que pretendes pero sea lo que sea, la respuesta es no. Fernanda lloriqueó tratando de convencerme, la conocía y sabía que solo vendría a la universidad a la que asisto porque quería algo. — ¡Tú no sabes lo que voy a pedirte!Entorné los ojos divertida por la explosión de mi mejor amiga.—Tengo que entrar a clases Fer.—Entro contigo y hablamos. * —Dios mío, esa mujer necesita sexo. Las palabras de una de mis mejores amigas me hizo entornar los ojos, por todos los medios traté de borrar la sonrisa que amenazaba por estirar mis labios sin embargo no lo conseguí, cosa que me trajo problemas ya que la mujer de la que Fernanda hablaba era de mi profesora de teoría literaria quien apenas me vio curvar un poco los labios me fulminó con la mirada. — ¿Tiene algún aporte importante, señorita Domínguez? Maldición. No había nada que me diera más terror que hablar en clases, siempre he sentido que diré una estupidez así que siempre me he sentado al fondo del salón tratando de ser invisible ante los profesores. Voy a matarte Fernanda. Principalmente porque además de que había causado que la profesora en cuestión clavara sus orbes verdosas en mí, también porque toda la mañana había estado molestando sobre ir a una fiesta con su novio, a la cual por supuesto no quería ir pues sería la tercera en discordia y eso no me gustaba para nada. —No, no, disculpe. —Dígame algo similar entre los textos de Ludmer y Vaccarini. En seguida me quedé en blanco. Es que, mierda, admito que soy demasiado floja para estudiar porque gran parte de mi tiempo me la pasaba leyendo, pero no sobre teoría literaria sino sobre narrativa, en especial, novelas. El silencio reinó en el salón de clases, las miradas caían sobre mí como flechas con fuego mientras que mi vergüenza se intensificaba. —Ambos ven a la literatura como una ideología además de que la misma no es solo un acto creativo sino también como la influencia de los elementos culturales como las escuelas o las editoriales... Aquella voz masculina, ronca y atractiva enseguida llamó la atención del resto de la clase sobre él, yo misma me vi sorprendida admirándolo boquiabierta, no solo porque él había demostrado que sí sabía sobre el tema sino también porque era el chico más atractivo que mis ojos hubieran visto antes, cosa que me chocó mucho porque hace unas horas pensé que mi salvador desconocido lo era. Lamentablemente en mi facultad no había chico tan desgarradoramente sexy como ese dios que se mostraba ante nosotras con su ropa negra que lo hacía parecer más interesante para mí. ¿Qué hacía él aquí? No podía estar en mi clase porque eso significaría que yo lo había estado ignorando el resto del semestre y eso era muy poco probable porque sinceramente creo que tengo un imán que me hace detectar a los chicos calientes que pasan cerca de mí por las calles. Este chico simplemente no podía ser de aquí, era algo imposible. —Muy bien señor Mörder, pero no creo haberle preguntado a usted. Cuando la bruja malvada volvió a posar sus ojos sobre mí una de las chicas avisó a la profesora que se había acabado el tiempo de la clase. —Para la otra semana, examen sobre este tema, deben esforzarse para aprobar la materia. Sobre todo usted, señorita Domínguez. Yo me limité a asentir avergonzada mientras por dentro la maldecía en varios idiomas. Gracias a mi hermosa amiga, nótese el sarcasmo, la profesora se encargaría de joderme la vida durante el resto del semestre. En el momento que todos comenzaron a salir tomé mis cosas no sin antes fulminar con la mirada a Fernanda quien se limitó a encogerse en hombros restándole importancia al asunto. —Mira el lado bueno, has conseguido a un muy sexy salvador, ¿Por qué no nos habías contado que tienes compañeros tan calientes mujer? Solo quedábamos en el salón ella y yo así que comenzamos a salir para irnos a buscar a Mary y luego ir a casa. —Será porque nunca lo había visto en mi existencia. —Está buenísimo tienes que salir con él. Enseguida la volví a fulminar con la mirada sin dejar de caminar. Eso era algo típico de mis amigas, trataban de emparejarme con cualquier chico y cuando digo cualquiera, realmente me refiero a que cualquiera lo es. —Apenas sé que sabe sobre teoría literaria. Fer arrugó la cara. —Eso suena muy nerd pero él no lo es en absoluto, ¿Ves lo que vestía? En definitiva luce como un chico malo, de esos que te gustan. Medité sus palabras y supe que tenía razón, el condenado parecía sacado de uno de mis libros entonces me encontré deseando con fuerzas volver a verlo en la siguiente clase. * — ¿Me vas a acompañar? —preguntó por enésima vez en el día Fernanda. — ¿Me vas a decir para qué quieres que vaya? Esto comienza a ser sospechoso. —Solo ven, Mary, ayúdame por favor. —Ve con ella —dijo con simpleza Mary ocasionando que tanto yo como Fernanda entornáramos los ojos. — ¿Todo esto se trata de este chico perfecto que me encontraron? Mary y Fernanda se miraron con sospecha y yo contuve una carcajada, no tenía tiempo para esa tontería de mi chico perfecto. Ahora mi mente estaba ocupada por el problema que yo misma me había buscado entrando en El inframundo. —No —afirmó Fer. Yo me limité a entonar los ojos divertida, como si no las conociera. —Ya, claro. De igual manera no puedo ir, tengo algo que hacer hoy en la noche. Recogí mi bolso y me levanté de la banca en donde estaba sentada con mis amigas. — ¿Qué? ¿Tú tienes algo que hacer en la noche? —Preguntó animada Mary—. Cuéntame. La emoción de Mary se debía a que yo muy poco salía, de hecho, mi casa era mi lugar favorito, ahora tenía que inventarles algo, de no ser así no me dejarían en paz. —Voy con mamá y papá a casa de la abuela. Ambas hicieron una mueca de fastidio que casi me hizo reír sin embargo no preguntaron nada más. —Me voy. — ¡¿Qué tienes que hacer en tu casa a esta hora?! Por eso no conoces a los chicos sexys de tu clase, te limitas a entrar, escuchar a tu profesora falta de sexo y luego te vas. Ese era un buen resumen, yo era así pero era lo que había. —Me tengo que ir —repetí—. Seguramente luego veré a ese compañero sexy del que hablas. Al llegar a casa me tiré sobre el sofá y busqué mi teléfono pero recordé que probablemente estaría sin uno por una larga temporada. Rápidamente me arrepentí de haber vuelto de la universidad, me encontraba aburrida y cuando estaba a punto de pararme para ir a mi habitación la puerta de mi casa sonó llamando mi atención. Fruncí el ceño confundida porque a esa hora nadie venía a casa. Me levanté para abrir pero al hacerlo me quedé paralizada porque frente a mi estaba un rostro que no me había sacado de la cabeza anoche e incluso durante la mañana. De mi boca salieron varios balbuceos pero ninguna palabra entendible lo que hizo que el desconocido salvador arqueaba una ceja. Como yo no dije nada de su bolsillo sacó mi teléfono poniéndolo frente a mis ojos. —Lo dejaste tirado en mi auto. Tiene mi número y ahora yo tengo el tuyo, te llamaré cuando debas asistir a El inframundo. Sin más colocó el teléfono sobre mi palma y mi corazón saltó por el roce de nuestras manos. Me sentí un poco decepcionada de que solo dijera eso y movida por una fuerza extraña tomé su brazo para no dejarlo ir, él no se volteó pero si se detuvo poniéndome más nerviosa de lo que ya me encontraba. ¿Qué estaba haciendo? — ¿No tengo que ir hoy? —pregunté cómo tonta porque si tuviera que asistir él mismo me lo hubiera dicho. Me fijé que él ponía sus ojos en mi agarre de una manera my extraña y rápidamente lo solté. —No irás cuando yo no esté. Cuando comenzó a caminar a su auto pero nuevamente mi boca fue más rápida que yo. — ¿Quieres entrar? Una vez más él se detuvo, sin embargo, esta vez sí volteó a verme con expresión extrañada. — ¿Por qué? Abrí la boca, por unos segundos no supe que decir pero me compuse luego de un breve tiempo. —Tú me salvaste ayer, además de que tuviste que desviarte para traer mi teléfono, estoy haciendo el almuerzo —mentí —, te incluiré en la mesa como agradecimiento. —No quiero tu agradecimiento. Él estuvo a punto de voltearse e irse pero lo detuve, otra vez. —Quédate, por favor. Murmuré deseando que realmente lo hiciera, él sin embargo guardó unos segundos de silencio antes de recuperar el habla. —Tengo algo más importante que hacer. Yo abrí la boca no obstante de esta no salió nada pues él ya se estaba marchando. Dolida cuando él entró al auto cerré la puerta con más fuerza de la que debí. Me sentía humillada. Si él no quería mi agradecimiento no se lo daría, era un completo idiota. Miré mi teléfono y llamé a Fernanda decidida a ir finalmente esta noche con ella. Después de todo, no tendría que ir a El inframundo. Y… ¿Por qué me sentía tan decepcionada por eso? * La noche había empezado bien, por lo menos el novio de Fernanda no hacía que esta me dejara a un lado. La música retumbaba en el lugar mientras mi amiga y yo bailábamos al ritmo de la misma a la vez que Ángel iba por nuestras bebidas. — ¿Ahora si me dirás por qué querías que viniera? Ella me lanzó una mirada pícara para después soltar una carcajada. —Ya verás, tu príncipe malo está entrando ahora mismo. Entorné los ojos divertida. Príncipe malo no era precisamente como me gustaría llamar a cualquier hombre que tuviera algo que ver conmigo. Al voltear a donde me indicaba Fer el aire escapó de mis pulmones mirando al chico que vi esta mañana en mi clase entrando como si fuera el rey del mundo. Una sonrisa chulesca cubría su rostro que parecía tallado por los mismos ángeles, poseía un precioso hoyuelo en su mejilla izquierda. Su cabello era rubio perfectamente cortado además de que este parecía tan suave que tentaba a tocarlo por horas. Pero su apariencia física no fue lo que más me gustó pese a que era uno de los chicos más guapos que he visto en mi vida, se trataba del aire letal que lo envolvía, casi tan fuerte como el de mi desconocido salvador que ahora me había dado por llamar patán. Pese a su sonrisa seductora a simple vista podía verse que irradiaba peligro. Él tenía todo lo que me gustaba en los chicos, a decir verdad. —Mierda. — ¡No, no, no! Ni se te ocurra, aún no aprendes a caminar ¿Y quieres correr? No te atrevas a posar tus ojos en Jakob Mörder, no te hablaba de él sino de Andrew, Jakob está a otro nivel Alaia. Él no aparenta ser un jodido chico malo, él en definitiva lo es. Es un asesino psicópata... o eso me dijeron cuando pregunté por él esta mañana. Yo fruncí el ceño cuando sus palabras lejos de aterrorizarme me atrajeron más, volví mí vista a Fer y pregunté. — ¿Qué quieres decir? —Lo que oyes. Él, junto con su hermano se mudó hace un par de meses y según dicen son asesinos... mafiosos, no te atrevas a acercarte. Yo negué con la cabeza volviendo mis pupilas a él, vale, tampoco estaba tan loca como para meterme con un mafioso pero, tenía mis dudas de si esas palabras eran reales. La gente podía decir mil cosas, pero de esas mil solo un puñado seria reales. Aunque no iba a arriesgarme, de hecho, dudaba que un chico tan endemoniadamente guapo se fijara en mí. Eso era algo casi imposible. Alcé mi cerveza llevándola a mi boca cuando Ángel llegó con ella y me dedique a distraerme. — ¿Saldrás con Andrew? ¡Déjame presentártelo! Chasqueé la lengua y accedí, después de todo seguiría molestando si me negaba. Para mi sorpresa, Andrew había resultado ser un chico interesante, además era buen bailarín por lo que toda la noche me mantuvo entretenida. —Entonces ¿Saldrás conmigo? —me preguntó alzando la voz debido a la música. Y cuando yo iba a responder... El cuerpo de un chico vestido de cuero se interpuso entre ambos. —En definitiva, ella no saldrá contigo —su voz masculina golpeó en mis tímpanos y rápidamente supe de quien se trataba, lo que no entendía es por qué este chico estaba diciéndole eso a Andrew. Según yo solo nos conocemos de teoría literaria, o bueno, yo solo lo había visto hoy. — ¿Y tu respondes por ella? —preguntó con mal humor Andrew sin temerle en absoluto al chico. Al parecer no solo yo me había perdido de los chismes sobre los Mörder sino también Andrew. Con chulería Mörder caminó hasta estar más cerca de Andrew y lo miró retadoramente no obstante Andrew no bajó la cabeza, debo admitir que el chico tiene valor. —Aléjate de ella —amenazó confundiéndome. Un grupo de personas comenzaron a rodearnos entonces me sentí incómoda de lo que sea que estuviera pasando a mi alrededor. En menos de tres días, dos chicos me habían llamado suya, cosa que me descolocaba. ¿Qué está pasando mundo? — ¿Y si no quiero? Andrew para la sorpresa de todos empujó a Mörder pero tan rápido como lo hizo, el rubio lo golpeó con un puñetazo en el pómulo. Yo jadeé horrorizada por como se estaban poniendo las cosas. Andrew había caído al suelo pero hecho una furia se levantó otra vez tratando de arremeter contra Mörder pero este enseguida lo golpeó de nuevo ocasionando que cayera otra vez. Al ver como Mörder pretendía acercarse a Andrew con aire amenazador decidí interponerme en su camino. — ¡Basta! ¡No más! El chico poseía unos ojos grises que me parecieron conocidos sin embargo yo nunca lo había visto de cerca. Le di la espalda para ver cómo estaba Andrew pero casi ni puede detallarlo pues un par de manos se aferraron a mi cintura y me cargaron hasta dejarme sobre el hombro de Jakob Mörder. Presa del pánico comencé a gritar y a golpear su espalda. — ¡Suéltame ahora! No obstante él no se detuvo hasta estar fuera del lugar. Rápidamente me puso sobre mis pies y todo me dio vueltas por lo que me aferré a sus brazos para no caerme. — ¡¿Se puede saber quién eres tú?! ¡¿Y por qué me sacaste de ahí adentro sin mi consentimiento?! —No vas a tocarlo. Se limitó a decir enfureciéndome y de un manotazo me alejé de él. Arqueé una ceja y lo miré con evidente disgusto. —Yo toco a quien a mi me dé la gana, nadie me prohíbe nada y mucho menos un desconocido como tú —espeté furiosa con este cretino. Él por su parte se dedicó a contemplarme con una sonrisa seductora que hizo que mis piernas temblaran pero no lo demostré. — ¿Quieres apostarlo, hermosa? —No tengo nada que apostar —gruñí. Me di la vuelta chocando a propósito mi cabello con su cara y lo escuché reír acusándome más enojo. —No te conozco, sin embargo, decidiste golpear a mi cita de hoy —vi como él apretó su mandíbula pero no me importó—, No te atrevas a molestarme más, ni siquiera en la universidad, déjame en paz. Decidí que meterme con ese chico sería peligroso así que lo mejor sería mantener las distancias, con mis propios ojos acababa de ver lo que era capaz de hacer. Aunque en ese momento inocentemente creí que podía huir, no sabía que sus ojos de tormenta estarían siempre puestos en mí. —Demasiado tarde dulce, recuerda mi rostro y mi nombre, soy Jakob Mörder y desde ahora, me perteneces.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD