16- Estoy fuera de horario

2338 Words
JESSA Si tenía dudas sobre darle a Trace una segunda oportunidad, se desvanecieron a la mañana siguiente, cuando me recogió para llevarme a los Hamptons a pasar el día. —Tu carroza te espera— dice, sosteniendo abierta la puerta del Mercedez descapotable. No soy una persona de autos, pero incluso yo puedo decir que este es un modelo precioso. Pero no tan precioso como el hombre que se desliza detrás del volante. —Te ves…diferente— le digo, observándolo mientras nos ponemos en camino. No es solo su atuendo informal: una camisa de lino abierta en el cuello y jeans oscuros. Parece más relajado de lo que había visto antes. Más ligero. —Un día hermoso con una mujer hermosa— dice Trace, sonriéndome desde detrás de sus gafas de sol Ray-Ban. —¿Qué más puedo pedir? — Le devuelvo la sonrisa. Todavía no puedo creer que haya resuelto todos mis problemas con una sola llamada y un cheque muy grande, y no puedo negar que también es un peso menos en mi mente. Además, una vocecita susurra, recordándome que ahora que la situación de mi madre está asegurada, ya no necesito el soborno de Christina. Intento apartar ese pensamiento, pero mientras entramos en la autopista, suena su teléfono. Me pregunto, ¿Qué teléfono es? la llamada entrante parpadea en el sistema del coche, y me preparo para que Trace vuelva a pulsar el interruptor: al modo trabajo de director ejecutivo, o al modo sospechoso y distante. Pero en lugar de eso, hace clic para rechazar la llamada. —¿No vas a contestar eso? — pregunto sorprendida. —Estoy fuera de horario— Trace sonríe. —¿En serio? No pensé que eso fuera posible— bromeo, medio en serio. Se ríe. —Hay una primera vez para todo. No necesito pensar en la oficina, no este fin de semana. Tengo todo lo que necesito aquí mismo— Tal vez sea otra línea, pero no lo creo, no esta vez. Y es halagador saber que Trace ha puesto en pausa el resto de su vida de alto nivel para que podamos pasar tiempo juntos. Tal vez realmente se toma en serio esta segunda oportunidad conmigo. Eso lo dice todo. Si él no está trabajando, yo tambien. Este fin de semana, Christina y sus sospechas secretas no existen. Nada existe, excepto Trace, y yo, y lo que sea que el haya planeado. Y a puesto a que es delicioso. Llegamos a los Hamptons en un par de horas, y observo como los pueblos costeros rurales se transforman en algo más exclusivo y grandioso. Aquí, las casas son enormes e imponente, y la gente que nos cruzamos en las pintorescas calles adoquinadas es elegante, parte de ese mundo adinerado de club de campo en el que nacido Trace. Es tan extraño para mí. Su mano descansa sobre mi muslo. —Que estás pensando? — —Que vacacionamos de maneras muy diferentes— bromeo. Se ríe. —¿Qué hacías durante los veranos? — —Um. Pasear por ahí. Leer. Tumbarme en el césped delantero y broncearme— respondo. —¿Qué haces aquí? — Sonríe. —Igual— De alguna manera, lo dudo. Se detiene en un cruce y me quedo boquiabierta al ver un rostro familiar siendo empujado por su guardaespaldas. —Espera. ¿Es Beyonce?¡Creo que es Beyonce! — Él ni siquiera mira, así que intento recuperar la compostura. Estoy segura de que este lugar está lleno de famosos. Necesito actuar con más calma antes de que me explote la cabeza. Espero que vayamos a un restaurante elegante o a una casa en la playa, pero en su lugar, Trace atraca en un puerto deportivo concurrido. —Pensé que podríamos sacar mi barco a pasear por el día— dice con indiferencia. Por supuesto que tiene un barco. No, un yate. Completo con preciosos asientos de cuero blanco, molduras de caoba pulida e incluso una pequeña cocina con una cubierta y bebidas frías esperando. Trace me da el recorrido y luego me sienta para disfrutar de la vista mientras él toma el mando, demarrando el muelle, zarpando y desplegando la vela mientras salimos del puerto deportivo. Y vaya, es una vista espectacular. Me recuesto, sintiendo el sol en mi cara y la brisa en mi cabello. Por suerte, me vestí para la playa con un bikini debajo de mis pantalones cortos de mezclilla y mi blusa holgada. A medida que aceleramos, tengo que reírme. De todas las formas en que me imaginaba pasar mi fin de semana, descansando en un yate lujoso no era una de ellas. —¿Divirtiéndote? — pregunta Trace mirando desde su lugar detrás del volante. —Tal vez…— bromeo. —Eso me suena a desafío— Trace nos lleva por la costa y luego echa el ancla en una pequeña cala privada. Desaparece en la cocina y reaparece con una canasta de picnic, mientras lo prepara todo; fresas, queso, galletas y vino, lo observo impresionada. —Planificas con antelación— —Tengo ayuda— Me sirve una copa de champán y tomo un sorbo, aunque ya estoy bastante mareada por mi cuenta. Nos sentamos, descansando en los cómodos cojines de la proa del barco. Noto el nombre del barco estampado en algunos de los equipos. —¿Por qué luces verdes? — pregunto. —Era algo que mi padre siempre le decía a mi madre. “solo luces verdes adelante”— Trace sonríe. —Mi padre fue un romántico empedernido, hasta el día de su muerte— Recuerdo haber leído como sus padres murieron en un accidente de avión. No quiero arruinar el ambiente, así que solo asiento. —Que dulce. Me encanta escuchar grandes historias de amor. No hay suficientes para todos— —¿Tus padres no siguieron juntos? — Niego con la cabeza. —Mi papá se fue hace mucho tiempo. Mi mamá me crió sola— Trace me aprieta la mano. —La relación de mis padres no fue todo color de rosa. De hecho, discutían mucho. Mi padre estaba ocupado con la empresa la mayor parte del tiempo, y sé que mamá sentía que rara vez lo veía…— Trace se queda callado. —Pero me querían, siempre lo supe. Es irónico— añade. —Mi mamá odiaba volar. Ni siquiera iba a hacer ese viaje con él, pero supongo que la convenció— —Lo siento— murmuro, y Trace me dedica una sonrisa triste. —Ya es historia antigua— —Aún así, debe haber sido un shock para ti— digo. —El mayor shock fue heredar la empresa— dice Trace, mirando al océano. —Nunca pensé que la responsabilidad caería en mí. Al menos no tan pronto— me devuelve la mirada. —Pero debes saber una cosa o dos cosas sobre eso— —¿Dirigir un imperio joyero global? — pregunto a la ligera. —No. asumir la responsabilidad de los asuntos de tus padres— —Oh— Bajo la vista y asiento a regañadientes. —Aunque he tenido tiempo de acostumbrarme. Mi madre no despertó así una mañana. Fue un lento declive. Una bendición y una maldición— —¿Cómo es eso? — Trace me observa con ojos suaves. Verla alejarse de mí, día a día…Me pregunto si es más difícil así, eso es todo— Me aprieta la mano de nuevo y niego con la cabeza, forzando una sonrisa. —Pero gracias a ti, sé que está a salvo y bien cuidada ahora— —Me alegro de haber podido ayudar— dice Trace. —No deberías tener que lidiar con esto sola— Pero me doy cuenta de que ya no estoy sola en esto. E incluso si todo lo que Trace hace es firmar los cheques y tomarme de la mano hoy, es más de lo que nadie ha hecho por nosotras. Son río, feliz de estar aquí hoy. Feliz de estar con él. Hablamos y comemos un rato, simplemente relajándonos bajo el sol. Empiezo a sentir calor, así que empiezo a ponerme protector solar, subiéndome los bordes de la camisa. Pero mientras intento ponerme protector solar en la nuca, se sienta detrás de mí. —¿No sería más fácil quitarte eso? — pregunta, acariciando la fina tela. —Bueno…estoy un poco pálida— lo admito. Se ríe. —Es junio. Puedes estarlo— —Tú no lo estás— le lanzo una mirada acusadora. Señala el protector solar. —Te pondré esto. No seas tímida— Miro a mi alrededor y luego me quito la bata, sin estar segura de sí sus retinas se quemarán para siempre con el mar cegador de piel de gallina frente a él. Pero se arrodilla detrás de mí, y entonces siento sus manos en mis hombros y el impacto fresco del protector solar. Lo aplica suavemente, acariciándome. —¿Tu objetivo en la vida es atormentarme continuamente? — murmura en mi oído. —Porque ese bikini es sexy. Aunque, podrías no usar nada— Tiemblo de emoción mientras sus manos siguen acariciando, más allá de lo que cualquiera necesita hacer para ponerse protector solar. Sus dedos se hunden bajo los lazos de la parte superior de mi bikini, rozando mis pechos y jadeo. —Debería ser minucioso— Trace continúa poniendo más protector solar en la palma de su mano. —No queremos que te quemes ahora, ¿verdad? — Niego con la cabeza en silencio, reclinándome contra él. Sus manos se deslizan sobre mi estómago, frotando y provocando. Su mano regresa a mis pechos, ahuecándolos ligeramente, apretando, pellizcando suavemente mis pezones. Gimo sintiendo en placer invadirme, caliente como el sol. Trace se inclina y besa a lo largo de la curva de mi cuello, mientras una de sus manos acaricia más abajo, entre mis muslos. Me provoca a través de la tela de la parte inferior de mi bikini, frotando ligeramente mi clítoris hasta que me arqueo contra su mano, gimiendo suavemente. —Dios, me vuelves loco— murmura, y tengo que contener la risa. ¿Loco? No conoce el significado de la palabra. Cada roce hace que mi cuerpo se tense de anhelo. Dolorido deseo. Me acaricia de nuevo, perezosamente y luego hace una pausa. —Te ves terriblemente caliente alrededor del cuello— dice, burlándose de mí. —Creo que necesitas refrescarte— Antes de que pueda reaccionar, me levanta en brazos, camina hasta el borde del bote y salta al océano. ¡Splash! El agua fría me cubre la cabeza, sobresaltándome. ¡Está helada! Escupo y me pataleo de regreso a la superficie. Salgo a través, jadeando para tomar aire y salpicar agua en su dirección. —¡Eso no fue muy caballeroso! — Trace se ríe, flotando a mi lado. —Nunca dije ser un caballero— Lo salpico de nuevo, acostumbrándome a la temperatura. El frío es realmente glorioso contra mi piel caliente, helado y refrescante. Trace se da una patada y me atrae hacia él, reclamando mi boca en un beso que quema y frío a la vez. Y completamente irresistible. Lo envuelvo con mis brazos y piernas, y él nos mantiene a ambos a flote allí, junto al yate. Puedo sentir su corazón latiendo contra mí. su torso sólido, duro como una roca. Y su gruesa silueta, presionando contra mí. Su mano se sumerge bajo la parte inferior de mi bikini, ahuecando mi trasero. Cierro los ojos. —¿Sabes en que no puedo dejar de pensar? — Su voz es un oscuro murmullo en mi oído. Niego con la cabeza. —Esa mirada en tus ojos, justo antes de que te corres. Quiero volver a verla. Ahora mismo— Su mano se desliza más abajo, deslizando dos dedos entro de mi antes de que siquiera sepa lo que está pasando. Así, sin más, estoy empalada en sus dedos. Jadeo, agarrándome a sus hombros, tratando de no hundirme bajo el agua, completamente bajo su hechizo. El sol brilla sobre nosotros y el agua nos rodea, pero todo lo que puedo sentir es la espesa invasión que me acaricia de adentro hacia afuera. Inclino mi cabeza hacia arriba y el no necesita que diga nada. Me besa, fuerte y hambriento. Levanto la pierna más arriba y la envuelvo alrededor de su cintura, presionándome contras sus dedos, embistiendo descaradamente mientras me llena, gruesa y profundamente. Gimo cuando baja la cabeza, apartando mi bikini con la nariz y chupando un pezón y luego otro, ahuecando mis pechos y jugando con ellos. Es como si todas sus sensaciones se hubieran centrado en donde me está tocando, y es insoportable. Pellizca el duro c*****o con los dientes y dejo escapar un grito, clavando mis uñas en sus hombros. Entonces levanta la cabeza, su mirada oscura. —Ahí está. Esa mirada. Estás cerca— Me mueve, de modo que. mi clítoris esta presionado contra él, la presión me vuelve loca. Gimo. —Si— Trace gruñe. —Déjame oírlo de nuevo. Tan fuete como quieras, Jessa. No hay nadie más que te oiga— Me frota contra su polla. Suavemente primero, golpeando todos los lugares correctos. Puedo sentir su calor, incluso bajo el agua. No puedo evitar mecerme sobre él. Mas fuerte, más rápido. La presión dentro y fuera es tan perfecta, que estoy gimiendo, mi voz resonando por toda la cala. Trace lame con avidez mis pechos. Me sostiene por la parte baja de la espalda, dejándome hacer todo el trabajo, deslizando mi entrepierna hacia arriba y hacia abajo sobre él. Y eso me parece bien. Echando la cabeza hacia atrás, dejo escapar un gemido. —Oh, Dios…— No sé cuándo empiezo a montarlo con desenfreno, empujándome contra él, mis pechos rebotando, pero pronto, estoy a punto de alcanzar el clímax. Cuando mete un tercer dedo dentro de mí, mis ojos se encuentran con los suyos, lo envuelvo con mis brazos y estrello mi boca contra él mientras me deshago en sus manos. Es una delicia.
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