bc

El Heredero Evans: Contrato de Silencio

book_age18+
136
FOLLOW
1.1K
READ
billionaire
dark
friends to lovers
pregnant
arrogant
drama
bxg
city
like
intro-logo
Blurb

Eysi fue vendida. Obligada a gestar un hijo para un millonario sin rostro ni nombre.

Le dijeron que el bebé murió. Le mintieron.

Años después, vuelve sin saberlo al lugar donde todo comenzó.

Allí vive su hijo.

Allí reina su peor enemigo.

Y ella... ni siquiera recuerda lo que perdió.

Una historia de manipulación, abuso y redención.

Oscura. Cruel. Adictiva.

¿Te atreves a entrar al contrato?

chap-preview
Free preview
La llamada
El teléfono sonó con un timbre seco y cortante, como si la misma línea supiera que nada bueno venía detrás de esa llamada. —¿Sí? —respondió Griselda con voz áspera, mientras terminaba de barrer las cenizas del cigarrillo que había apagado en el suelo. —¿Sra. Griselda Westcott? —preguntó una voz masculina, sin saludar. —Depende —respondió ella con desconfianza—. ¿Quién pregunta? —Habla Luca Farah, asistente ejecutivo del Grupo Evans. Me informaron que usted es madre adoptiva de Eysi Westcott, ella ingresó a una terna de chicas que han sido consideradas como posibles candidatas para un contrato privado, muy bien remunerado. Hubo un silencio. Griselda se sentó, ante semejante noticia, con el ceño fruncido y los ojos brillando como si el diablo le hubiese hecho una promesa. —¿Y de cuánto estamos hablando? —Una cifra alta. Es lo único que puedo adelantarle. Antes, la señorita Eysi debe pasar unos exámenes médicos. Si accede a que ella participe, le exijo confidencialidad total. Usted, como tutora legal, debe garantizar que ella firme. Mañana estaré en su casa a las 10 a.m. —Fue todo lo que le dijo el hombre desde el otro lado de la línea, pero lo suficiente como para que las agallas de Griselda Wescott se acrecentaran al punto de borrar de tu rostro la amargura que usualmente hace parte de su estampa. Griselda no le dijo a Eysi sobre la llamada. En lugar de ello, estuvo todo el día planificando qué haría con él dinero que recibiría. Nada más que eso le importaba. No se preocupó de qué forma Easy le haría ganar ese dinero, ni los riesgos a los que se expondría. La ambición podía más. Al día siguiente, la lluvia golpeaba con rabia las láminas oxidadas del techo. Cada gota parecía un eco de la desesperanza que se había instalado hacía años en esa casa húmeda y oscura, ubicada en una zona donde los sueños morían antes de pronunciarse. Eysi Westcott fregaba el suelo agrietado con un cepillo viejo mientras sentía cómo la humedad le calaba los huesos y el olor a moho le provocaba náuseas. —¡Apúrate, haragana! —gritó desde la cocina la mujer que le arruinó la infancia—. No pienses que por tener esa carita vas a conseguir algo mejor en la vida. Su madre adoptiva, Griselda, era un pozo seco de amabilidad. Su voz era siempre un látigo. De ella nunca ha escuchado una palabra de consuelo, nunca una mano amiga, solo órdenes, gritos, ofensas, exigencias y castigos, y el recordatorio constante de que Eysi y su hermana Suky le debían la vida. Eysi cerró los ojos con fuerza mientras respiraba hondo. No por cansancio, sino por frustración, por miedo, por impotencia, por el deseo oculto —y que lo sentía culpable— de desaparecer, de llevarse a Suky de allí y no mirar jamás atrás. Pero apenas no tenía ningún centavo ni a donde ir, menos quien la auxiliara. Ni siquiera un documento propio. Griselda se había encargado de que nunca tuviera acceso a nada. Ni educación, ni autonomía. Solo trabajo para provecho de ella y sumisión. En ese mismo instante el timbre chilló como una alarma en medio del silencio. Griselda fue a abrir la puerta con pasos duros. Desde el suelo, Eysi alcanzó a ver una figura masculina, elegante, con un abrigo largo salpicado por la lluvia y el cabello peinado hacia atrás. Se dio cuenta que su rostro estaba intacto, a pesar de la lluvia, y sus ojos grises escanearon el interior de la casa con la misma expresión que tendría un médico al ingresar a una morgue. —Pase —lo invitó Griselda con una amabilidad que sorprendió a Eysi. Luca entró. Su perfume caro se estrelló con el olor a pobreza. No disimuló el desagrado. Observó la sala, el sofá deshilachado, la humedad en las paredes, la penumbra, el rostro sucio de la joven que desde el suelo los observaba a él y a una Griselda, que ahora lucía una sonrisa que producía desconfianza. —Encantado —dijo estrechándole la mano a Griselda. A Eysi solo le dio una mirada rápida, como quien inspecciona un objeto—. Aquí está la documentación. Necesitamos las firmas. Los exámenes están programados para mañana. Será rápido, algo de rutina. Mireya abrió el sobre sin siquiera leer. —¿Y esto asegura el contrato? —preguntó dejándole ver a Luca una ansiedad que demostraba estar en el lugar correcto, por lo menos le hizo ver el interés que tenía en su propuesta. —Eso dependerá de los resultados. Hasta ahora ella cumple los requisitos físicos, pero debe pasar los exámenes clínicos. Si es aprobada, será seleccionada. Le advierto… —hizo una pausa y miró a Easy por unos segundos—. No es la única, son varias chicas las que están optando por este contrato. Solo una de las candidatas será aceptada. Tenga la seguridad de que si cumple con el perfil, el pago será inmediato. —Luca sonrió y miró a Eysi nuevamente, esta vez con cierto aire clínico—. ¿Ella sabe de qué se trata? —Sí, sí —mintió Griselda, empujando a la muchacha hacia adelante—. Está dispuesta a todo. Eysi bajó la mirada. Las manos le temblaban. No entendía nada, pero las palabras “empleo” y “pago inmediato” eran suficientes para sostener la ilusión de que, quizá, algo cambiaría. —No le diremos nada más hasta que sepamos si es elegible —continuó Luca—. El trabajo requiere discreción. Cero contacto con el mundo exterior durante el proceso. Eysi sintió un escalofrío, pero su voz salió suave: —¿Me dejarán llevar a mi hermana? Luca levantó una ceja y luego fingió una sonrisa. —Eso se puede discutir si usted resulta seleccionada. Griselda firmó con rapidez, como quien entrega una encomienda a una empresa de transporte. Luego llamó con los dedos a Eysi, y cuando estuvo a su lado le dio una palmada en la espalda. —Anda, no hagas el ridículo. Es tu oportunidad —le dijo alentando a firmar. Así, sin más el desconocido tomó los documentos y abandonó la casa. Eysi, paralizada, no entendía. Su mirada se quedó fija en la puerta, pero la forma en que Griselda la miró, con esa expresión lobuna que siempre anticipaba peligro, le provocó un escalofrío. —Prepárate, niña —le dijo la mujer—. Mañana tienes una cita médica. Vas a conseguir un trabajo. —¿Trabajo? —susurró Eysi, sorprendida. Griselda nunca había hablado de eso. Siempre la obligaba a limpiar casas por migajas. —Sí. Uno de verdad. ¿No dices que quieres ayudar a tu hermanita? Eysi miró hacia el pequeño cuarto donde Suky dormía. Era una niña de doce años, inteligente, dulce. Su única razón para seguir soportando esa vida. —Sí —dijo, sin saber que esa respuesta la estaba condenando. A la mañana siguiente, Griselda la despertó con brusquedad antes del amanecer, sin importarle que la lluvia golpeara con furia el techo de zinc. La obligó a salir sin desayuno, empapada hasta los huesos, bajo el pretexto de que “los ricos no esperan”. Llegaron a una clínica ubicada en una zona elegante, rodeada de edificios con ventanales oscuros y autos lujosos. Todo olía a desinfección, a orden, a dinero. El ambiente era frío, impersonal, y aunque era demasiado temprano, Luca ya las esperaba en la entrada, impecable, sin una gota de agua sobre el traje. Sin permitirles preguntar, aunque para Griselda las únicas preguntas y respuestas estaban referidas a cuando recibiría el dinero, Luca condujo a Eysi a una pequeña sala con paredes blancas y luces estériles. —No hagas preguntas, es parte del procedimiento —le dijo con indiferencia. Eysi, temblando, obedeció. Le tomaron muestras de sangre, le hicieron ecografías, análisis hormonales, pruebas genéticas. Todo en silencio. Nadie se molestó en explicarle para qué. Cuando quiso preguntar, la miraron como si fuese una molestia. —Firma aquí —le dijo Luca al final, tendiéndole unos papeles. —¿Qué es esto? —El consentimiento para los estudios médicos. Es algo rutinario, sin importancia. Si no firmas, pierdes la oportunidad —le mintió con habilidad. La ignorancia y la inocencia de Eysi eran caldo de cultivo para la maldad y habilidad de Luca, un zorro viejo en la vida. Ella dudó. Pensó en Griselda, pensó en Suky, y al final, terminó firmando sin saber a qué se estaba obligando. Bajo un estado de total incertidumbre, volvió a casa. Dos días después, Luca no llamó, se presentó nuevamente en la casa de GRiselda.. —¿Y bien? —preguntó Griselda cuando Luca ingresó a la casa. —Es perfecta —respondió él—. Su genética es impecable, sus órganos están limpios. Y lo más importante, su cuerpo, está fértil. El señor Evans ha decidido que sea ella. —¿Cuándo será? —Esta misma semana. En una noche. Todo está preparado. —¿Y el pago? —Se entregará la misma noche, una vez consumado el contrato. Pero puedo garantizar que será... más que generoso. Griselda sonrió. Dejó ver ese tipo de sonrisas que anuncian traición. —¿Y si se niega? —No se negará. Ya firmó todo. Aunque no lo sepa. Y para usted está aquí, la convencerá. Luca la miró una última vez antes de salir. Le dirigió una mirada fría, una mirada que decía: “Haz tu parte”. Esa noche, Griselda se acercó a la cama de Eysi y la sacudió del sueño. —Empaca. Mañana te vas. —¿A dónde? —A tu nuevo trabajo. No hagas preguntas. Te irá bien. No seas estúpida, esta es tu oportunidad de darnos algo útil. —¿Y Suky? —La cuidaré yo. No me hagas arrepentirme de darte esta salida. Eysi sintió que algo se le quebraba por dentro, un crujido sordo que no venía del cuerpo, sino del alma. El miedo la apretaba como una cuerda invisible al cuello, pero en medio de ese ahogo, se encendía una chispa: ilusión. Por primera vez, alguien la llevaría lejos. Por primera vez, la posibilidad de un cambio tocaba a su puerta. Tal vez ganaría dinero. Tal vez podría sacar a Suky de ese infierno, de esa casa donde solo se respiraba miseria y abuso. Tal vez —se atrevió a soñar— merecía algo mejor. Ingenua, dejó que su mente viajara lejos, dibujando escenarios que nunca había vivido: un cuarto cálido, una comida servida sin reproches, una vida sin miedo. Pero no sabía que caminaba hacia una jaula sin barrotes, donde el lujo era solo un disfraz para la esclavitud. Una trampa meticulosamente tejida. Un contrato sellado con mentiras y pagado con su alma. Y lo peor… si estaba traumatizada con su vida, aún no había comenzado a vivir lo verdaderamente cruel.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Shifted Fate

read
654.8K
bc

Chosen, just to be Rejected

read
135.2K
bc

Corazón oscuro: Estefano

read
922.2K
bc

Holiday Hockey Tale: The Icebreaker's Impasse

read
139.4K
bc

The Biker's True Love: Lords Of Chaos

read
307.1K
bc

The Pack's Doctor

read
674.6K
bc

MARDİN ÇİÇEĞİ [+21]

read
786.2K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook