Marcar una línea

1073 Words
-Será mejor que me vista de una vez -me alejé nerviosa de él -Sí, lo siento -me soltó y de giró para no mirarme Me puse un ligero vestido sobre mi ropa interior mientras miraba de reojo por espejo que Nath no dejaba de mirarme. Me sentía alagada pero muy avergonzada a la vez. -He cambiado mucho ¿eh? -Lo siento, yo… -Está bien, me incomoda un poco, pero eres hombre y la vista es natural, además todo esto fue culpa mía, no debí abrir así. Agachó su mirada sonrojado, realmente estaba tan avergonzado como yo. Me limité a reír al mirar su reacción, pero no me atrevía a mirarlo. -Ahora que recuerdo, no visitamos la cascada, era nuestro principal motivo del viaje. -Con todo lo que ocurrió olvidamos ir allá. -Pero no podemos irnos sin visitar nuestro lugar favorito de la niñez -dije animada -¿Está segura de que quieres regresar? -Por supuesto, tengo que ir, tengo que ver de nuevo ese lugar -sonreí al recordar -Debe ser hermoso, más en esta época del año. -Pues si es tu decisión, vamos -sonaba muy animado Después de comprar algunas cosas para comer en la cascada abordamos un automóvil que Nath condujo hasta el lugar de destino. Tomamos ahí el almuerzo y nadamos algunas horas en la refrescante agua de la cascada. Me puse mi traje de baño en esta ocasión, pero qué más da, mi acompañante me había visto en ropa interior varias horas antes. Era justo como recordaba, un lugar tranquilo, donde se respiraba paz y tranquilidad, por un momento sentí que el tiempo regresaba y seguía siendo esa inocente niña disfrutando de los pequeños placeres naturales de la vida. No recordaba la última vez que me había divertido tanto en este lugar, con el mejor acompañante. Pero de pronto el ambiente se volvió molesto, Alexander apareció justo frente a nosotros. -¿Cómo te atreves? -dijo engreído dirigiéndose a Nath -Eres un tonto, déjala de una vez, ella es mía. -Nunca ha sido tuya, y nunca lo será -lo enfrentó mi amigo muy molesto -ella no es una propiedad, es una hermosa mujer que es dueña de su propia vida, y ella es libre de decidir con quién desea estar. -Te sientes con el derecho de decirlo -se rió burlón -ahora tienes los pantalones para defenderla. -Siempre la he defendido, lo sabes -hizo una pausa -pero ahora puedo enfrentarte. Soy capaz de hacerlo -la valentía y la seguridad de sus palabras me sorprendieron -Sólo porque te has revolcado con ella no quiere decir que ella se haya olvidado de los momentos que vivimos -me miró de pies a cabeza -No le faltes al respeto, deja el pasado donde está -se puso frente a mí -Ahora ella está conmigo, y es porque ella lo decidió así. No la merecías y no la mereces. -Es una cual… -¡No te atrevas a decir esas palabras! Sé lo que piensas, pero al contrario de lo que piensas ella es una mujer decente, no está con cualquiera que se cruza enfrente. -Nath, vámonos de aquí por favor. Nath asintió y cubriéndome con su cuerpo me ayudó a subir el automóvil, pues Alexander no despegaba la vista de mí y eso nos incomodaba a ambos. -¿Estás bien? -preguntó preocupado cuando estuvimos dentro del auto -Sí, solo pienso ¿Cómo no me di cuenta de la clase de persona que es? -Sabe fingir muy bien. -Pero debí darme cuenta -me reproché a mí misma por mi falta de criterio -No pienses en eso -me sonrió -Vamos, estamos a tiempo de tomar el siguiente vuelo a casa. Llegamos de nuevo a la ciudad, pasamos al hotel a liquidar la deuda y para recoger nuestras cosas para partir en el vuelo que habíamos reservado con anticipación. Con el tiempo justo abordamos el avión para partir a nuestro hogar, en donde una nueva vida me esperaba. Durante el trayecto me puse a pensar en las palabras de aquel hombre que muy divertido reía y me miraba con desdén tras aquel grueso cristal. No podía borrar esa escena de mis recuerdos, reía como un loco mientras me decía que mi padre era malvado, que mis amigos me había ocultado cosas, que Tuck me había usado, y que toda mi vida había sido una farsa, una total mentira desde que nací. Pero… no podía confiar en él, no podía creer todas esas palabras de maldad. El avión llegó a su destino, pronto estábamos comiendo en un restaurante que quedaba de paso a mi departamento. Quizá el único auténtico y real que había tenido en mi vida era justo ese hombre que estaba frente a mí, Nath, él desde siempre me había demostrado quererme y aceptarme como soy, sin pedir nada a cambio. Y ahora comenzaba una nueva vida, quizá lo mejor era enamorarme de él, ser feliz a su lado y olvidar de una vez por todas a Tucker Donovan que había desaparecido de mi vida sin importarle lo que yo sentía, pero lo peor es que no se despidió, no se apareció siquiera en la boda de su única y amada hermana, acaso era porque se sentía culpable por jurarme un amor que jamás sintió. La idea me entristecía, pero ahora estaba frente a Nath, debía superar el amor pasado y disfrutar de su compañía. -¿Entonces sigue en pie la mudanza? -preguntó mi amigo interrumpiendo mis pensamientos -Claro que sí, en realidad vivir sola no es una idea que me guste mucho. Una sonrisa iluminó su rostro en ese instante, quizá pensaba que cambiaría de opinión, pues vivir los dos en un departamento daría mucho de qué hablar en la ciudad, pero eso era lo que menos me importaba, confiaba en Nath y sabía perfectamente que no haría nada que yo no quisiera, y que compartir un hogar no nos comprometía a nada. Nath me dejó en mi departamento, me di una ducha caliente y reconfortante, la idea era visitar la casa de los Donovan y descubrir de una vez que tenía que ver mi padre en los turbios y sucios negocios de Rasmus Donovan. Tomé una ligera cena, Angie llegó temprano, su idea era descansar lo más posible para lucir radiante en su próxima boda. Cuando existió la oportunidad, salí sigilosamente por la ventana, llegué sin problemas a mi lugar de destino y con mis habilidades pude burlar la vigilancia de la casa.
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