Manos a la obra

1128 Words
Eva Rodé mis ojos, ¿Cómo es posible que Gabriel quiera venir un domingo, dónde la gente normal duerme y él solo quiere limpiar una alfombra que perfectamente la puedo llevar al mantenimiento? —Señorita Eva, ¿Y no trajo saco ? —vociferó Gabriel sacándome de mis pensamientos. —No Gabriel, este vestido es para lucirlo, y por supuesto que debo lucir perfecta para encontrarme un buen hombre que quiera hacerse pasar por mi novio —dije. “Solo espero que mi abuelo se quede tranquilo con el hombre que lleve a la dichosa cena de navidad”. —Está bien señorita —respondió Gabriel. Sentí un fuerte frío recorrer todo mi cuerpo, abrí mis ojos y vi como todo, absolutamente todo estaba cubierto de nieve, ¿A qué hora empezó a nevar que no me di cuenta? —¡Gabriel! ¿Por qué no me dijo que estaba nevando? —dije prácticamente tiritando del frío. —Señorita Eva yo pregunté, solo que usted quiere lucirse y yo no puedo hacer absolutamente nada —dijo cruzándose de brazos mi querido secretario, al cual voy a matar muy pronto, si no quita la sonrisa que tiene dibujada en su rostro en este momento. O no, ya se que es lo que haré con Gabriel, lo clavaré en la nieve, si es lo que haré. —Creo que mejor subiré de nuevo al apartamento, debo cambiar mi ropa por una más cómoda —dije girándome de nuevo hacia la puerta e ir al elevador. —No señorita Eva, tenemos que salir en este momento, hoy tendremos 10 citas así que mejor póngase mi saco, tenemos el tiempo justo para llegar —dijo Gabriel. Se quitó el saco y lo colocó alrededor de mi espalda. “GUAU, GUAU, DEFINITIVAMENTE GUAU” abrí mis ojos de par en par al ver los enormes músculos de Gabriel. Bueno si, sé que es gay, pero Dios, cómo es posible que tenga un cuerpo tan marcado, tan espectacular y él decide donarlo al sacrificio de los hombres, además como puede ser que yo nunca me haya dado cuenta del cuerpazo que tiene, en fin, “UN VERDADERO DESPERDICIO” —¿Sucede algo señorita Eva? —exclamó Gabriel sacándome de mis pensamientos. —¡Si!, ¿Cómo pretendes que vea a 10 hombres en un solo día? —dije mostrándome ofuscada. —Lo siento mucho señorita, si quiere tener novio en quince días es lo que debe hacer, no tenemos tiempo y usted debe buscar al hombre indicado para mostrarle a su abuelo, y así él quede realmente tranquilo —vociferó él abriendo la puerta de mi auto y así yo subiera. Hice una mueca de desagrado y subí, después de todo Gabriel tiene toda la razón, sin contar que toda esta locura fue mi idea. Subimos a mi auto, Gabriel quiso conducir, en realidad lo dejé, yo estaba muerta del frío y lo único que quería era meter mis manos en los bolsillos del saco, que Gabriel muy amable puso sobre mis espaldas. Suspiré profundo e inhale el aroma que desprendía del saco de Gabriel, definitivamente ese aroma puede volver loca a cualquier mujer, pero no, él prefiere volver locos a los hombres. Lo que no entiendo es porque nunca ha llevado a su novio a la empresa. —¡Señorita Eva!, llegamos —dijo él, alce mi mirada y no pude evitar sentirme mal, si, mal por lo que voy hacer, mal por engañar a mi abuelo, en fin, al mal tiempo buena cara. Salí del auto, me giré y vi que Gabriel seguía aún en el auto. —¡Gabriel!, ¿Acaso piensas quedarte como un ermitaño en el auto? —exclamé mientras me giraba. —Señorita Eva, no creo que yo deba estar con usted en la misma mesa —dijo Gabriel, rodé mis ojos y arrugue mi nariz. —¡Por Dios Gabriel!, desde luego que no vas a estar en mi misma mesa, vas a estar en una mesa cercana, te quiero cerca de mi por si alguno resulta ser un asesino en serie —musite. —Jaja, señorita no creo que ninguno de esos hombres sean asesinos en serie, de todos modos yo mismo me encargué de escoger a los mejores, yo nunca la pondría en peligro señorita Eva —dijo él tomando de mi brazo. Sentí como una fuerte corriente atravesó todo mi cuerpo, quiero pensar que es por la nieve, Eva te estás volviendo loca. Entramos al restaurante, italiano por cierto, por lo visto Gabriel se encargó de escoger muy bien mi restaurante favorito. Le indique a Gabriel en donde poder sentarse y por supuesto que no me quitará el ojo de encima, lo quiero como si fuera mi guardaespaldas personal, así como la película el guardaespaldas en donde él arriesga su vida por salvar a la protagonista, que en este caso sería yo claro está. Desde luego que no tiene que salvarme, solo lo quiero cerca por si alguno resulta ser un patán. Me senté en una de las sillas, y mire de nuevo mi reloj, se suponía que mi posible cita ya debería estar aquí y no. —¡Hola preciosa! —musitó una voz ronca, bastante ronca para mí gusto, alce mi mirada y frente a mí había un enorme hombre, si, un enorme hombre. Me giré y prácticamente fulminé con la mirada a Gabriel, no tengo nada en contra de las tallas grandes, no, pienso que son perfectos, que tienen una belleza hermosa, lo que no entiendo es, ¿Cómo Gabriel pretende que salga con un hombre que es demasiado grande? —¡Hola! —dije alzando mi manos y moviéndome de lado a lado. —Me habían dicho que eras hermosa, y ya veo que si, eres muy hermosa —dijo lamiendo sus labios, “asqueroso”. —¡Si!, qué puedo decir, darle gracias a mis padres por tener a una hija perfecta —dije llevando un sorbo de agua a mi boca. —Umm, ya veo, me gustaría que me escogieras a mi, los dos podríamos hacer magia —dijo aquel hombre mirándome lascivamente y lo peor tomándome la manos. Trague todo el contenido de agua que había llevado a mi boca y retire mis manos bruscamente. —¡Señor pinzón! Fue un gusto conocerlo, en cuanto a elegirlo mi secretario se estará comunicando con usted, no nos llames, nosotros lo llamamos —dije parándome lista para ir al baño y así huir. —¿A dónde vas preciosa?, no hemos terminado —dijo él tomando de mi brazo fuertemente. Entre en pánico mi respiración subía y bajaba a gran velocidad, mi peor pesadilla se hizo realidad, “UN ASESINO EN SERIE” —¡Gabriel!
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