Capítulo III

2716 Words
—Te ves horrible Alaia. Y esa era mi madre dándome ánimos. Alana Ferrer era la mujer más vanidosa que existe en la tierra por lo que para ella era un castigo tener una hija como yo, no obstante, yo ya estaba acostumbrada a su forma de ser por lo que no me importaba absolutamente nada de lo que me dijera. Entorné los ojos y volví mi mirada a ella quien me observaba bajo sus tupidas pestañas con gesto molesto. —Cámbiate, vamos a cenar. Me limité a asentir porque sabía que si me negaba nunca le ganaría a la reina del drama. Después de arreglarme esperé paciente por mis padres aunque no tenía ganas ni siquiera de caminar. El aburrido viaje al restaurante al que iríamos gracias a Dios se hizo corto. Al bajar del auto mi madre miró con desaprobación mi ropa que consistía en un pantalón corto de blue jeans y una sencilla camisa manga larga, lucía demasiado simple para un sitio como ese. Me encontraba realmente sorprendida porque mi papá no solía llevarnos a sitios como así, a pesar de tener dinero él es algo... avaro. Esto debía ser obra de mamá y su poder de convencimiento. — ¿Están de aniversario? —bromeé ganándome una mirada fulminante por parte de mi madre que me hizo sonreír enseguida. —Preciosa, no trates de enfurecer a mamá —habló mi padre condescendientemente encendiendo mis sospechas. Cuando mi madre le hacía gastar de más a papá este se mantenía gruñón hasta que ella lograba endulzarle. — ¿Algo que me quieras decir? —Entra Alaia, por favor. Yo gruñí enseguida pero le hice caso a mamá sin embargo cuando las puertas se abrieron, la vergüenza me golpeó. Todo el mundo iba súper elegante mientras que yo... Mierda. Esta vez entiendo a mamá. —Camina, nuestra mesa está por allá. Al alzar la vista pude ver la sonrisa burlona de Alana y enseguida la fulminé con la mirada. — ¿Pueden decirme qué es lo que pasa? —pregunté una vez que estuvimos por fin sentados en la mesa. La seriedad cubrió los rostros de mis padres y la preocupación me envolvió. —Buenas noche ¿Están listos para ordenar? Esa voz aceleró mi pulso y rápidamente levanté la vista hasta ese chico quien frunció el ceño nada más al verme. Sus ojos me hacían preguntas sin embargo yo permanecía callada con mis pupilas puestas sobre él, acción que no pasó desapercibida por mamá quien arqueó una ceja en mi dirección. —Aún nada, joven. Lo llamaremos cuando lo decidamos —lo despachó mi papá sin darse cuenta de las miradas que habíamos compartido pues él había estado viendo el menú. —Así que... —dijo mi mamá. Rápidamente la corté levantándome de la mesa, llamando más de lo que imaginé la atención. —Voy al baño. Caminé en busca del mismo pero más que ir al baño sentía la curiosidad de hablarle a mi desconocido salvador amargado. Fue algo inesperado verlo con ese traje elegante de mesero cuando el día anterior lucía como un chico rebelde ahora mismo lucía como... un príncipe oscuro. Negué con la cabeza para después apoyarla sobre el vidrio del baño. Ya sabía dónde iban mis pensamientos y no me gustaba nada. —Estás loca Alaia —murmuré con los ojos cerrados agradeciendo estar sola en el baño. Pero un cálido aliento en mi cuello me hizo gemir aterrorizada y rápidamente giré sobre mis pies hasta estar de frente a esa persona que había invadido mi espacio personal quien no resultó ser más que él. —Sé que estás loca. —No ¡Tú estás loco! ¿Qué haces aquí? —Pregunté después de pasar la sorpresa—. Es el baño de las chicas. Él se encogió en hombros con su acostumbrada cara seria paseando sus pupilas grises por todo mi cuerpo logrando hacerme temblar vergonzosamente pues no pude disimularlo. —Bonita ropa. Yo arqueé una ceja molesta por su cara burlona. —Debería decir lo mismo, ¿Algunos días eres un matón a sueldo y otros un mesero de un restaurant elegante? —Te faltó añadir que durante la luna llena me convierto en lobo. ¿Realmente estaba bromeando pese a su constante seriedad? Yo chasqueé la lengua evitando que una sonrisita tonta se me escapara. —Tus bromas son pobres. Empujé su hombro para que se apartara de mí pero ni siquiera logré moverlo. —Como mi cartera. Si poder evitarlo solté una pequeña carcajada para después volver a poner mi máscara de molestia. —Eres un idiota, vete de aquí. —Pero no quiero hacerlo. Fruncí el ceño ante su atenta mirada y volví a empujarlo pero obtuve el mismo resultado. —Entonces apártate para que yo pueda irme. —Tampoco quiero dejarte ir. Mi respiración se aceleró cuando noté nuestra cercanía además de su toque pues su mano había acunado mi mejilla recorriendo su pulgar sobre ella. Por un instante no supe que decir, me quedé perdida en el mar de sus ojos y él pareció notarlo pues sonrió levemente. — ¿Cuál es tu nombre? Mi cuerpo se erizó cuando su dedo índice recorrió desde la base de mi cuello a la clavícula. No sabía lo que estaba haciendo, lo que sí sabía era que me gustaba. Antes de que él pudiera responder empezamos a escuchar el sonido de unos tacones que se acercaban. Él fue más rápido y nos metió juntos en un pequeño cubículo donde me mantuvo aferrada a su pecho. El roce de sus labios en mi oreja me hizo dar un respingo y el vello de mi nuca se erizó cuando me habló. —Saldremos pronto, cuando salga esta mujer. — ¿Alaia? ¿Estás aquí? Golpeó la puerta mi madre y entré en pánico. Abrí mis ojos y él se dio cuenta de que algo iba mal. —Es mi mamá —le susurré. —Respóndele. —Sí mamá. Mentalmente me golpeé por ser tan estúpida, y fue peor la vergüenza cuando miré que él arqueaba su boca en una indiscreta sonrisita. —Apúrate, te espero. — ¡No!—chillé y el desconocido misterioso soltó una risita que no duró demasiado pues cubrí su boca con mi palma—. Es decir, espérame en la mesa, estoy, algo... — ¿Qué fue eso? —preguntó mi madre con sospecha. — ¿Qué fue qué? —me hice la desentendida. Escuché que murmuraba algo pero no supe qué. —Muy bien, apresúrate. Cuando escuchamos sus pasos alejándose pude respirar tranquila entonces aparté mi palma de su boca la cual sonrió enseguida. Molesta le di un manotazo en el hombro pero no pareció causarle más que una risa. —Idiota, voy a ver si puedes salir. Me dejó salir del cubículo para asomarme a la puerta principal del baño. No parecía que viniera nadie así que me acerqué a él y se lo dije. Cuando comenzó a caminar se detuvo en la puerta y yo fruncí el ceño. ¿Qué esperaba? ¿Que lo descubrieran? En el momento que iba a decírselo él se volvió ligeramente y dijo: —Soy Dominik. Antes de que pudiera decir algo más él se fue dejándome sola. Dominik. Hermoso nombre. Sonreí. Demasiado bonito para un idiota como él. Al final de la cena mis padres me dijeron que no había nada que decirme no obstante yo sabía que algo ocultaban y esta vez no quisieron decírmelo. Sin embargo, no fue eso lo que ocupó mi mente durante el resto de la noche, sino la pregunta que me sonrojaba. ¿Qué hubiera pasado si mi madre no hubiera entrado a buscarme? ¿Dominik me habría besado? Dejé escapar un suspiro y mi madre volteó a mirarme justo cuando entramos a casa. —Así que... —volteó a decir arqueando una ceja y sonriendo con sorna, definitivamente mi madre no se comportaba como una madre sino como mi hermana mayor—. ¿Por qué tardaste tanto en el baño? —Estaba estreñida —solté con rapidez y ella arrugó su boca para después reírse. —Solo que tu estreñimiento posee zapatos de hombre. Sin volver a mirarme caminó en dirección a su habitación dejándome a mí con la boca abierta soltando balbuceos inentendibles. * Después de esa noche no supe más de Dominik, realmente estuve tentada a llamarlo o enviarle un mensaje preguntándole sobre El inframundo no obstante luego lo descarté, no quise parecer desesperada, frente a él. Así que el martes por la mañana una semana después me vestí para asistir a la universidad pero nada más al llegar mi grupo de amigas me esperaban cosa que me extrañó pues la única que estudiaba aquí era Mary. —Hola —saludé y de inmediato me vi rodeada por ellas. —Supimos sobre Mörder —dijo Alejandra. Y enseguida mi mirada fulminante se dirigió a quien se encogió en hombros, había tardado mucho para ir de chismosa. —No hay nada que saber sobre él. —Yo creo que hay mucho —intervino la entusiasta Joseline. Yo fruncí el ceño enviándole una mirada de confusión pero lo siguiente en hablar fue Fernanda. —Te dije que era peligroso, sin embargo, a ti te gustó, quiere una cita contigo. En ese momento todo dio vueltas a mí alrededor. — ¿Qué? —Lo que oíste —añadió Mary—. Él mismo se acercó a nosotras y nos lo dijo. ¿Y por qué no me lo dijo a mí? Quise espetar molesta, pero en su lugar solo respondí. —Pues yo no quiero nada con él, es peligroso. Comencé a caminar en dirección a mi clase pero como era de costumbre ellas no se rindieron, enseguida siguieron mis pasos. — ¡Llevan años diciendo que te gustan los chicos malos y cuando llega alguien que se ajusta a lo que pides simplemente dices, no! —Es cierto, Jakob después de todo y pese a los malos rumores parece buen chico, dale una oportunidad. —Es perfecto para ti, justo como siempre lo quisiste. En eso tenía razón Fer pero... había algo que no me dejaba decir si aunque Jakob fuera realmente justo como yo siempre había deseado. ¿Si él me pedía una cita, yo accedería? Mi mente dibujó la sonrisa de Dominik y me quedé en blanco, no sabía que estaba pasando conmigo gracias a él. -—Me lo pensaré —solté haciendo que ellas chillaran emocionadas causando que yo las mirara con indignación, parecía como si quisieran deshacerse de mí. —Vamos en la noche a... —No puedo —la corté. Joseline arrugó las cejas a punto de protestar y yo hice caso omiso. —Voy a entrar a clases, nos vemos después. Pero al momento que di un paso más en nuestro campo de visión apareció él. Jakob Mörder junto a otro chico en el que no me fijé demasiado, para ser sincera Jakob era guapísimo y que dijera a mis amigas que quería una cita conmigo... ¿Pero de dónde conocía él a mis amigas? Seguramente se lo había dicho a Fernanda pues fue a la única que vio conmigo en la clase pasada. Todos mis pensamientos se fueron al olvido cuando él posó sus ojos grises en mí. Sentí que me estremecía de inmediato pero mis piernas temblaron realmente cuando una sonrisa seductora se extendió por su boca. Su desordenado pelo lo hacía lucir irresistible además de su ropa oscura. El color rubio de su pelo al mismo tiempo que sus fracciones hacía que pareciera un ángel caído que había llegado solo para atormentarme y burlarse de mí. Porque no era normal que un chico como él se fijara en una chica como yo. No estoy menospreciándome, solo digo la verdad. No soy fea pero mi belleza raya en lo normal. ¿Por qué él querría una cita conmigo? — ¡Te está mirando! — ¡Es guapísimo! —Viene para acá... —Que bueno, se quedará con ustedes, ahora yo me voy hacia allá —señalé el salón. Solo había un par de persona allí en el salón, entre ellos Mickey como solíamos llamarlo Mary y yo, con quien me senté enseguida. —Hola Mic. El chico al verme me sonrió y en cuanto iba a responder mi saludo una sombra nos cubrió y al unísono alzamos la vista para encontrarnos a un muy serio Jakob quien fulminaba a Mickey con sus orbes grises. El chico empezó a temblar y yo solo aparté la mirada con fastidio. —Estás en mi asiento —le gruñó. Mic iba a levantarse sin embargo yo no lo permití. No me importaba que fuera un matón, él no era nadie para levantar a Mickey de su puesto. Mi mano detuvo el brazo de Mickey y tanto los ojos de este como los de Jakob miraron el agarre salvo que con distintas expresiones. Mickey lucía confundido a la vez que asustado y Jakob por su parte mostraba puro y absoluto enojo. No entendía lo que le pasaba a ese chico conmigo pero no me gustaba para nada. Si creía que era mi dueño simplemente se estaba equivocando de chica. —No tienes porque irte Mickey. —Jodidamemte tienes que hacerlo —espetó el alemán con voz casi mortífera. Y no tuvo que decir nada más porque en cuanto Jakob y yo comenzamos a mirarnos con el ceño fruncido Mickey escapó de mi agarre haciendo que el estúpido frente a mi sonriera como si hubiera ganado una especie de premio. Gruñí derrotada y cuando se sentó me dediqué a ignorarlo. —No me gusta que me desautorices delante de otros, además de que recuerdo haberte dicho que eres mía, eso implica que no puedes estar cerca de otro hombre que no sea yo. Inevitablemente solté una carcajada que llamó la atención de todos los que estaban en el salón e hizo que Jakob arqueara una ceja. Agradecía a Dios que la profesora aún no entrara a clase aún. — ¿Estás bromeando? Tienes que estar haciéndolo. Cuando él abrió la boca para responder una de las estupideces que solía decir y decidí adelantarme. —Entiendo que no te conozco psicótico, no eres nada mío y nunca lo serás. Fue su turno de carcajearse, lo que me molestó una vez más. — ¿Quieres apostar? — ¿Tienes un problema serio con las apuestas? ¡Aléjate de mí!—gruñí perdiendo la paciencia. Cuando leía en mis libros que un personaje reclamaba como suya a una mujer, las cosquillas se apoderaban de mi vientre, de hecho, soñaba con que llegara el día de escuchar esas palabras provenir del príncipe oscuro que anhelaba. Y aunque Jakob tenía la pinta de ángel caído que me atraía, no causaban en mí las cosquillas que deseaba sentir al escuchar a mi chico ideal. En ese momento llegó la profesora y con ella empezó el examen ocasionando que cualquier cosa que él fuera a protestar muriera en sus labios. Al salir de clases Jakob trató de seguirme pero gracias al gentío en el pasillo pude escapar con facilidad. Solté una carcajada al verme libre y enseguida fui en dirección a la salida. Entonces fue en ese momento cuando pude verlo. No se trataba de Jakob pero había algo similar entre ambos. No sabía si era el aura que los envolvía o sus portes de chicos malos, sin embargo, uno me recordaba al otro aunque de maneras distintas. Al caminar más cerca de él pude verlo mejor, Dominik estaba ahí con su metro noventa, su expresión salvaje intimidaba a todo el que pasaba a su lado. Sus músculos se veían muy bien marcados debajo de su chaqueta de cuero que le quedaba para morirse, pude sentir la intensa atracción que siempre detectaba al tenerlo cerca, no era normal que me dejaran atontada dos chicos porque tengo que admitir que Jakob también resultaba tentador para mí. Sus orbes grises me detectaron en ese momento creo que algo ardió en mi interior ¿Cómo lograba atraerme de esa forma tan escalofriante? En el momento que di un paso más para acercarme, una fuerte mano apretó mi brazo, acto seguido me giró y yo choqué contra un pecho masculino que no creí conocer.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD