JESSA
El fin de semana es miserable. Paso de la vergüenza a la ira, a la lujuria, a la humillación y de nuevo a la rabia pura. No puedo dejar de pensar en Trace. Me invita a una noche lujosa, me da la experiencia s****l más increíble de mi vida y luego… Me abandona. ¿Qué clase de imbécil hace eso?
El tipo de imbécil millonario guapo y sexy que sale con una mujer nueva cada semana>>. Me recuerdo. Trace probablemente tiene su rutina dominada al dedillo. ¿Por qué iba a ser yo diferente?
Tengo el ego herido. Por no hablar de un trasero dolorido. Cada vez que me siento, el ligero escozor me recuerda a él. Y lo bien que se sentía obedecerlo de rodillas. Rogando por más. Que es exactamente como Trace dijo que le gustaban sus mujeres. ¿Cómo dice ese dicho? Cuando alguien te muestra quien es, créele.
Bueno, Trace me aviso con suficiente antelación. Dejo claras sus sucias intenciones. Supongo que pensé que sería diferente. A la cama, en lugar de a casa, sola, en su elegante coche.
Todavía estoy revolcándome en mi cama este domingo por la tarde cuando Sídney asoma la cabeza por la puerta.
—¿En serio? — pregunta, sonando comprensiva. —Sabes que has estado deprimida todo el fin de semana—
—¿A qué te refieres? — respondo, pero mi voz queda amortiguada por una almohada.
—Vamos. Cena algo. Compre pizza…Necesitas las calorías si vas a revolcarte mucho más— Suspiro.
Pero tiene razón. Necesito levantarme. Voy a tener que ir a trabajar mañana de todos modos, así que no puedo quedarme en la cama para siempre, esperando que el mundo…y a cierto multimillonario insensible desaparezca.
Saliendo de la cama, voy a la cocina donde ella está colocando la caja de pizza grasienta y un par de servilletas de papel. Me uno a ella en uno de los taburetes de la encimera, pero no tengo hambre. De pizza, al menos.
—Me siento como una idiota— suspiro. —Tal vez esta es su gran rutina: Engancharnos y luego mantenernos colgando—
—¿Estás segura de que no fue una emergencia? — pregunta Sídney. Le Conté los detalles. Bueno, la mayoría.
—No dijo nada sobre una emergencia. No dijo nada en absoluto. Simplemente salió por la puerta. ¡Mientras yo estaba desnuda! —
—Bueno, es un tipo importante. Lugares a los que ir, gente a la que ver. Y…— sus ojos se posan en el collar al final del mostrador. Lo agarra. —¡Wow! ¿Qué es esto? —
—El collar que me hizo usar—
—¿Diamantes de verdad? — Los ojos de Sídney se salen de sus orbitas. —Esto tiene que valer…—
—Un millón de dólares, al menos— Lo deja caer como si fuera un carbón caliente.
—¿Y lo dejaste en la encimera de nuestra cocina? —
—No sé qué más hacer con él. supongo que se lo devolveré mañana en el trabajo. O lo dejare en su escritorio para no tener que mirarlo a los ojos—
—Wow— Sídney niega con la cabeza. —Tu vida es mucho más interesante que la semana pasada— Y ella no sabe ni la mitad.
—¿Y si llama? — pregunta, ladeando la cabeza. —¿Volverás a salir con él? —
—No— Aprieto los dientes, decidida. —Tuvo su oportunidad. Si tiene mejores cosas que hacer que acostarse conmigo mientras estoy literalmente delante de él, entonces déjalo. No voy a involucrarme—
—¿De verdad? — Sídney no parece convencida.
—De verdad— insisto. —Todavía me queda algo de orgullo. Y respeto por mí misma—
—Bien por ti. Mantente fuerte— dice animándome, engullendo el resto de su pizza. —Mira, tengo que ir a la peluquería para un recogido de boda, pero cuando regrese, tú y yo deberíamos salir—
Suspiro y me miro. Pantalones de chándal viejos. Una bata aún más vieja. Parezco una porquería. Me siento peor.
—No lo sé—
—¡No acepto un no por respuesta! Tienes que seguir adelante, dejar atrás al bastardo multimillonario— Agarra sus cosas. —¡Dúchate! Volveré a las seis—
Tiene razón. Necesito dejarlo atrás.
Cuando se va, voy al baño y abro el grifo. Me quito la bata y veo mi trasero en el espejo. Rojo moteado. Marcado por él. Lo froto ligeramente, deseando que desaparezca. No es que eso ayude. Bastardo. Sídney tiene razón. Necesito dejarlo atrás.
Me doy una ducha larga, tratando de quitarme el deseo que aún me pica bajo mi piel. Me estoy secando con la toalla cuando llaman a la puerta. Me congelo. ¿y si es Trace?
Mi corazón se acelera a medida que me acerco. ¿Debería dejarlo entrar? ¿Qué podría querer? ¿Debería…?
Miro por la mirilla. Y mi corazón vuelve a la tierra de un golpe. Es Christina. Y de repente, la realidad vuelve a caer de golpe.
He estado tan arrastrada por el deseo, consumida por Trace y nuestra loca conexión s****l, que he olvidado porque estoy en Rosberg Cross en primer lugar. Mi misión secreta: Atrapar a Trace en el acto.
Rápidamente me recompongo y abro la puerta. —¡Hola, Christina! No te esperaba—
—Siento pasar por aquí así— dice, sonriéndome. —¿Cómo están las cosas? ¿Puedes hablar? —
—Claro— me hago a un lado y la invito a pasar.
—Siento el desorden—añado rápidamente, sabiendo que este lugar no es nada comparado con su impecable mansión.
—¿Estás bromeando? Es tan lindo. Ecléctico— Christina me muestra otra sonrisa. —Escuché que apareciste con Trace en el evento del museo. ¿Cómo lo lograste? —
Trago saliva. —Él fue quien lo sugirió. Estaba trabajando hasta tarde, estoy segura de que era la persona cálida más cercana—
—Si, bueno…Cualquier cosa que te acerque a la verdad— La sonrisa de Christina parece un poco más forzada, pero rápidamente continúa: —¿Ya has podido echarle un vistazo a su teléfono? —
—Si, pero no había nada. Creo que tiene dos—
Christina frunce el ceño. —¿Dos teléfonos? Qué raro—
—No necesariamente— Por alguna razón, me encuentro defendiéndolo. —Algunos tipos tienen dos teléfonos, ya sabes. Para citas. Personales y de negocios—
—Bueno, Trace ciertamente se mueve— Christina suelta una risa aguda.
Siento una quemazón de humillación. Ciertamente se salió con la suya la otra noche.
—¿Algo más sospechoso? — Christina presiona. —¿Actuando de forma extraña? ¿Citas misteriosas? —
—No, excepto…— me detengo.
—¿Excepto qué? —
Hago una pausa. ¿Cómo decir esto? —Se fue corriendo después de la gala— le digo con cuidado. —Fue extraño. Recibió una llamada y simplemente se fue—
—Escuché que te fuiste bastante temprano— dice Christina.
—Lo hicimos— Me quemo. —Esto fue… Después. De camino a su casa— añado, falseando los detalles lo suficiente para salvar mi virtud.
—Oh— Los ojos de Christina se abren de par en par.
Hay silencio. Me pregunto qué piensa de mí. me dijo que me acercara a él, pero no creo que pensara en estar tan cerca. ¿y si está enojada?
Pero después de un momento, Christina parece recomponerse. Me sonríe. —Mira, Jessa, no te estoy juzgando. Trace es un hombre muy encantador, y Dios sabe que puede ser muy…persuasivo. Pero deberías saber que es un experto en actuar. Interpreta el papel del director ejecutivo obediente con nuestros inversores. Un filántropo generoso. Siempre está interpretando un papel. Con la prensa, con sus empleados…Con sus mujeres—
—Oh— me desanimo, recordando de nuevo como Trace desplego su encanto en la gala, incluso cuando no significaba nada para él. >
Christina parece compadecerse de mí. Se acerca y me rodea con el brazo. —Oh, Jessa. No creíste en sus líneas, ¿verdad? Eres una mujer hermosa, sentada justo afuera de su puerta todo el día. Y Trace, bueno, es como la mayoría de los hombres. Valora la comodidad. No es de extrañar que haya puesto su atención en ti— Abro la boca, pero no sale nada. Me arden las mejillas.
Christina niega con la cabeza con tristeza. Lo conozco desde hace mucho tiempo. seduce a casi todas las mujeres con las que se encuentra. Es incorregible en ese sentido. Te llena de atenciones, regalos caros, flores, todo el paquete. Luego, cuando consigue lo que quiere… Se acabo el juego. No puede alejarse de ellos lo suficientemente rápido—
Una sensación de malestar me envuelve el estómago. ¿Me va a desechar? ¿Ya lo ha hecho?
—Lo que nos complicaría las cosas, ¿no crees? — Christina continua.
Nosotros. El plan. Correcto.
—¿Entonces que debería hacer? — pregunto, con la cabeza dando vueltas.
—No dejes que te añada a su lista de conquistas— aconseja Christina. —Mientras te persiga, seguirás teniendo valor. Lo que significa que todavía tienes un trabajo y acceso a las pruebas. De lo contrario…Bueno, si no puedes acercarte a Trace, no podrás ser de mucha ayuda para mí, ¿verdad? —
La pregunta queda ahí flotando. Una leve amenaza. Ahora mis nauseas son totales. Tengo que tragarme la bilis de la garganta. Si no consigo la información…no puedo obtener la recompensa ni ayudar a mi madre.
Asiento con la cabeza, intentando mantener la compostura. —Gracias por la información. Lo tendré en cuenta—
—Bien. gracias, Jessa. Lo estás haciendo muy bien. Solo mantén la presión—
Veo a Christina salir, pero cuando está entrando al pasillo, se cruza con un repartidor que sube las escaleras. Lleva en los brazos un enorme ramo de rosas.
Christina suelta una risa aguda. —¿Ves? Justo a tiempo. De la cuenta de la empresa en Le Rouge, sin duda—
Se marcha, acepto el ramo y vuelvo adentro. Las rosas son preciosas, pero hay una tarjeta encima. De la floristería Le Rouge, tal como dijo Christina.
J- Siento lo de anoche. Reanudaremos donde lo dejamos. -T
¿Lo haremos?
La ira aumenta, caliente en mis venas. Puede que sea muy sexy, pero también es un imbécil sospechoso e insensible. Y ya he tenido suficiente de ser su juguete.
* * *
Una hora después, estoy en el bar local con Sídney, bebiéndome a Trace hasta quitármelo de la cabeza. No es que haya suficiente tequila en el mundo como para hacerme olvidar sus imponentes ojos grises…O esa deliciosa voz dominante.
—Entonces, te envía flores, te llama varias veces y tú haces… ¿Qué otra vez? — pregunta Sídney
—Nada— espeto, mintiendo mi teléfono en mi bolso.
Tres mensajes de Trace, cada uno diciéndome que lo llame, cada vez más exigentes.
Me mira. —Pero es Trace Rosberg—
—No me importa si es Dios. No puedo hacer esto. Tengo que trabajar con el—
Pasa la punta de un dedo por el borde de su margarita y lame la sal. —Tienes más fuerza de voluntad que la mayoría de las mujeres de la ciudad, chica. Te garantizo que se necesitaría mucho menos para que se bajen las bragas—
Mi fuerza de voluntad no es tan impresionante como ella piensa. Me muevo en mi taburete y examino la barra, desesperada por algo que me ayude a sacar a Trace Rosberg de mi cabeza. Esta es mi segunda margarita, y hasta ahora, lo único que ha hecho es que lo desee más.
—Distráeme— le digo. Sídney ve algo detrás de mí y sonríe con suficiencia.
—Tengo justo lo que necesito—
Me doy la vuelta y veo a un chico caminando hacia nosotras. Es el polo opuesto de Trace: atractivo, con esa rudeza en los bordes, con barba incipiente en la mandíbula y tatuajes que se asoman por debajo de las mangas de su camiseta vintage de los Rolling Stones. Aún así…no es Trace.
—No mires ahora, pero un chico importante está en camino— dice Sídney en voz baja.
Por mucho que quiera estar de humor para coquetear, no lo estoy. —Es todo tuyo—
—Lo siento— dice ella, agarrando su bolso y bajándose del taburete. —Tengo que ir al baño— Genial. Abandonada. Gimo cuando se acerca.
—Hola— dice, dedicándome una sonrisa encantadora. —¿Puedo invitarte otra bebida? —
No lo miro. —No lo creo. Voy a vomitar en el estacionamiento—
Se rie. —Eso es porque estas bebiendo todo ese azúcar. Necesitas una bebida de verdad. Dos whiskies— dice, ya pidiendo al camarero.
—De verdad, estoy bien—
—Entonces, más para mi— sonríe. —Soy Jeremy— dice, extendiendo una mano.
Obligo a estrecharla. —Jessa—
Me estudia un momento, luego chasquea los dedos. —Te he visto antes—
Me encojo de hombros. —A veces vengo aquí con mi compañera de piso—
—No, aquí no… En Midtown. A principios de esta semana. En una cafetería de allí—
—Oh. Acabo de empezar un nuevo trabajo en esa zona— explico.
—Lo sabía— Jeremy sonríe. —Siempre recuerdo una cara bonita— pongo los ojos en blanco. —¿Demasiado? — se rie. —Es la pura verdad. ¿y cómo va el nuevo trabajo? —
—Bien— miento.
—Ay. ¿tan mal? —
—No…es que… Mi jefe es muy difícil de manejar, eso es todo— me encuentro confiando. Llegan las bebidas de Jeremy, y él toma un sorbo, con aspecto abierto y curioso, y no como Trace Rosberg.
—Tienes mi compasión. Esos directores ejecutivos multimillonarios son todos iguales. Entonces, ¿Qué te tiene haciendo ese bastardo? —
Hago una pausa. ¿Desde cuándo mencioné que mi jefe era un director ejecutivo multimillonario?
De hecho…En una ciudad de millones, ¿Cuáles son las posibilidades de que este tipo me vea tomando un café y luego aparezca aquí cuando salgo a tomar algo?
Me bajo del taburete. —Tengo que irme— digo.
—¿Tan pronto? — Jeremy parece decepcionado. —¿Por qué no me das tu número? Me encantaría invitarte a cenar algún día—
—No, gracias—
Me alejo de él y agarro a Sídney. —Tenemos que irnos—
—¿Ya? — mira hacia atrás. —¿De qué se trataba todo esto? —
—No lo se. Este tipo era un poco intenso. Haciendo preguntas sobre mi trabajo…—
—¿En serio? ¡Pero era tan atractivo! —
La llevo hacia las puertas. —Lo era, pero eso no significa que no pueda ser un acosador—
Cuando volvemos al apartamento, encuentro el coche de Trace estacionado en la acera. Se me cae el alma a los pies.
Pero no está allí. Solo esta su chofer esperándome. —Trace Rosberg quiere quedar contigo para cenar. Tengo instrucciones para llevarte allí—
Sídney sonríe. —Oh, que elegante—
—Presuntuoso no— la corrijo, molesta.
—Presuntuoso— Me vuelvo hacia él. —Dile a Trace Rosberg que gracias, pero que no. Me quedaré en casa esta noche—
Entro furiosa.
¿Así que envía a su chofer a buscarme? ¿Es demasiado importante como para tomarse el tiempo de su día para venir a verme solo? ¿Y espera que lo deje todo y corra a su lado en cualquier momento?
No lo creo. Eso le demostrará que no soy tan fácil de mandar. Y que no puede comprar mi perdón con un ramo de rosas, como todas las demás chicas. Mi orgullo dura lo que tarda mi teléfono en iluminarse con un mensaje.
Trace: Sabes que estás pensando en mí.
Quiero decirle que no. Pero él sabe cuándo miento, incluso mejor que yo.
Hago un ruido de frustración y me voy a la cama. Mi teléfono se enciende de nuevo.
Trace: ¿Sabes todas las cosas que podría estar haciéndote ahora mismo?
Entierro un llanto ahogado en mi almohada. No, no lo sé: pero puedo imaginarlo. Imágenes pasan por mi mente, calientes y sensuales, sucias y salvajes. Justo como él lo planeo
Pero Trace no tiene por qué saber lo que me está haciendo. hago una promesa: pase lo que pase, no me dejaré engañar de nuevo. Seré fuerte. Resistiré la tentación. Y ayudaré a Christina a encontrar las pruebas para sacarlo de mi vida para siempre.