Unos minutos después salí arreglada de mi habitación y Nath estaba sentado viendo la televisión.
-Estás radiante, hermosa.
Sonreí satisfecha con su cumplido, me había esforzado un poco más de lo habitual pues era una ocasión especial. Pero él también se veía muy bien.
-¿Te gusta mi atuendo?
-Lo compré hace algunos días, es un poco elegante y casual.
-Te ves muy bien -hice un guiño
Llegamos a un restaurante un poco más elegante, estaba repleto de personas, empezaba a creer que no había espacio para nosotros.
-Buenas noches, ¿tiene reservación?
-Sí, Nathaniel Ritter.
-Su mesa está por aquí, síganme por favor.
Había justo ahí una mesa vacía, pero no era una mesa para dos, sino para 6 personas.
-¿Esperamos a alguien más? -pregunté confundida
-Olvidé mencionarlo, vienen Candace, Albert y un colega del trabajo con su esposa. Era uno de mis jefes.
-¿Era?
-Sí, es que con el ascenso ahora somos sólo compañeros, no es más mi jefe. Es una persona agradable, es un par de años más grande que Duncan, pero no los aparenta.
Esperamos un rato, Candace y Albert llegaron, unos minutos más tarde Bautista Sotomayor y su esposa Gisell Cartwright llegaron también. No pude evitar notar un pequeña pancita en la esposa de aquel joven hombre, pero no me atreví a preguntar.
-3 meses.
-¿Disculpa?
-Parece que son más, pero tengo sólo tres meses de embarazo.
-Los siento.
Quizá notó que la mirada, pero no pude evitarlo y creo que no fui muy discreta con ello. Me sentí avergonzada.
-¡Felicidades!
-Gracias. Después de varios intentos por fin pude concebir un bebé, estoy tan feliz. Ustedes son una joven pareja, no veo un anillo -dijo fijando su vista en mis manos -me hacen recordar cuando Bautista y yo teníamos nuestras citas de amor, era asombroso, y justo esa mirada me recuerda todas esas citas.
Me sonrojé en ese instante, lo cierto es que no tenía una relación amorosa con Nath, pero ella parecía darlo por hecho.
Fue una tranquila velada, resulta que Philip ahora trabajaba en ese lugar, lo noté con los platillos exquisitos y con ese toque único.
-¿Puedo ver al Chef?
-Claro señorita, ahora mismo lo llamo.
En pocos minutos Philip estaba frente a mí.
-Hace tiempo que no te veo, reconocí el sabor de estos suculentos platillos.
-Sarahí, Albert, Candace, es un gusto verlos de nuevo -sonrió con gusto
-Ellos son Nathaniel Ritter, Bautista Sotomayor y su esposa Gisell Cartwright. Él es el chef Philip Figgalo -los presenté
-Es un honor conocer a tan excelente chef -dijo el señor Sotomayor -Felicitaciones.
-Muchas gracias señor -sonrió cortés -Y es un gusto conocer a sus nuevos amigos. Me quedaría a charlar pero tengo algo de trabajo.
-Está bien, ya volveré cuando tengas menos trabajo -le dije animadamente
-Espero que así sea -sonrió complacido y se despidió de nuevo
Después de la cena nos despedimos del resto de los invitados. Bautista y Gisell eran unas excelentes y muy respetables personas, sus modales eran impecables, pero tenían un excelente humor.
Llegamos al departamento, estaba agotada, y aún había cosas que acomodar. Después de algunas horas nos resignamos y decidimos terminar después.
Pasaron los días, compartir el departamento con Nath resultaba ser agradable y además siempre tenía un desayuno exquisito sobre la mesa. Nos divertíamos bastante y en ocasiones Iván se quedaba con nosotros.
Me enteré después de unos días que Clarisse iba a casarse por fin, estaba embarazada y la familia Slidebottom no concebía que un sucesor naciera fuera del matrimonio; dos meses de embarazo en septiembre, por lo que su boda fue un acontecimiento apresurado.
Angie y Duncan habían vuelto de su viaje, parecían muy felices y reconfortados con los días de relajación, y por ellos fue que me enteré de la boda. Unos días después Kyle Slidebottom, mi ex-vecino, me llevó personalmente una invitación, después de todo habíamos sido vecinos y teníamos una amistad, aunque muchas de las veces coqueteaba conmigo, era bien parecido, pero jamás le hice caso, mis ojos estaban puestos en otra persona que ahora había desaparecido de la faz de la tierra.
A finales de septiembre fue el gran evento, asistí por insistencia de Angie, pues quería tenerme a su lado, en aquel lugar repleto de Slidebottom´s en la que aún se sentía un poco extraña. Por supuesto Nath me acompañó, en innumerables ocasiones sentí incomodidad en la boda, pues Kyle aún casado, seguía coqueteando conmigo. Clarisse por supuesto no estaba feliz con mi presencia, pero traté en lo posible de no cruzarme con ella, aunque con Kyle tan al pendiente de mí fue complicado, y ella notó cierto interés de su esposo en mí, lo que hizo que su odio por mí aumentara considerablemente.
Clarisse dejó la escuela a dos meses de graduarse, Kyle no permitió terminar su carrera faltando ya tan pocos días. Eso realmente entristecía, pues aunque ella no lo admitiera, era su gran sueño graduarse, sentía pena por ella, a pesar de su comportamiento y su manera de ser tan hostil no le deseaba mal.
Pasaron los días, Angie me contó que el señor Slidebottom, nuestro jefe les había concedido la felicidad y alegría de un par de niños en casa, me apresuré para conocerlos, pero lo cierto es que los conocía ya, los pequeños gemelos, Julio y Julián, aquellos hermosos y tiernos bebés que me había encontrado en aquel lugar, lejos de todo y de todos y que gracias a la tecnología habían logrado sobrevivir sin sus padres. Estaba feliz de que tuvieran una familia nueva, que crecieran en un hogar lleno de amor y estaba segura de que sería el mejor hogar para ellos. Angie sentía nervios, no se sentía preparada aún para ser madre, pero estaba feliz, los niños eran tan tiernos y tan juguetones. Cada que podía iba con Angie a su nueva y enorme casa para apoyarla en el cuidado de los pequeños, era nuevo para ambas pero con mutua ayuda se hacía un trabajo menos complicado y los niños empezaban a tomarnos cariño.
Estábamos a pocos días de la navidad, se respiraba en toda la ciudad la armoniosa y dulce celebración, mi graduación estaba a punto de comenzar, estaba nerviosa, pero estaba justo ahí, en ese lugar, con el resto de mis compañeros. Mencionaron pronto mi nombre y me hicieron pasar a frente para recibir un reconocimiento por mi gran esfuerzo y las mejores calificaciones, era la más pequeña graduada.
Dije mis palabras, había practicado tanto y tenía mis notas en aquellas discretas papeletas, después de todo, las mejores calificaciones traían una última obligación, el discurso final. Al terminar escuché aplausos, muchos de mis compañeros lloraban de la emoción, otros de tristeza, pues cada quien haría su camino y probablemente no habría más oportunidad de vernos, había cierta melancolía en medio de tanta felicidad.
Una pequeña fiesta con las personas más importantes en la vida de cada uno de mis compañeros y en la mía; Angie, Duncan, Albert, Candace, Iván, Ciela, Anthony, Sheyla y por supuesto Nathaniel me acompañaban en este evento tan importante. Apenas empezaba el esperado evento cuando recibí un arreglo de rosas, por supuesto que fue un extraño regalo, ninguna de las otras mesas tenía uno, miré entonces un sobre que vacilante tomé para leer.