CAPITULO 5

1905 Words
Lisa, permaneció callada, parecía habían transcurrido horas y no minutos. Observó la casa en detalle, demasiado ostentoso desde su punto de vista. No era lo que esperaría de un vampiro.   —¿Cuántos años tienes? —preguntó finalmente, su vista estaba sobre los jardines a la luz de la luna era un panorama espectacular,  podía escuchar en distancia el sonido del agua al correr ¿Cómo podía ser?   —Doscientos cincuenta, fue convertido en esto, cuando tenía alrededor de treinta años, una noche fría de invierno, ni siquiera lo vi venir. Cuando desperté solo sentía la necesidad de alimentarme, como todo neófito, necesitaba saciar mi agonía, destruí un pueblo entero, hombre, mujeres, niños, no era consciente de mis actos hasta estar satisfecho. Vivo con la culpa Lisa y desde entonces luchó constantemente para no derramar la sangre de un inocente.   Elisabeth trago el nudo en su garganta, antes de girarse y mirar el rostro perfecto de Vladimir, no mentía en sus facciones podía adivinarse el dolor y la culpa por lo sucedido.   —Supongo que debería estar asustada, aterrada. Creo que no soy una persona normal, estoy aquí escuchándote como si no fuese saber que eres un vampiro —sonrió sin ánimos.   —Te lo he dicho Lisa, eres una criatura fascinante, ningún humano  pasado, presente o futuro, podría tomarse las cosas tan bien como tú, será que hay algo en ti ¿Un pasado? —Lisa  se sentó en la silla más próxima a la ventana.   —¿Has visto la película, una entrevista con el vampiro?   —Nada cerca de la verdad, no me veo drenando la sangre de una rata, excepto si son del tipo de dos patas.   —El señor Nicolay, espera por usted en la biblioteca —Vladimir achicó los ojos, odiaba las visitas sorpresas la odiaba doblemente si se trataba de Nicolay   —Gracias Lenin, estaré enseguida con él, podrías traerle algo de comer a la señorita Elisabeth por favor —el mayordomo asintió; pero no se dignó  verla, simplemente se dio la vuelta y abandonó la sala.   —¿Otro vampiro? —preguntó Lisa, maldiciendo su curiosidad. Ya la situación con Vladimir era irreal.   —Exacto, espero no sea atraído por tu sangre.   —No se lo permitirás ¿verdad? —Hubo cierto temor en su voz, por primera vez desde que todo empezó.   —No te preocupes Nicolay, no cazara en mi propiedad y menos a mí huésped —le guiño el ojo antes de salir con una sonrisa sexy en su rostro.   >>¡He perdido por completo la cabeza! Estoy en la casa de un tipo a quien no conozco y resulta ser un vampiro de doscientos cincuenta años. Un tipo que no ha negado haber probado mi sangre y estoy como si fuera lo más normal del mundo —Elisabeth parecía no entender cómo su cerebro estaba manejando este asunto. Quizás estaban en shock  y finalmente terminaría gritando y corriendo despavorida fuera de la propiedad.   —Su comida señorita —Lisa dio un brinco, ni siquiera había sentido llegar a Lenin, esto no estaba bien, nada bien.   —Gracias —el hombre salió sin responderle, muy grosero, nada que ver con Vladimir.   **** —¿Qué haces aquí? —Vladimir observó al hombre sentado detrás de su escritorio, sus pies enfundados en botas tipo militar, no parecía un vampiro como tal.   —Bonita manera de saludar Vladimir, teniendo en cuenta que estoy aquí por tu causa. Metiéndote siempre en la boca del lobo ¿Humana? —Vladimir no movió un solo músculo en su rostro frío, esculpido en mármol.   —Sigo sin entender lo que haces en mi casa, no te llame y mucho menos invitado ¿Cómo entraste?   —Lenin lo hizo, está preocupado por la mujer humana, que duerme contigo desde hace una semana —Nicolay se movió tan rápido, que estuvo en cuestión de milésimas frente a Vladimir.   —No duerme conmigo y te recuerdo que no eres bienvenido a mi casa ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? —Tendría una conversación muy seria con Lenin.   —¿Qué hace en tu casa, si no duerme en tu cama? —se apartó en un movimiento rápido adivinando las intenciones de Vladimir.   —No es tu maldito problema Nicolay, termina de largarte de una maldita vez de mi propiedad, no quiero repetirlo nuevamente, no eres bienvenido y te prohíbo terminantemente volver así te llame el mismo Stanislau —espetó molestó.   —Stanislau está preocupado, tiene suerte de que no se ha presentado en tu casa…   —¡Arg! —El grito de Elisabeth y el ruido de platos rompiéndose alertaron a Vladimir. —Ha llegado —musito Nicolay, saliendo a paso lento de la biblioteca.   —¡Suéltala Stanislau! —Vladimir rugió, mientras exponía sus colmillos  dispuesto a luchar.   —¿Qué hace esta humana en tu casa? —el hombre olfateó el cuello de Lisa, justo por sobre su vena yugular, haciéndole estremecer.   —No es tu maldito problema, no sé qué demonios hacen en mi casa, no tengo que preguntar quién les invito, porque queda claro quién ha sido —el mayordomo bajo la mirada avergonzado.   —Lo siento señor yo creía que…   —Vete Lenin, ahora mismo solo deseo romperte en mil pesados y prenderte fuego —espetó furioso.    —Lo siento señor —murmuró el mayor, antes de salir de la sala.   —Libérala —Stanislau sonrió de medio lado, antes de incorporarse en toda su altura, un hombre de aproximadamente  cuarenta años, rubio, ojos verde esmeralda.   —Matas la diversión Vladimir, solo quería oler y probar un poco de sangre fresca —se sentó en el sillón más próximo, Lisa tenía la impresión de ver a un tipo de la realeza.   —¿Estás bien? —Vladimir extendió su brazo para atraerla a él.   —Lo estoy ¿La familia, reunida? —espetó molesta, fulminando con la mirada al tipo de nombre Stanislau.   —No, Stanislau es algo así como uno de los antiguos.   —Soy uno de los antiguos Vladimir —interrumpió molesto.   —¿La realeza vampírica? —preguntó, llevando una mano sobre su cuello, exactamente donde el tipo había olfateado.   —Me gustas —Nicolay sonrió ante las palabras de Stanislau   —Tú, a mí no —Lisa respondió molesta, olvidando por completo que ellos eran vampiros y podían terminar con su vida en un abrir y cerrar de ojos.   —Infierno ¿de dónde la sacaste? —preguntó con una sonrisa en los labios, dejando ver sus dos largos y puntiagudos colmillos.   —¿Qué es lo que quieres Stanislau? —Dudaba mucho que los dos vampiros más antiguos que él conocía, se preocuparán en demasía, por la presencia de una humana en su casa.   —Problemas en el paraíso, alguien ha estado creando neófitos, enfrentamientos entre lobos y vampiros por toda la ciudad, no es lo que necesitamos, hemos vivido cientos, miles de años entre los humanos sin ser descubiertos, parece que ese alguien tiene interés en hacer saber a la r**a humana que estamos entre ellos —el rostro de Stanislau, se tornó frío.   —No entiendo ¿Cuál es el fin?   —¿Qué hay de los lobos? —Lisa expresó sus pensamientos en voz alta, al darse cuenta se sonrojo.   —¿Qué hay con ellos? —Nicolay, se acercó, no lo suficiente. Vladimir le interrumpió el paso.   —Ellos podrían crear neófitos, con el fin de exponerlos, ante nosotros los humanos, exterminarlos y quedarse con el territorio —Stanislau negó con una sonrisa burlona en su rostro.   —No eres tan inteligente como llegué a creer, no hay sentido en tus palabras.   —¿Qué sucedería si llegan a atrapar a un vampiro? ¿Has pensado alguna vez en eso? ¿Cuántos de ustedes han muerto a manos de lobos? ¿Cuál es la causa real de su enemistad en primer lugar? —Lisa lanzó varias preguntas.   —Haces demasiadas preguntas —Stanislau se alejó dos pasos, el aroma de Lisa le tentaba, no era nada parecido a los humanos, ella parecía estar en otro nivel.   —Me iré a la habitación —salió sin mirar a ninguno de los tres hombres, esperando el momento que por fin entrará en shock, más no sucedió, se dejó caer sobre la suave cama cerrando los ojos.   —¡Corre! ¡No te detengas mi pequeña! ¡Corre hacia la abadía, corre! —Lisa abrió los ojos, de nuevo ese sueño, esa voz que le instaba a correr lejos ¿De que huía? ¿Quién era ese hombre? ¿Qué sucedía con ella? El aullido en la distancia le hizo temblar de pies a cabeza ¿Eran lobos?...   —¡Lisa corre! —La voz de Vladimir llegó a sus oídos de algún sitio lejano de la mansión, corrió hacia el ventanal, el jardín estaba en llamas, el calor empezó a sentirse, corrió hacia la puerta, necesitaba llegar a Vladimir.   —¡Corre! —el grito se escuchó nuevamente, pero no podía llegar  a Vladimir, la casa estaba  en llamas, lobos por todos lados. —¡Vladimir! —gritó en medio del humo.   —La biblioteca Lisa, corre a la biblioteca —Lisa de repente fue consciente, Vladimir no le gritaba a voces, le hablaba directamente a su mente ¿Cómo?   —Deja de pensar Lisa y corre, voy detrás de ti —ella hizo exactamente eso, corrió tan rápido como sus pies se lo permitieron “Corre mi pequeña, correr hacia la abadía” las palabras del desconocido parecían un canto, parecía más un recuerdo y no un sueño. Abrió la biblioteca buscando donde poder esconderse, pegó un brinco cuando la puerta fue abierta bruscamente.   —¡Vladimir! —gritó, estaba herido y sangraba, mostrando una grande y desagradable mordida sobre su hombro.   —No hay tiempo Lisa, tengo que sacarte de aquí, no sé cómo diablos nos encontraron —espetó molesto, había vivido en el lugar por más de cincuenta años y nunca nadie había llegado hasta él.   El pasadizo se abrió, oculto entre los estantes llenos de libros. Su única manera de escapar. Corrió tras Vladimir, el túnel tenía alumbrado, por lo cual no tuvo problemas en seguirle los pasos. Se preocupó, cuando lo miro tambalearse.   —Espera Vladimir, no estás bien, no puedes continuar así —su mano se macho con la sangre que emanaba del vampiro, las aletas de su nariz se abrieron al recoger aquel embriagante aroma, sus dientes picaron, su garganta se secó, como si tuviese sed.   —¿Lisa? —El cambió en Elisabeth, no pasó desapercibido para Vladimir, incluso el aroma que emanaba de ella cambió.   —Necesitas alimentarte —se obligó a decir, luchando para no acercarse a Vladimir y lamer ese líquido rojo y viscoso.   —No hay tiempo Lisa, vamos —urgió, podía sentir la presencia de más lobos llegar, tendrían suerte si no daban con el pasadizo, su única oportunidad era llegar a Hyde Park antes del amanecer o estaría muerto.   Lisa, retiró el vendaje de su muñeca, la herida parecía sana por completo, con la mira puesta en Vladimir abrió su recién curada herida con sus uñas que por alguna razón parecían grandes y filosas.   —Demonios ¿Qué haces? —el gritó de Vladimir, no le hizo detenerse en su lugar le ofrendó su muñeca sangrante.   —Bebe y sácame viva de aquí… 
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