Una despedida y un reencuentro con mi infancia

1506 Words
Rasmus desapareció de nuestras vidas, ahora nada impedía que mi vida fuera tranquila, el velorio de la hermosa señora Donovan fue muy doloroso para mi novio y una de mis grandes amigas, estuve a su lado en cada momento, acompañándolos a ambos en su dolor. Lo único que nos reconfortaba a todos, de alguna manera, es que ya nada podía impedir que Candace hiciera su vida con Albert, después de todo su madre había apoyado esa relación hasta su último aliento. Pero no todo fue miel sobre hojuelas, Tuck y yo terminamos la relación amorosa que teníamos, ¿parece imposible no es cierto? Pero así fue y tengo que admitir que fue muy duro para mí acabar todo así como así, tras la trágica muerte de su madre. Él lo quiso así, dijo que se iría lejos y no sabía cuándo iba a volver. Me dolió mucho que me hiciera a un lado, después de tantas cosas que habíamos pasado juntos, sólo se iba, así sin más, y me dejaba. Claro aún había muchas cosas que debía terminar, y él, bueno, ahora debía encargarse solo de la empresa de su padre, que quizá la cerraría, y se iba ¿a dónde? A todos lados, o a ninguno, pero yo no estaba dispuesta a abandonar mis estudios y mi vida en esta ciudad. Él quería sentirse libre de nuevo, y no lo juzgaba, está bien salir de la rutina, desaparecer del mundo y hacer una vida feliz, después de tantos años reprimido quizá lo que necesita era dejar su vida pasada atrás y yo estaba en esa vida que quería olvidar. Lloré por horas en mi habitación después del rompimiento, claro era el amor de mi vida, un hombre al que había logrado amar hasta lo más profundo de mi corazón y ahora se iba, quizá para siempre. Nos mudamos a un departamento más grande, con tres habitaciones, pues Candace no quería vivir sola en aquella inmensa casa llena de rencores y odio, y lo más triste el recuerdo de la muerte de la mujer que tanto amaba. Albert y Candace hicieron una fiesta de compromiso una par de semanas después de la tragedia, yo no podía faltar, Tuck no estaba y su madre quizá desde otro lugar muy lejano festejaba, así que a pesar de mi tristeza por perder a mi amor, tenía que estar en esa fiesta con el ánimo arriba. Fue una gran fiesta, muy divertida, el amor flotaba en el aire, y aunque eso me hacía sentir melancolía había decidido disfrutar el día con mis amigos. Duncan reapareció en la vida de Angie, habían retomado su relación y el día de la fiesta estaban muy amorosos. Ciela se había enamorado de Anthony y había asistido con él a la fiesta, y yo, pues estaba sola rodeada por tanta gente y tantos amigos tan queridos. Iván por su parte estaba su mundo, trabajando desde su teléfono en un nuevo proyecto. Todos bailaban, todos sonreían y yo procuraba ser feliz porque dos de mis mejores amigos harían realidad su sueño: casarse y hacer una vida llena de amor, juntos. Pasaron así los días uno tras otro, mis clases eran cada vez menos, y el tiempo para graduarme se acercaba más rápido que el de otros de mis compañeros que había dejado atrás, ahora en esta nueva vida, dedicaba más tiempo a mis estudios y a mis entrenamientos con Iván, pues mis amigas salían con sus novios y yo me quedaba en el departamento sola, me refugiaba en mis libros y mis clases para olvidar aquel amor que había dejado todo para ser libre. Unos meses más tarde de aquella fiesta de compromiso, Duncan sorprendió a Angie con una fiesta espectacular, Angie estaba feliz, amaba tanto a ese hombre que no dudo ni un segundo para responder "si quiero” al ver aquel asombroso anillo en aquella pequeña caja, con un salón lleno de invitados y el hombre de su vida arrodillado ante ella con una sonrisa nerviosa. Debo admitir que fue algo asombroso, y hermoso, nadie esperaba que esa fuera una fiesta de compromiso. -Hola Sarahí. -¿Nath? –dije sorprendida –¿Nathaniel? ¿Qué haces aquí? –sonreí incrédula -Conocí a Duncan en uno de sus viajes, hemos sido muy buenos amigos desde entonces. Ahí estaba él, aquel gran amigo de mi infancia que había dejado atrás, ese chico tan tierno y compresivo del que no había tenido la decencia de despedir el día de mi huida de casa, él siempre me había mostrado el lado bueno de la vida, me había enseñado muchas cosas y yo lo había dejado atrás sin siquiera decir adiós. En el funeral de mi padre solo recibí su abrazo y después no volví a verlo. Ahora estaba ahí, justo frente a mí, en esa gran fiesta. -Ha pasado tanto tiempo desde… –dudó –bueno, tu padre. -Sí, casi un año –suspiré, pero me sentía feliz de verlo -¿Y dónde está él? –preguntó mirando a todas partes en la fiesta -¿Quién? –pregunté confundida -Ese hombre al que abrazabas con tanto amor la última vez que te vi. -El –suspiré intentando no parecer melancólica al escuchar sobre él –bueno, se fue. -Que lastima, parecía un buen hombre. -Lo es. Pero no entenderías. -No soy tonto sabes, y he crecido también, no soy un niño. -Lo siento. No quiero hablar del tema. -Está bien. Debió ser difícil terminar -¿por qué decía eso? ¿cómo sabía que había terminado con él? -Lo fue. Pero ¿cómo…? –lo pensé mejor, no quería hablar más de Tuck –Olvídalo, me alegra verte de nuevo. -Pues me verás más seguido, me mudé a la ciudad, Duncan me ofreció un excelente trabajo en una empresa de su familia. Debo admitir que no me siento preparado para esto, pero recibiré una beca para estudiar en una escuela de prestigio. Mi sueño se hará realidad por fin, seré un gran ingeniero, y tengo un trabajo que me ayudará a solventar todo mis gastos. -¿Y tus padres? -Ellos fallecieron poco antes que tu padre en un accidente –me sentí mal por no saber sobre su vida y su trágica pérdida –He estado solo desde entonces, mi hermana mayor se casó y se fue del pueblo. -Lo siento… yo… -No tenías por qué saberlo, perdimos comunicación hace mucho tiempo. -Lo siento. -Está bien –dijo sonriendo –quizá no era tan buen amigo. -Lo eras, en verdad, es solo que he sido una tonta, debí despedirme ese día en la cascada. -Lo sabía, sabía que te ibas, Alexander me lo dijo, por eso fui a buscarte a tu casa, pero ya no estabas, supuse que irías a tu lugar favorito antes de partir, y ahí estabas, esperaba que me contaras tus planes, pero no lo hiciste, te comprendo, querías una vida diferente. -Esa no es excusa, debí decirte, debí despedirme al menos, fuiste un gran amigo, siempre me apoyabas, me escuchabas, estabas a mi lado en cada momento, y yo sólo te hice a un lado. Pero lo compensaré, lo prometo. Si me lo permites, claro –lo miré a los ojos por primera vez desde hacía mucho tiempo –Hay muchas cosas que han pasado y desde siempre fuiste mi mejor amigo y confidente, creo que te necesito más de lo que pensé. -¿Cómo dices eso? Si tienes ahora una vida diferente, y tan buenos amigos. -Lo sé, pero siempre había algo que le faltaba a mi vida –dije recordando los buenos tiempos cuando aún vivía en el pueblo –y ahora que estas aquí sé que voy a estar bien. Siempre me has dado esa tranquilidad que necesito, pero después de lo que hice comprenderé si me quieres lejos –suspiré pero mi mirada era suplicante -No, yo, te visitaré de vez en cuando en mi tiempo libre, lo prometo –sonreí al escuchar sus palabras, seguía siendo él, mi buen amigo Nath -Bien, te daré mi número de teléfono, puedes llamarme, si quieres podemos pasar un rato de amigos, como en los viejos tiempos. -Claro, te llamaré, lo prometo.  El resto de la fiesta la conversación con mi viejo amigo de la infancia fue muy entretenida, le habían pasado tantas cosas desde que me fui del pueblo y no me cansaba de escuchar esa tranquilizante y familiar voz del que había sido mi mejor amigo. Pensé que podíamos retomar esa gran amistad, habíamos cambiado, los dos, pero esa confianza no se había perdido, podía hablar libremente con él de cualquier cosa y jamás me juzgaba. Siempre tenía un buen consejo y siempre tenía un hombro donde ahogar mis penas en llanto. ¿Cómo pude dejarlo? ¿Cómo pude no despedirme de aquel grandioso amigo y lo alejé de mi vida tanto tiempo? Recuerdo que esa noche fue la más divertida desde que Tuck se fue, Nath aún sabía cómo mantener una sonrisa en mi rostro.
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