32- Mantente fuera de mis problemas

2626 Words
JESSA Tengo un café late gigante en la mano cuando llego al trabajo al día siguiente. Tengo la sensación de que lo voy a necesitar, ya que no dormí nada. Todo lo que veía, cuando cerraba los ojos, eran visiones de Nero, burlándose de mí. “Ya sabes lo que la curiosidad del hizo al gato, Jessa”. No importa que Trace y yo ya no estemos juntos, y en realidad nunca estuvimos oficialmente juntos. Mi relación con él, incluso si solo soy su juguete, me pone en peligro. Ni siquiera sé por qué. Y no voy a guardarlo más. Se acabaron las noches de insomnios. Se acabaron los tirones. He decidido confrontar a Trace por todo. Para cuando llego a la oficina, estoy deseando ir, lista para desatar el infierno sobre él, si es necesario. Desafortunadamente, cuando entro en el área ejecutiva, su puerta está cerrada, la oficina a oscuras. Una rápida revisión a su agenda revela que estará fuera todo el día en algún evento beneficio en la zona alta. Maldita sea. En realidad, no es tan malo. Después de terminar con el trabajo que Vivian ha amontonado en mi escritorio. Decido hacer un poco de trabajo detectivesco. Cuando Vivian se va a almorzar, marco la extensión de la bóveda de Rosberg Cross, en el centro. —Hola, soy la asistente de Trace Rosberg, Jessa Winters. Estamos haciendo una revisión de seguridad— miento. —Y necesito ver los registros de todos los que visitaron a bóveda, desde el último mes. ¿Es algo que puedes enviarme? — —Por supuesto. Puedo enviarte la hoja de cálculo por un correo electrónico, si me das un momento— —Perfecto— Diez minutos después, tengo una copia de los registros de visitantes y estoy revisando las entradas línea por línea. Solo unas pocas personas tienen privilegios de acceso, así que no me lleva mucho tiempo: un par de los diseñadores jefes, algunas personas de relaciones públicas fotografiando el archivo para artículos de prensa y Trace. Resalto todas las veces que visitó y todos los artículos que solicitó ver o sacar de la bóveda por completo. Encuentro la entrada de la gargantilla de diamantes, un par de semanas antes de la gala, la noche en que me dejó probármela por primera vez. Y luego hay una entrada para el día antes de la gala. Trace la firmó, con una anotación. —Para limpieza— No puedo decir si eso es sospechoso o no. después de todo, el collar fue subastado con fines benéficos, con gran fanfarria, así que tenderá sentido que se preparara para eso. Pero aun así…no puedo quitarme la sensación de que algo está pasando, así que abro su agenda y la cotejo con ese día. Hay varias reuniones canceladas que se rellenaron con cajas azules. Las cajas azules son el código para “tiempo personal” Pero Trace, tan ocupado como está, rara vez tiene cajas azules en su agenda. Excepto en los días previos a la gala. Cotejo la hora en la que se retiró el collar con su agenda y, efectivamente, las reuniones canceladas y las agendas personales coinciden con la retirada del collar de la bóveda. ¿Pero por qué? Ese collar no fue la única pieza vintage subastada. Hubo otros cinco artículos clásicos, y no se retiraron hasta el día siguiente, en la mañana de la gala. Por nuestro equipo oficial de relaciones públicas, que se encarga de la subasta. ¿Por qué Trace no recogió los demás objetos al mismo tiempo? ¿Por qué no los enviaron también a “limpiar” ¿¿Por qué su visita a la bóveda no figura en su agenda como normalmente lo estaría? ¿Por qué siento en el fondo de mi alma que algo aquí no está bien? Y no ha estado bien durante mucho tiempo. No desde que ese secuaz de la mafia apareció en mi casa y descubrí que Trace tiene algún tipo de relación con ellos. ¿Pero por qué? Llamo a su chofer. —Mel, soy Jessa Winters. ¿Cuándo recoges a Trace Rosberg del evento benéfico? — —Estaba a punto de ir para allá ahora mismo. ¿Qué puedo hacer por ti? — —Necesito tener cinco minutos con el antes de su próxima cita. Me sugirió que me llevarás contigo y habláramos en el coche— —Claro. ¿Te paso a buscar? — —Genial. gracias— Termino la llamada y recojo mis cosas, luego salgo y encuentro su limusina vacía esperándome. Subo y me debato antes de servirme un whisky para calmar los nervios. Al final, termino sin hacer nada durante el viaje y practicando lo que voy a decir. Trace no se va alegrar de verme, pero no puedo dejar que eso me impida obtener las respuestas que necesito. Si la advertencia de Nero fue una señal, mi vida podría depender de ello. Cuando el coche se detiene en la acera en la parte alta de la ciudad, Trace está esperando allí. Contengo la respiración mientras la puerta se abre. Empieza a deslizarse dentro y entonces me ve. Su expresión se ensombrece. —¿Qué estás haciendo aquí? — —Tengo que hablar contigo— Entra, cierra la puerta y entrelaza las manos en las rodillas. Hay algo en el que no encaja. Parece cansado, con los ojos enrojecidos y el pelo calleándole por la frente. Pero eso no lo hace menos intimidante, ya que me mira con desprecio. —¿Sobre…? — El coche se aleja. Respiro hondo otra vez. —Sobre Nero Morelli— La mandíbula de Trace se tensa. Niega con la cabeza y luego toma una jarra de cristal de whisky. Se sirve uno. Solo, tan rápido que un poco le salpica la mano. —No quiero…— —Bueno, tienes que hacerlo— lo interrumpo. —Lo ví anoche— Sus ojos se dirigen a los míos. —¿Lo viste? — pregunta en tono de pánico. —¿Dónde? — —En un restaurante. Durante mi cita. Su novia llevaba el collar pétalo, el que subastamos. Excepto que ese no era el collar real, ¿verdad? — pregunto, observando de cerca. —Le faltaba la inscripción en la parte posterior. Creo que era falso. Y creo que Nero tiene el verdadero. ¿No? — No dice una palabra. Tengo la sensación de que no lo va a decir, de que me va a dejar dar vueltas en el viento, a ciegas, para siempre. —Y vi los archivos de tu pequeña memoria USB — le digo, ganando confianza. —Estabas moviendo dinero. Dinero del que nadie sabía. Es muy sospechoso. Algunos dirían que es motivo de tu destitución de la empresa— —No lo es— espeta Trace. —Ya lo habíamos establecido— —Pero junto con que forjas collares haciéndolos pasar por reales…— Levanta la mano. —Para. No sabes nada— —Entonces dime— le imploro. —Por favor. Tengo miedo, Trace. Gracias a ti, Nero Morelli sabe quién soy y si las miradas mataran, yo estaría muerta. Entonces dime, ¿Qué demonios está pasando? — Bebe la mitad del vaso de un trago y lo mira fijamente, con el conflicto escrito en su hermoso rostro. —Jessa. Confía en mi— murmura con tristeza. —Es mejor que no lo sepas— Hubo un tiempo en que me habría derretido ante su tortuosa rutina dejándome llevar por él. —No confió en ti— espeto. —Ya no. No hasta que me lo digas— Trace resopla. —¿Para que puedas correr a contárselo a Christina y joderme aún más? — —Nunca le dije nada— insisto. —Y no lo haré. Estoy de tu lado— añado. —Se que no lo parece, pero lo estoy. Y no dejaré que me ocultes cosas que afecten mi vida. Te guste o no, estoy involucrada en esto ahora. Estoy en el radar de Nero. Así que puede que no te caiga bien que no me soportes, pero al menos dame el respeto de decirme que está pasando— Hay silencio, luego Trace se gira. Y la mirada en sus ojos me da escalofríos. Derrotado. Avergonzado. —El padre de Nero es un hombre llamado Román Morelli— Empieza, con la voz pesada y cargada de arrepentimiento. Rellena su vaso, pero no toma un sorbo. Simplemente lo mira fijamente. —La organización Morelli…Es una de las familias criminales más mortíferas y peligrosas de la ciudad, que se remonta a generaciones. ¿Y Román? Resulta que era amigo…de mi padre— Respiro hondo. ¿Porque lo que sea que estuviera esperando que dijera? No era esto. —No lo sabía, pero había tres socios originales en Rosberg Cross— continúa Trace, con la voz cargada de vieja ira. —El padre de Christina, mi padre y Román. Él puso dinero para financiar el negocio, pero lo mantuvo todo fuera de los libros. Nadie lo sabía, tal vez ni siquiera mi madre— añade con dureza. —En fin, mi padre le pagó una parte de las ganancias de la empresa a cambio, y supongo que también joyas. Piedras preciosas, diamantes…Son geniales para lavar dinero sucio— explica. —no reastreables para los bancos o los federales— —¿Así que los Morelli son dueños de parte de Rosberg Cross? — pregunto, con la mente acelerada. Trace niega con la cabeza con firmeza. — Mi padre le pagó. Algo pasó y, bueno, no quería volver a tener nada que ver con Román. Al menos, eso es lo que entiendo ahora. No tenía ni puta idea de nada de esto, hasta después de que mis padres murieran, y de repente, Nero Morelli aparece, exigiendo que siga pagándole— —Oh— digo, cuando lo veo claro. Las cuentas ficticias, el dinero movido, era para pagar el antiguo trato de su padre. —No quería mentirle a nadie— dice Trace con el corazón vacío. —Pero no sabía que más hacer. La reputación de mi familia está en juego, y Nero…No es un tipo con el que te metas. Incluso hice copiar el collar y subasté la falsificación— admite. —Él tiene el veredero, pero no lo mantendrá callado por mucho tiempo. Quiere más, la misma parte de las ganancias, ¿y un hombre así? Siempre consigue lo que quiere al final— Lo miró fijamente, sin palabras por esta admisión. No me mira a los ojos. Simplemente toma el vaso y se bebe el resto de un trago, tragando con dificultad— —¿Esto es lo que estabas escondiendo? Me siento obligada a extenderle una mano, a tocarlo, a consolarlo, pero me contengo. —Si estabas en problemas, podrías habérmelo dicho. Yo…— —¿Qué? — Se gira para mirarme, con la voz áspera de nuevo. A la defensiva. —No hay nada que puedas hacer. Nero no es tu problema, y mientras yo siga sus reglas, él no lo será— —Podrías ir a la policía— sugiero. —Esto no puede ser legal. Es chantaje, o coerción, o…— —Esa no es una opción— Trace me interrumpe. —¿Te das cuenta del tipo de escándalo que sería si la prensa se entera? Mafiosos, malversación de fondos, la marca de lujo más famosa del mundo construida a partir del crimen y las mentiras…La reputación de mi familia quedaría destruida. Todo lo que construyeron. No la veré derribada, ni por Nero, ni por nadie— promete. —He estado pagando, lo justo para pensar que Christina no sospecharía. Pero ahora que se ha enterado, no se rendirá hasta descubrir la verdad. Y una vez que la descubra…la usará para destruirme a mí y todo lo que me rodea— Niega con la cabeza, como si ni siquiera pudiera considerarlo. Por mi culpa. Tensándome, retiro mi mano y me abrazo. —¿Y Nero no escucha razones? ¿O aceptaría un pago único? — Trace niega con la cabeza. —Lo he intentado, le ofrecí cada centavo de mi fortuna personal, pero insiste en el viejo acuerdo: una parte de las ganancias, cada maldito año. Para él no se trata de solo dinero, se trata de poder. Demostrar que es tan duro como su padre. Que todas las deudas se sigan pagando. Honestamente, Jessa…no sé qué hacer— No sé qué hacer. Nunca pensé que oiría a Trace Rosberg admitir eso. Hace que mi corazón se agite de nuevo con esta abrumadora necesidad de abrazarlo, de sentirlo cerca de mí. Pero el coche se detiene frente a las oficinas de Rosberg Cross, y cualquier momento que haya habido entre nosotros se interrumpe. —¿Estás satisfecha ahora? — me pregunta, mientras las persianas vuelven a bajar. Puedo verlo volverse frío y distante. —¿Podrías dejar de indagar y dejar que yo me encargue? — Tengo la sensación de que se arrepiente de haberme mostrado incluso un poco de vulnerabilidad, así que solo asiento. —Gracias por decírmelo— digo, pero no prometo nada. Mientras subimos en el ascensor, miro los números que suben por la puerta y me devano los sesos, tratando de pensar en una solución. ¿Puede razonar con Nero? No, probablemente no, no se puede razonar con la mafia. Y alguien como Nero está por encima de la ley; una vez que te metes con ellos, es casi imposible encontrar una salida. Al menos así es en todas las películas. Lo admito plenamente, cuando se trata de la mafia, estoy metida en un lío que me supera. Llegamos a nuestro piso y Trace se dirige a su oficina. Vivan no está allí, y sé que Trace tiene una agenda repleta de reuniones esta tarde, así que esta podría ser mi única oportunidad de estar a solas con él. Antes de que cierre la puerta, digo, un poco desesperada: —¿Trace? — Se gira. —Siento mucho que estes pasando por esto— Me acerco un paso más y extiendo la mano. La mira, y luego me mira fijamente, y por un momento, creo que he atravesado la fortaleza de hielo que se ha construido desde la gala. Pienso que tal vez las cosas podrían ser diferentes entre nosotros. —¿Disculpa? — Una voz nos interrumpe. Apartando la mirada de él, me doy la vuelta para ver un repartidor sosteniendo el ramo de flores más grande que haya visto. —¿Entrega para Jessa Winters? — Parpadeo mientras las tomo. —¿Para mí? — Las deja y revisa la nota. —Si, Jessa— El ramo empequeñece mi pequeño escritorio, convirtiéndolo en una jungla floral. Miro a Trace mientras las dejo en la esquina. Se apoya contra el marco de la puerta, entrecerrando los ojos. —¿De quién son? — Saco la tarjeta del pequeño sobre y leo: Jessa, gracias por anoche. -Elías. —Así que la gran cita debe haber sido un éxito rotundo— Me doy la vuelta. No había oído a Trace acercarse lo suficiente como para leer por encima de mi hombro. Arrugo la tarjeta en mi palma sudorosa, pero demasiado tarde. El daño ya está hecho. Sus ojos son fríos, sin expresión. —Trace— empiezo, maldiciendo el terrible momento. —No pasó nada. Y él y yo simplemente salimos, y…— —¿Crees que me importa? — sus ojos están entrecerrados, mirándome como si fuera una niña tonta. Como un juguete. —Eres bienvenida de estar con él. Y mantente fuera de mis problemas. Ya no tienen nada que ver contigo— Se dirige a su oficina, dando un portazo con furia, dejándome, sintiéndome peor que nunca.
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