JESSA
Llega el lunes, y estoy más decidida que nunca a que mi noche erótica con Trace fue un error. Un error delicioso, alucinante y orgásmico, pero un error, al fin y al cabo. Y no puede volver a suceder.
Aún así, sé que Trace no es el tipo de hombre que se rinde tan fácilmente, así que no me sorprende que me llame a su oficina tan pronto como llego al trabajo.
Cuadrando los hombros, entro.
—¿Querías verme? —
Trace está en su escritorio con una pila de papeleo, pero lo deja a un lado cuando entro.
—Jessa. Bien. Necesito disculparme por irme tan abruptamente la otra noche—
—No hay problema— Me encojo de hombros casualmente. —Estas cosas pasan—
—¿No estás enojada conmigo? — parece sorprendido.
—Para nada— Mi tono es frío. —Oh, eso me recuerda—
Meto la mano en el bolsillo de mi suéter, saco el collar y lo dejo sobre su escritorio. —Gracias por prestármelo— digo casualmente.
—Deberías quedártelo— Trace sonríe. —Póntelo para cenar conmigo esta noche—
—No, gracias—
Parpadea. —¿Tienes planes? Rómpelos—
—No — Lo miro a los ojos.
Mantente fuerte Jessa>>. —No voy a cenar contigo. De hecho, no te volveré a ver fuera de la oficina. El viernes fue… un error. De ahora en adelante, me gustaría mantener las cosas profesionales. Estoy segura de que lo entiendes—
Si está decepcionado por eso, no muestra ninguna molestia. —Por supuesto— sus ojos recorren mi cuerpo. —¿Así que te has recuperado? —
Su mirada esta fija en mi trasero. Entonces, ¿esa es su forma de ser profesional?
—Absolutamente. Ni siquiera es un recuerdo—
Me doy la vuelta para irme. Él dice: —Entonces, avísame cuando te gustaría retomarlo donde lo dejamos—
Me detengo y lo miro con la mirada más despreocupada. —Lo creas o no, no quiero. Esto… entre nosotros ya no me interesa—
—¿De verdad? — Trace sonríe con suficiencia.
No se lo cree. Y con razón. Nunca he dicho una mentira más grande en toda mi vida. De alguna manera, logro asentir.
Si. ¿Eso es todo, señor Rosberg? —
—Por ahora— Sigue sonriendo con suficiencia, como si mi determinación le advirtiera. Como si fuera gracioso que le acabara de decir que se fuera al diablo.
Mi ceño fruncido se profundiza. —Estaré en mi escritorio si me necesitas—
Consigo dar un paso antes de que diga:
—¿Jessa? —
Me quedo paralizada, pero no me giro esta vez. Ya he tenido suficiente de esto. Voy a esconderme en otro departamento para que no me moleste.
—Vivian llamó hoy diciendo que estaba enferma. Así que tendrás que estar disponible para mi—
Hago una mueca. Estarás disponible para mí. Pongo una sonrisa insulsa en mi rostro. —Lo que tu digas—
Regreso sigilosamente a mi escritorio, preparándome para la guerra. Endureciéndome para la tortura. Afortunadamente, sin embargo, no juega como pensé que lo haría. Claro, cada vez que sale de su oficina, siento sus ojos sobre mí, y es como caminar sobre cascaras de huevo. Pero al final del día, simplemente me envía correos electrónicos breves y profesionales. Al principio, estoy feliz.
Luego me doy cuenta de que si todo lo que hago es interactuar con él por correo electrónico, nunca voy a tener ninguna oportunidad para revisar su agenda más de cerca. o buscar ese segundo teléfono desechable.
—Te ves un poco sonrojada— comenta Fernanda, pasando por mi escritorio con una carpeta de pruebas para que Trace las revise y una caja de donas. —¿Te sientes bien? —
—Oh, si— digo, borrando otro correo electrónico de una sola palabra suyo, agradeciéndome por enviar un informe de ventanas. —Ha sido una locura, con Vivian fuera—
Hace una mueca. —Mal momento. Con Rosberg de tan mal humor. Ha estado de un humor de perros hoy—
—¿De verdad? —
Asiente y mira el reloj de la pared. —Gracias a Dios que casi es hora de salir. ¿Algún plan importante? —
Me río. —Si un baño caliente y un maratón de The Bachelor cuentan—
—Ooh, ¿tu también lo estás viendo? — dice ella iluminada. —Estoy volviendo loco a mi novio, no lo entiende. ¿pero viste el episodio de la semana pasada? —
Intercambiamos chismes por un tiempo y descubrimos que tenemos un montón de intereses en común. —Tendrás que venir una noche a verlo conmigo— insiste Fernanda. —Será divertido—
—¿Quizás la semana que viene? — sugiero, contenta de hacer una amiga. Y de que haya alguien en este edificio que no me odie ni quiera follar conmigo.
Nos deseamos buenas noches y empiezo a ordenar mis cosas. Entonces Trace sale de su oficina. Me preparo para su ofensiva de encanto: Charla sucia, o coqueteo, tratando de hacerme arrepentir de mi elección.
Pero luego simplemente sale, maletín en mano, sin siquiera mirarme. —Buenas noches, Jessa—
Me quedo mirándolo. He sobrevivido. Pero no puedo evitar sentir una punzada de arrepentimiento. ¿De verdad se ha rendido tan fácilmente?
Pero cuando llego a casa, descubro que aún no se ha rendido. Otro hermoso ramo me espera, esta vez una impresionante exhibición de hortensias en tonos morados y azules. Reviso la tarjeta.
Todavía me interesa. Dime que debo hacer. -T
La miro fijamente, sintiendo las grietas formándose en mi fachada. No. Te dejó sola, Jessa. No lo olvides>>.
Arrugo la nota y contemplo tirar las flores al contenedor de basura. Pero al final, solo las meto adentro porque huelen bien, y bueno… me gustan las flores.
Es la única razón. Lo juro.
***
Para el fin de semana me ha enviado tres ramos más cada vez de mayor tamaño y opulencia. Dulces. Bombones caros. Una cesta de regalo llena de lujosos productos de baño y cuidado de la piel.
Me digo a mí misma que tiene un comprador personal seleccionándolos. Demonios, probablemente tenga un stock. Pero aún así…
Las grietas en mi fachada se están ensanchando. Siempre es lo mismo. Es super profesional en la oficina, tal como le pedí que fuera. Y luego me envía estos regalos.
—Te lo digo— comenta Sídney, mirando el último envió. —Esto no es solo material para ligar. Tal vez el tipo siente algo por ti—
—Trace no siente nada— le espeto. —Como dijo Christina, es voluble. Puede que yo sea su última obsesión, pero una vez que termine conmigo, seguirá adelante—
No es que saber eso haga que sea más fácil resistirme a él.
El viernes, Vivian sigue enferma. Lo que significa que tengo aún más trabajo del que ocuparme. Pero cuando enciendo mi computadora, veo un nuevo correo electrónico en mi cuenta personal. De la residencia Vistas del prado.
Estimada señora Winters: Su cuenta esta vencida.
Leo el resto con creciente horror. Si, he estado atrasada en los pagos. Elaboré un plan, distribuyéndolos lo más que pude, pero aparentemente, no lo suficiente.
Si la factura no se paga en su totalidad para el 16 de junio, tendremos que iniciar un proceso de desalojo y usted cederá la plaza a otro paciente de la lista de espera.
Dieciséis de junio. Es decir, dentro de tres días.
Se me encoge el corazón. ¿Desalojo? Nunca pensé que llegaría tan lejos, tan pronto. ¿A dónde podría ir mi madre? Necesita atención las 24 horas del día y, además, no puedo lidiar con los cambios. Su rutina es lo único que la mantiene tranquila; las enfermeras con las que ha llevado un año acostumbrarse, el jardín donde le gusta sentarse. No puedo quitarle eso. Es todo lo que le queda.
Abro mi cuenta corriente y encuentro el equivalente a una semana de alquiler. El pánico me recorre el cuerpo cuando levanto la vista y veo a Trace que viene hacia mí.
Deja un café en el borde de mi escritorio. —Un mocha de leche helado. Para ti—
No puedo sentirme halagada de que haya recordado mi pedido de bebidas. No necesito que nadie sea encantador a mi alrededor. Ahora no. No. mi estómago se revuelve de miedo y estoy a punto de perder la compostura.
—Es viernes— continúa Trace, holgazaneando allí. Me lanza una mirada seductora. —¿Algún plan divertido para el fin de semana?—
¿Diversión? Lo miro con incredulidad. Como si pudiera pensar en divertirme cuando todo por lo que me he esforzado tanto en mantenerlo unido se está desmoronando ante mis ojos.
—Estaba pensando en hacer un pequeño viaje. Tengo un lugar fuera de la ciudad— añade.
—Deberías venir—
Niego con la cabeza. Ya he tenido suficiente. No puedo hacer esto más. —Para. Solo para. Todo esto— grito, con lágrimas picando en las comisuras de mis ojos. —Este acto de calor y frío. Haciéndose el profesional un minuto y tratando de seducirme al siguiente. Siempre es en tus términos. Todo lo que quieras. Bueno, ¡ya terminé con esto!— Exploto poniéndome de pie. —¡Ahora tienes que retirarte!—
Por primera vez hay algo parecido a la sorpresa en el rostro perfecto de Trace Rosberg. Pero no me quedo para verlo. La humillación me recorre, caliente y llena de arrepentimiento. Empujo mi silla hacia atrás y huyo.
Consigo encontrar una escalera vacía en la parte trasera del edificio, sin nadie dentro. Me hundo en un frío escalón de hormigón y marco a Vistas del prado con manos temblorosas.
—Hola, señor Castillo. Soy Jessa Winters. Llamo por un correo electrónico que recibi—
—Si. señorita Winters. ¿Cómo puedo ayudarla? —
—Bueno, tengo un problema con el pago— admito, cruzando los dedos para poder ganar un poco más de tiempo. —Debería recibir más dinero pronto, pero aún no me ha llegado a mi cuenta. ¿hay alguna manera de solicitar otra extensión? Será solo una más, lo prometo—
Hay una pausa. —Lo siento, señorita Winters, pero ya hemos dado todo el tiempo posible—
Trago saliva con dificultad. No puedo sacar a mi madre del hogar. El último lugar era una pesadilla: oscuro, húmedo, con habitaciones estrechas. Mi madre nunca parecía limpia. La imagino, de vuelta en ese lugar, y se me llenan los ojos de lágrimas. —¿Así que simplemente la vas a echar? —
—A menos que la cuenta este saldada, lo siento. No tenemos otra opción. Tendrá que encontrar otro lugar donde vivir—
Cuelgo, sintiéndome completamente desesperada. No hay nada que pueda hacer. Le he fallado a mi madre, cuando más me necesita.
—¿Qué está pasando? —
Levanto la cabeza de golpe. Trace está de pie en el rellano encima de mí. Y lo escuchó todo.
Rápidamente me seco las lágrimas de los ojos.
—Nada—
Me levanto e intento pasar corriendo junto a él, pero me bloquea el paso. —Jessa. Estás llorando. Mira. si esto es por nosotros…—
—¡No todo es por ti! — exploto de nuevo.
Levanta las manos. —Wow, está bien. Solo dime que pasa y lo arreglaré—
—No puedes— niego con la cabeza. —Es la residencia de ancianos de mi madre. La van a echar—
Frunce el ceño. —¿Qué residencia es? —
—Vistas del prado, en Queens— respondo. Saca su teléfono.
—¿Qué estás haciendo? — pregunto, con la ansiedad aumentando.
Trace toca la pantalla y luego se la lleva a la oreja.
—Trace— intento, confundida, pero el solo me señala con un dedo.
—Si. necesito hablar con alguien sobre un paciente llamado Winters— El miedo me recorre. ¿Qué está haciendo?
Trace comienza a subir las escaleras, hablando en voz baja. Me apresuro a intentar alcanzarlo.
—Mmmm hmmm…Entiendo…Si, pero no será necesario. Pagaré la factura pendiente en su totalidad. Y en el futuro, por favor, dirija todos los asuntos financieros a mi intención. Me encargaré de ellos de ahora en adelante—
Trace cuelga y se gira hacia mí. —El problema ya está resuelto— Luego regresa tranquilamente a su oficina.
Me detengo en seco en el pasillo, incrédula. ¿Qué demonios?
Corro tras él y entro corriendo por las puertas de su oficina. —¿Qué fue eso? — pregunto. —¿Crees que puedes comprarme? —
Me mira con seriedad. —No voy a comprar nada. Tenías un problema, tengo los recursos para solucionarlo. Así que lo hice—
—Pero…— Me quedo sin palabras. —Ese lugar no es barato. Tendrá que quedarse allí durante años. Décadas, tal vez—
—Entiendo— Trace me mira con simpatía. —No me dijiste sobre su condición—
—Porque no es asunto tuyo—
Pero mi voz se quiebra. ¿de verdad acaba de pagar nuestra cuenta completa, para siempre?
He oído muchas cosas de Trace Rosberg en el pasado. Es un ladrón. Es un afortunado en la cama. Tiene un apetito insaciable por las mujeres. La gente lo ha llamado atractivo, egocéntrico, testarudo…Pero nadie lo ha llamado generoso.
Da un paso hacia mí. —Jessa. Se que he sido… Distante. Incluso descuidado. Pero no soy el hombre que crees que soy. Dame una oportunidad— Su voz es tranquila. Sincera.
—¿Vez? Hiciste esto solo para comprarme— digo con disgusto.
—No— insiste Trace. —Si quieres que quede algo profesional entre nosotros, te juro que no te lo volveré a pedir. Pero tu también sientes esta conexión entre tú y yo. Lo sé—
Sus ojos brillan en los míos, y no puedo negar la emoción que siento al estar tan cerca. Es distinto. Es inevitable.
Separo mis labios y la palabra sale disparada.
—Si—